Diría Carlos Urzúa, ahora ex Secretario de Hacienda y Crédito Público: si ya sabes quién soy, camarada Presidente, para qué me invitas.
Y es que la historia de colaboración entre Urzúa y el Presidente López, data de mucho tiempo atrás.
Se conocieron desde 1996 cuando López Obrador era dirigente del PRD y se perfilaba como el candidato de ese partido a la Jefatura de Gobierno. Fue el jurista y político Samuel del Villar quien los presentó ese año, siendo Urzúa profesor del Colegio de México.
Como consultor externo, colaboró en la elaboración del Programa Económico y de Desarrollo con Justicia Social del partido.
Ya con López Obrador como Jefe de Gobierno, Urzúa se incorporó a su equipo de gobierno como Secretario de Finanzas, siendo el responsable de uno de los gabinetes estratégicos que se integraron para darle perfil a ese gobierno, el de Administración y Finanzas.
Sin embargo, Urzúa duró en el cargo sólo la primera mitad del gobierno, de 2000 a 2003, pues presentó su renuncia al cargo para incorporarse a la vida académica.
En aquella ocasión no hubo ruptura pública entre ellos y se le reconoció su condición humana, así como los resultados de su trabajo al frente de las finanzas de la capital.
De nueva cuenta, ya viejos conocidos y de todas las confianzas, López Obrador lo invitó en 2017 a su equipo de campaña y lo presentó como el nominado para hacerse cargo de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, y en esa condición Urzúa presentó en conferencia los lineamientos generales de la política económica de la coalición Juntos Haremos Historia, asumiendo el cargo en diciembre del 2018, tras el triunfo del movimiento.
Académico con una sólida formación técnica y una experiencia en elaboración de política pública, es decir, un científico en materia económica, (miembro de la Academia Mexicana de Ciencias, licenciado y profesor del Tecnológico de Monterrey, miembro del Centro de Investigaciones y Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional, integrante del Sistema Nacional de Investigadores, con maestría y doctorado en economía por la Universidad de Wisconsin) Urzúa sabía que, como responsable de las finanzas nacionales del gobierno federal y por formación propia, no podía ni debía adoptar una posición política e ideológica extrema, sino más bien apoyarse en los fundamentos y evidencias técnico-administrativas para lograr un desarrollo económico equilibrado y con finanzas sanas.
Pero al Presidente ahora no le pareció su propuesta de plan nacional de desarrollo y, tras la renuncia del funcionario, lo acusó de ser neoliberal para denostarlo, como acostumbra hacerlo con sus críticos.
Dice que Urzúa le presentó una propuesta con perfil neoliberal, la cual le rechazó y que le obligó a elaborar a él mismo otro documento muy distinto, con el sello de la casa y con sus propios datos.
No obstante, el mismo Urzúa se define como poco neokeynesiano y un socialdemócrata. En la aplicación de la política económica se le considera de centro o moderado, pero no conservador. Está de acuerdo en fortalecer la rectoría del Estado en materia económica, sobre todo en áreas estratégicas, como la energética; en promover la inversión privada y pública, pero con calidad y cero corrupción; en cuidar los índices de la macroeconomía y detonar el crecimiento de la economía para el desarrollo; en reducir costos de bienes y servicios que adquiere el Estado, ajustando y centralizando el gasto; en aplicar una política social, pero sin desbocar el gasto y con reducido enfoque asistencialista; en hacer eficiente y libre de corrupción la recaudación de impuestos, sin necesidad de incrementarlos, al menos en una primera etapa.
No le gustan los extremos de derecha o de izquierda. Cuestiona duramente la ineficiencia y errores de los gobiernos neoliberales anteriores, pero también a los de izquierda. Del modelo venezolano cuestiona los descuidos fiscales, la apuesta por una sola materia prima, la aplicación de política social sin control y su régimen autoritario.
Así que neoliberal puro no lo es, por el contrario, aseguran que Urzúa buscaba demostrar una política económica diferente, que antes sí le gustaba a su jefe.
Durante su paso por el gobierno del Distrito Federal, aplicó una política de finanzas públicas sanas, instrumentando un férreo control y transparencia del gasto público, mediante la austeridad republicana.
Dicha política económica, en términos generales, la estaba aplicando de igual manera o más radical en el gobierno federal, aunque, como dice Arturo Romo, Jefe de Oficina de la Presidencia, se les pasó la mano en los recortes, provocando serios reclamos de adentro y fuera del gobierno, ahí está la renuncia de German Martínez, como director del IMSS, acusando también una política neoliberal.
Aunque Urzúa no es un político en el sentido aristotélico, su vida ha sido la academia y la investigación, su carta de renuncia es muy política, y sin querer queriendo le asesta un duro golpe al Presidente por las formas en cómo está haciendo el gobierno:
“Discrepancias en materia económica hubo muchas. Algunas de ellas porque en esta administración se han tomado decisiones de política pública sin el suficiente sustento. Estoy convencido de que toda la política económica debe realizarse con base en evidencia, cuidando los diversos efectos es esta pueda tener y libre de todo extremismo, sea este de derecha o izquierda. Sin embargo, durante mi gestión las convicciones no encontraron eco.
“Aunado a ello, me resultó inaceptable la imposición de funcionarios que no tienen conocimiento de la Hacienda Pública. Esto fue motivado por personajes influyentes del actual gobierno con un patente conflicto de interés”.
Por eso, ahora sí, en su despedida, a Urzúa le llueven las críticas desde la 4T a manera de linchamiento, empezando por la del Presidente López quien descubrió que su entonces camarada y hombre principal de todas las confianzas en materia económica, siempre sí, era neoliberal.