La semana pasada escribí en este espacio que el T-MEC se encontraba en una encrucijada, pues parecía que el negociador de México, Jesús Seade, había cometido el error de sostener conversaciones con sus contrapartes de Estados Unidos y Canadá, sobre las modificaciones que estaban poniendo sobre la mesa los representantes demócratas, sin haber sostenido acercamientos con los empresarios mexicanos organizados en lo que se conoce como el Cuarto de Junto. Mencioné que, de hecho, había molestia entre los empresarios porque antes de sentarse con ellos para informar sobre los avances, el subsecretario Seade había optado por hacer una visita a Canadá, y en el inter, hacer declaraciones sobre los avances en la negociación a medios de Estados Unidos.
El Cuarto de Junto es un órgano consultivo conformado por empresarios de las diversas ramas de la actividad productiva, con el que los integrantes del equipo negociador de México sostenían reuniones de manera recurrente para informarle sobre el curso de alguna negociación en particular, y desde luego, para recibir retroalimentación sobre su postura en torno a tal o cual demanda de la contraparte. Las reuniones servían para aclarar los alcances de alguna propuesta, para obtener reacciones de los empresarios, que obvio podían hacer ver si estaban a favor o en contra de esas propuestas, y con base en ello y la propia información generada al interior del gobierno de México, el equipo negociador de nuestro país tomaba decisiones en función de una estrategia y sus objetivos, ciertamente vinculada con la política comercial de México. Generalmente, en esas reuniones con el Cuarto de Junto, los miembros del equipo negociador, encabezado hasta el 2018 por la Secretaría de Economía, mostraban a los representantes de los empresarios los borradores de los textos que se estaban negociando.
Traigo este contexto a colación porque todo indica que hoy se dará a conocer en nuestro país, con la presencia del titular de la Oficina de la Representación Comercial de Estados Unidos (USTR, por su sigla en inglés), Robert Lighthizer, y según reportes de prensa, de Jared Kushner, asesor senior del presidente Trump —y desde luego, un dato que no podemos obviar, su yerno—, que México, EU y Canadá han llegado a un acuerdo definitivo sobre determinadas modificaciones a lo ya acordado y firmado por los presidentes de los tres países el pasado 30 de noviembre del 2018. Ello ocurre después de una reunión que el domingo pasado tuvo lugar en el Senado de la República, en la que estuvieron presentes senadores de todos los grupos parlamentarios, en la que el canciller Marcelo Ebrard, el subsecretario Jesús Seade y la secretaria de Economía, Graciela Márquez, se limitaron a explicar a los senadores el estado de la negociación.
Obviamente, todos hemos estado a la expectativa de que el T-MEC pueda avanzar a su desenlace formal, el problema es que al momento de escribir esta colaboración, ni los empresarios, ni los senadores conocían los textos con las modificaciones que el subsecretario Seade acordó con EU y Canadá. Así, es difícil evaluar lo que se ganó y lo que se cedió. En este contexto, hoy, un poco antes de que nos vayamos a comer, nos enteraremos del acuerdo definitivo, con la promesa de que será aprobado por el Congreso de EU la próxima semana.
Este artículo fue publicado en El Economista el 10 de diciembre de 2019, agradecemos a Gerardo Flores Ramírez su autorización para publicarlo en nuestra página.