“El daño está hecho”, es la terminante conclusión a que llegó el grupo de estudiosos y expertos agrupados en el Instituto de Estudios de la Transición Democrática (IETD), al hacer el balance del sexenio de Andrés Manuel López Obrador. No se trata, sin embargo, de una postura derrotista. Tampoco se queda en la denuncia del populismo, pues el análisis crítico sirve de base para proponer políticas para la reconstrucción del país desde la óptica de la izquierda democrática.
Coordinado por el titular del IETD, Ricardo Becerra, en el prólogo explica que el análisis del sexenio obradorista arroja un saldo negativo, en el que el común denominador es el daño y en muy pocos campos se encuentran beneficios. Muchos de los avances que México había alcanzado se desmantelaron con prisa y desaseo con un afán que se llama a sí mismo transformador, pero “que no ha traído nada mejor ni en la salud, ni en la educación, ni en la seguridad pública, ni en el quehacer científico, ni en el trato a los migrantes y mucho menos en las condiciones del funcionamiento democrático”.
Becerra aborda la caracterización del proyecto obradorista, proponiendo su definición como un gobierno autoritario dentro de un régimen democrático. Interesante esta teorización, pues da pistas de la contradicción en marcha entre las intenciones de establecer un monopolio político y las instituciones democráticas que, al menos hasta el momento, han resistido la andanada.
El proyecto autoritario ha puesto en marcha “planes a, b y c”, la cooptación de mayorías artificiales en las cámaras, la colonización y destrucción de los órganos autónomos constitucionales, el asedio al INE y el TEPJF, al Poder Judicial y la centralización de todas las decisiones en la Presidencia de la República. Por su parte, la democracia resiste con la crítica y la denuncia, la defensa jurídica de los agraviados (trátese de ciudadanos que defienden sus derechos políticos; indígenas en defensa de sus territorios, recursos naturales y culturales, agredidos por un tren militar; o de los padres de los niños con cáncer, afectados fatalmente por la ineptitud gubernamental, etc.), las grandes manifestaciones en defensa del INE y la SCJN y las sentencias judiciales que, por momentos, se convierten en el último reducto de una democracia sometida a ataque.
Al desmenuzar las características esenciales del proyecto obradorista, el coordinador del IETD encuentra lo siguiente: 1) polarización para dividir políticamente a la sociedad, 2) carencia programática o las política públicas sujetas a la ocurrencia, 3) la destrucción de instituciones, lo que debilita al Estado, 4) el militarismo radical, 5) la burla del Estado de Derecho mediante la violación sistemática de las leyes y la Constitución, 6) el presidencialismo exacerbado que pasa por encima de la división de poderes y del Pacto Federal.
Así, se suceden los estudios sobre diversos temas, cada uno de los cuales es imperdible. Me detengo en un documentado artículo del ex consejero Ciro Murayama sobre la crisis del sistema de salud, quien caracteriza la política obradorista como “populismo neoliberal”. Hace algún tiempo, tanto en esta columna como en otros espacios, se denunció la demagógica “abolición del neoliberalismo” que proclamó López Obrador. Entonces se apuntó la idea, coincidente con lo que expone Murayama, de que el modelo obradorista era en realidad un neoliberalismo populista.
Quizá habrá de reclamarse amigablemente a los autores el que no se haya abordado a fondo el tema del sistema clientelar de dominación, creado por el Presidente, financiado con recursos públicos, y que ha convertido la política social en un clientelismo electoral sistemático y descarado para restablecer el monopolio político y los “carros completos”.
Pese a ello, se debe reconocer que El daño está hecho es una lectura imprescindible para entender la realidad actual de México desde una perspectiva de izquierda, siendo que la misma orientación tienen las múltiples y enriquecedoras propuestas con las que concluyen las diferentes exposiciones. La reconstrucción de México, después de la andanada populista, deberá orientarse al fortalecimiento de la democracia y a la resolución de la desigualdad social.
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