Si a algo aspira el Presidente es que en la elección del 2021 un eventual triunfo le permita consolidar su proyecto de nación.
El problema que ya está enfrentando en el camino no está paradójicamente en la debilitada oposición, sino en lo que pueda pasar en su propio partido, el mismo que hizo a imagen y semejanza de sí mismo. Da la impresión de que el tabasqueño está dejando pasar momentáneamente el tiempo para ver si en Morena se ponen de acuerdo, de lo contrario, es sólo cuestión de que lo decida para que pegue en la mesa.
Lo que es un hecho es que no va a dejar pasar por ningún motivo que al interior del partido no se pongan de acuerdo y que esto provoque que termine sucediendo que lo ganado y lo que está en juego se pierda por una división interna que bien se sabe puede tener consecuencias, entre las que puede estar darle una bocanada de aire a la oposición.
En la mayoría de las encuestas sobre las elecciones del año que viene Morena lleva ventaja. No se sabe qué termine pasando, pero en términos de la conformación política del país, todo apunta a que el partido mayoritario no sólo conservará la Cámara de Diputados, sino que también se llevará varias gubernaturas.
Morena, más que enfrentar una oposición externa, tiene que enfrentar sus fantasmas y una historia que invariablemente ha acompañado a las organizaciones de izquierda. Las elecciones internas han sido su dolor de cabeza, lo cual ha provocado divisiones que han llevado a serias y trascendentes consecuencias y en particular a procesos de división.
De alguna manera los problemas en el PRD llevaron a López Obrador a construir su propio partido. El tabasqueño, más que dar la batalla interna en el PRD, optó por hacerse a un lado, las diferencias con los “Chuchos” fue uno de los grandes motivos para la separación. La dinámica interna del PRD obligaba a una serie de requisitos para la toma de decisiones, las cuales se sabe nunca le han gustado al hoy Presidente.
El PRD no sabía qué hacer ante la inminente salida de López Obrador, incluso le permitió tomar una licencia como militante del partido siendo que esta figura no aparecía en los estatutos del sol azteca.
El desprestigio del PRD le permitió a López Obrador lograr una convocatoria única para la construcción de una nueva organización partidista, de la mano del hartazgo ciudadano por el PRIAN.
El PRD estaba en plena y franca descomposición y no había manera que pudiera conciliar los intereses de la izquierda, por más que el concepto “ser de izquierda” sea cada vez de difícil definición.
Por más que el Presidente haya desdeñado en varias ocasiones a su propio partido, es evidente que sabe que sin Morena no hay posibilidad de consolidar su proyecto. Juega a su favor que no tiene enfrente partidos que le hagan sombra, el gran problema está en cómo va a quedar su propio partido después de la elección.
A este escenario va a enfrentar también que en algunos estados se va presentando un paulatino desgaste en el ejercicio del poder de Morena. La imagen misma del tabasqueño se ha deteriorado en algunos casos. No queda claro qué pueda pasar en la zona norte del país, la separación de algunos gobernadores de la Conago muestra una distancia más que con sus colegas, con el Presidente.
Son estados en que, a pesar de que a Morena le esté yendo bien en las encuestas, no necesariamente será el indicador del futuro. Sectores de las clases medias están siendo cada vez más críticos con el Presidente y da la impresión que va quedando claro, quizás como hace tiempo no sucedía, la importancia que tiene votar.
Lo que se juega en Morena definirá el presente y futuro del Presidente, ni más ni menos.
RESQUICIOS
No queda claro de qué se trata el plantón en el centro de la ciudad. Lo que sí es que va teniendo notoriedad quizá cuando se termine éste será su signo distintivo, más que el que tenga que ver con sus demandas.
Este artículo fue publicado en La Razón el 22 de septiembre de 2020. Agradecemos a Javier Solórzano su autorización para publicarlo en nuestra página.