domingo 07 julio 2024

El caudillo y sus secuaces, o por qué no es Claudia

por Walter Beller Taboada

La Jefa de Gobierno es, se quiera o no, se acepte o no, el personaje político más visible y relevante del momento. Instalada en el amplio (e ilegal) marco de exhibición pública y del marketing político, ella viene solo después del Presidente de la República. Su imagen publicitaria ha sido frenéticamente reproducida por todos los Estados, su nombre –sin apellidos- (no vaya a ser que los escriban mal: ya sabemos cómo se las gastan en materia de ortografía los de la 4T)– y, por si fuera poco, no deja de ser la invitada predilecta y frecuentísima a eso que llaman las mañaneras. Casi nadie duda que ella será la depositaria del designio presidencial para suceder al Amado Líder en 2024. El problema es que Claudia Sheinbaum Pardo se ha empeñado sistemáticamente en mostrar dos lados, dos rostros completamente opuestos para aspirar a ser la candidata presidencial en los comicios del próximo año.

Por un lado, Claudia reproduce al pie de la letra los usos y costumbres del viejo PRI por cuanto hace al inagotable esfuerzo por parecerse lo más posible al Gran Elector y así obtener de él el favor de su mirada y atención presente y sobre todo futura. No quiere dejar de estar en el foco de la vigilancia de AMLO. Cuida al máximo sus expresiones, como una (mala) actriz que no quiere jamás salirse del guion. ¿Cuál? El guion de las ocurrencias verbales del Amado Líder, porque hasta la fecha nadie ha logrado encontrar cuál es el ideario de “la transformación” (palabra que debe ser dicha con devoto énfasis). Cada mañana, de cada día en la que tiene exhibición pública, Claudia intenta copiar y se afana en replicar las palabras, los gestos, las actitudes del Amado Líder. Y por supuesto no le faltan los gerundios del “ya se está investigando…”, “ya se está haciendo…”; sin que falte el apotegma: “ya se está combatiendo la corrupción”. Total, ya no está en la Facultad de Ciencias y por eso no tiene que ofrecer ninguna prueba de sus dichos. (Por cierto, ¿ya dejó de cobrar el salario que le pagaba la UNAM nada más por que sí?)

EL LADO OSCURO, OSCURÍSIMO

Por otro lado, Claudia a veces distrae su representación pomposa y solemne de la “corcholata favorita” y en ocasiones se acuerda que fue elegida Jefa de Gobierno y que debe ocuparse de los asuntos de una ciudad tan compleja y diversa como es la Ciudad de México. He leído por ahí algunos comentarios de quien quiere lisonjear los oídos de Claudia diciendo que, ante las notables fallas de la administración capitalina, la jefatura de gobierno tiene funcionarios “capaces y eficientes”; pero si uno asume esa verdad, entonces ¿para qué queremos una cabeza administrativa si los demás, sus subordinados, hacen la chamba de ella? ¿Estaremos pagando con nuestros impuestos una plaza que incumple con sus obligaciones? Lo cierto es que los capitalinos estamos pagando de una manera u otra la imparable campaña política de Claudia.

Pero lo más grave es que los problemas y las tragedias se le acumulan. Y no, no es mala suerte o un complot orquestado en su contra. Es que como Jefa de Gobierno deja mucho que desear. La muerte la persigue, quiera ella o no. Como delegada que fue de Tlalpan, la tragedia de la Escuela Enrique Rébsamen, donde fallecieron 19 niños y siete adultos, en 2017, quedará como un hecho histórico de lo que ocurre con fallecimientos evitables y cuando se intenta que queden oscurecidos por la desmemoria del paso del tiempo.

La línea 12 del Metro se desplomó y dejó 26 personas fallecidas, 80 heridos y cinco desaparecidos. ¿Qué dijo Claudia? Lo de siempre: se hará una investigación a fondo… Y ocurrió lo de siempre: nada se investigó realmente. La fiscalía capitalina incumplió su obligación de averiguar los hechos y encontrar quienes tienen responsabilidad por los hechos. Lo único que se hizo fue salvar la imagen de Claudia. Puede haber responsables y culpables, pero ella, protegida por las instancias colonizadas por la 4T, está más allá de eso. Para eso sirve el Poder, para desplazar responsabilidades. Al fin y al cabo, ella tiene el respaldo cuasi incondicional de Palacio Nacional.

