Curiosa la relación que presentan los propagandistas oficiales –empezando por el dirigente nacional de Morena–, entre el presidente y el pueblo en el marco de la pasada jornada electoral del 6 de junio, pues se asegura que el resultado obtenido –con etiquetas como #MorenaArrasa– es gracias al amor que el pueblo le tiene a López Obrador. Se trata de un misterio que hay que desentrañar, pues los datos de la realidad apuntan en otro sentido.
Amor con amor
Los primeros números de la votación en la elección intermedia en 2021, apuntan hacia una reducción en la presencia de Morena en la Cámara de Diputados, además de que la expectativa de arrasar en las gubernaturas no se cumplió, al igual que el resultado en la Ciudad de México, en donde perdió varias alcaldías gobernadas por dicho movimiento.
Asimismo, los partidos que intentaron obtener el registro bajo la bandera del lopezobradorismo por primera ocasión no lograrían su objetivo, de acuerdo a las cifras dadas a conocer al término de la jornada electoral.
El hecho de que la alianza electoral oficial no pueda modificar la Constitución y el uso del discurso del fraude en su contra, nos mostrará a un presidente enojado porque no consiguió que su partido arrasara en las elecciones de este año.
Los propagandistas oficiales difundieron el mensaje de que el resultado electoral se debe al gran amor que el pueblo le tiene a López Obrador, pero se trata de un curioso amor que no se alcanza a entender.
Veamos.
Las encuestas muestran que la ciudadanía reconoce como trabajador al presidente, pero reprueban a su gobierno en seguridad, economía, manejo de la pandemia, sólo reconocen sus programas sociales, pero en términos generales no aprueban su desempeño como gobernante.
La votación en 2021 mostró que la votación por Morena se redujo, con lo que su bancada en San Lázaro es un poco más chica, a pesar del amor que el pueblo le tiene al presidente.
En distintas giras por el país, los reclamos han estado a la orden del día, como ha sido el caso de familiares de niños con cáncer, las protestas feministas, así como otros asuntos en diversas partes del país, a pesar del amor que se declara.
Pero se sigue insistiendo en que el pueblo lo ama y muchos de los candidatos de Morena intentaron alcanzar el triunfo en los pasados comicios, en muchos casos sin éxito, aprovechando la imagen del presidente que no logró tener el efecto que tuvo en 2018.
Integrantes de la izquierda como Cuauhtémoc Cárdenas, Joel Ortega, Roger Bartra, así como colectivos como las feministas, el EZLN y otros han mostrado su rechazo a López Obrador en varias ocasiones.
Varios gremios como el de abogados, médicos, ingenieros, así como los despedidos del gobierno federal, los afectados por la desaparición de los fideicomisos –como los investigadores en ciencia y tecnología–, la cancelación de estancias infantiles o refugios para mujeres víctimas de violencia de género o el Seguro Popular es difícil que compartan ese amor que se proclama por el presidente.
Pero los propagandistas oficiales claman que es el presidente más querido, recuerdan a la menor provocación aquello de los 30 millones de votos obtenidos en 2018, retoman las encuestas de aprobación en las que se reconoce su liderazgo social, que es muy trabajador, aunque su gobierno sea reprobado.
Curioso amor por el presidente que no se trasladó a sus candidatos, que no le permitió ampliar su mayoría en el legislativo, que mantiene el voto como castigo en varias regiones del país –como la Ciudad de México– y que provoca protestas por doquier.
Pero así es la propaganda y parece que muchos no lo quieren ver, pues la gran incógnita es cómo aprueban a López Obrador como presidente, pero reprueban a su gobierno en áreas como economía o seguridad pública. Seguramente piensan que él no gobierna o que no da órdenes –o que no se cumplen, en el mejor de los casos–, dejándolo fuera de la responsabilidad de la administración pública que debe velar por atender distintas necesidades del pueblo.
Es llamativo cómo a López Obrador se le diga presidente, se le evalúe como presidente, se diga que el pueblo lo ama como presidente, pero no se le responsabilice como cabeza de un gobierno que no es muy bien evaluado, en medio de lo que para muchos es una crisis de varias dimensiones.
¿Será que para muchos, no es el presidente en realidad y sólo lo ven como un político más o como un líder social del que gusta su discurso, sin entender que sus decisiones son las que provocan falta de resultados?
Pero quizá el amor que vean los propagandistas oficiales es aquel de la esposa golpeada, pero que defiende al marido con el argumento de que “me pega porque me quiere”, con lo que nos debemos preguntar si somos masoquistas o en verdad pesa tanto una propaganda que gracias a la continua repetición se ha convertido en la guía de muchos mexicanos, que sufren en su bolsillo y en la salud de su familia las malas decisiones de un gobernante al que les dicen que deben amar, aunque ese amor duela y les cueste tanto.