1) En agosto de 2017 Anaya decidió jugar con las instituciones para ganar la candidatura: detuvo la negociación de la Ley Secundaria de la Fiscalía General y los nombramientos de los miembros del Sistema Nacional Anticorrupción para lucir opositor y dobló la apuesta con una nueva reforma al artículo 102 constitucional, aún cuando la primera no había entrado en vigor.
Durante esos meses señalé en mis artículos que era peligroso tomar a las instituciones como rehén y que era más conveniente usar su peso de chantaje para mejorar la ley secundaria y negociar más espacios en el Sistema Nacional Anticorrupción. Hoy día Morena tiene mayoría para aprovecharse de ambas reformas.
Como creyente del realismo político, nunca recrimine a Anaya la serie de traiciones que hizo ni las ambigüedades en las que incurrió para ser candidato, sino su pobre operación al traicionar y el hecho de que nunca supo qué hacer una vez que llegó ahí. Si su carrera política continúa, sería la debacle del PAN, pero ese es problema de los panistas.
2) Uno de los argumentos que esgrimieron los defensores de la eliminación del “Fuero” era que no había problema el abuso de procedimientos judiciales con una Fiscalía General autónoma. Aunque señalé que eso era una falacia, cometieron el error de irse contra las prerrogativas sin amarrar la Fiscalía. La irresponsabilidad total. Esperemos que ahora sí hablen sin banalidades del tema.