El Metro ocupa el centro de sus desaciertos y muestra los lados más oscuros de Claudia como una Jefa de Gobierno que intenta ocultar lo más evidente: el sistema de transporte más importante de la capital está colapsado por la falta de mantenimiento. Ella misma sabe desde hace años que cualquier maquinaria se desgasta si no tiene mantenimiento técnico y constante. En lugar de admitirlo, recurre a la autodefensa más torpe: tergiversar los datos. Esa actitud no resuelve nada. Surge el lado autoritario: llevar a la Guardia Nacional a las instalaciones del Metro, dizque para proteger (¿de qué?) a los usuarios.

SUMISIÓN POR MIEDO

El célebre filósofo británico, Bertrand Russell, escribió un libro titulado El Poder, en cuyo segundo capítulo se ocupa del tema de los “Caudillos y secuaces”. Entre otras cosas señala que el IMPULSO A LA SUMISIÓN, que es tan real y común como el impulso de mandar, “tiene sus raíces en el miedo”.

Según esa pista de análisis, ¿por qué la sumisión de Claudia al Amado Líder? Porque se sabe incapaz de actuar y decidir por sí misma, más allá de acatar las instrucciones y decisiones de aquél. Aunque se equivoque, el caudillo la salva siempre. Años atrás, viajó a Europa sin ningún empacho gracias al “regalo” del empresario argentino, Carlos Ahumada. En el libro El Rey del Cash, Elena Chávez dedica el capítulo 24 a la mandataria capitalina, en el que sostiene que Sheinbaum llegó al equipo de López Obrador como “pago de cuota” a Carlos Ímaz, quien había hecho “malabares” como presidente del PRD en el Distrito Federal para que en ese momento AMLO consiguiera ser el candidato a la jefatura de Gobierno, pese a no cumplir con los requisitos de residencia establecidos por la ley. Pero por el yerro del exhibido en la televisión nacional de Ímaz recibiendo dinero de Ahumada, fue subsanado cuando Claudia entregó, sin más, al Amado Líder la ofrenda de la cabeza de su entonces esposo.

FOTO: GALO CAÑAS/CUARTOSCURO.COM

En diciembre de 2000, el caudillo la nombró la Secretaría de Medio Ambiente del entonces Distrito Federal. Durante su gestión, el Amado Líder le encargó –sin que fuese parte de sus obligaciones legales en la Secretaría– la construcción del segundo piso del Periférico, así como de la primera línea del Metrobús. Pero las condiciones del financiamiento del tramo inicial del Segundo Piso todavía gozan de una sospechosa opacidad. Como sea, Claudia entró en contacto desde entonces con los capitanes de la construcción en CDMX, y ese negocio reditúa financiamientos y apoyos políticos. Nunca ha abandonado esas relaciones, incluso recurriendo al chantaje y la extorsión, ¡¡claro, por la intervención de terceras personas y personeros!!

POR ENCUESTAS NO PARAMOS, ¡QUÉ CARAY!

¡¡Ah, y las famosas encuestas!! Ya sabemos, la 4T sigue la línea del Amado Líder de que se eligen a las personas para puestos de administración por “la voluntad de la gente”. En 2017, Ricardo Monreal, Sheinbaum y Martí Batres compitieron por ser la o el contendiente de Morena a la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, cargo que –como todas las candidaturas en Morena– se definió por medio de una encuesta entre militantes (o eso nos dijeron). Resulta que Monreal se quejó de una “encuesta amañada” (vaya novedad) y fue su primera amenaza de dejar Morena. Este desacuerdo fue público, como público resultó el acuerdo de que Monreal se hiciera a un lado por la defensa que hizo el Amado Líder en favor de Claudia. Ella no ganó, ganó la voluntad de AMLO.

Y ese quizá sea, otra vez, el escenario para el 2024.

Cada vez que la Jefa de Gobierno se ha visto en algún problema, el Presidente sale a subsanar sus errores o limitaciones. ¿No recordamos cuando después de la caída de la Línea 12 del Metro, el Presidente señaló que él se haría cargo del tema? Nada que manche a la muñeca. El Presidente negoció directamente con el señor Slim y la cosa de la tragedia aparentemente quedó ahí.

Precisamente esa dependencia de la Jefa de Gobierno viene del miedo a perder el lugar, el estatus, incluso la existencia política, pues ella no ha sido ni es nada sin él. Si la sumisión ha sido su signo, ¿qué nos llevaría a pensar que eso va a cambiar en el futuro?
Russell señalaba: “La educación autoritaria produce el tipo de esclavo como el tipo despótico, desde el momento en que se inculca que la única relación posible entre dos seres humanos que cooperan es aquella en la cual uno de ellos da órdenes y el otro las obedece”.

La Jefa de Gobierno representa bien esa característica de la educación autoritaria, y a veces nos da a entender que hasta la goza alegremente.

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