Los promocionales de López Obrador con motivo del “5to informe presidencial”, inundan, ad nausean, las pantallas televisivas, los radios receptores, los espacios de las redes sociales. Si usted hace un esfuerzo supremo y los ve y escucha con atención, verá que son un cumulo de mentiras sobre la situación del país y, más aún, sobre los resultados en los 5 años de su gobierno.
En primer término, el presidente López Obrador miente, pues no presenta un informe puntual del estado que guarda la administración pública del País para con ello cumplir con su obligación constitucional, sino que lleva a cabo un evento de propaganda personal, utilizando los medios de comunicación del Estado y apropiándose de cada segundo de todo el tiempo oficial que puede utilizar el gobierno en los medios de comunicación privados. López Obrador, intenta reinstalar una de las practicas más nefastas del régimen del presidencialismo autoritario, es decir, hacer del día 1 de septiembre de cada año de su sexenio, “un día del presidente”, en donde todo el País, se vuelque a rendirle pleitesía tal y como se hacía en las monarquías con los reyes, y tal como lo hacían los presidentes mexicanos durante el periodo de las monarquías sexenales.
López Obrador, con su remix político “del día del presidente”, le asesta otro severo golpe a la república y, de nueva cuenta, violenta, flagrantemente, nuestra Constitución.
Puedo afirmar esto, porque el escrito que entrega al Congreso, no es un informe sobre el estado de la administración pública del país, sino es un largo catálogo de mentiras sobre su quehacer como presidente.
Miente pues en su gobierno campea la corrupción, el nepotismo; miente, pues nunca como ahora, la opacidad y la secrecía cubren las acciones de esta administración; miente, pues ahora hay más personas que no pueden acceder a los servicios de salud; miente, pues no hay medicinas suficientes y de calidad en los hospitales y las clínicas públicas y escasean los medicamentos para las enfermedades catastróficas; miente, ya que nuestro País se encuentra más endeudado que hace 5 años; miente pues la delincuencia organizada controla la economía y la política en gran parte del territorio nacional; miente, porque la violencia más terrible y salvaje se instala en los pueblos, las colonias, los municipios, los estados de casi todo el País; miente, cada vez que aparece en sus conferencias de prensa; miente, cuando afirma que durante su gobierno la educación pública ha aumentado en cobertura y calidad, y así sucede con muchos más temas. El hecho es que el presidente, miente, miente, miente y cada vez con mayor cinismo
Cierto que las personas, generalmente, mienten. Por ejemplo, cuando llegan tarde al trabajo, cuando cometen una infracción de tránsito, cuando rompen la dieta, cuando quieren evitar una sanción, etcétera, etcétera, pero el caso del presidente López Obrador es diametralmente diferente, porque estamos hablando del personaje que acumula en su persona el mayor poder político, y en su caso, las mentiras tienen efectos terribles entre el conjunto de la población. Por ello, en casi todas las democracias, el presidente, el jefe de gobierno, se obligan, bajo juramento y bajo pena de sanciones como la cárcel o la inhabilitación a no mentir. Podría ser, también, que estamos en la situación de que la presidencia de la República está en manos de un mentiroso compulsivo o de un narcisista, y de ser así, se podría alegar de padecimientos mentales que le restarían responsabilidades en su actuar.
¡Pero no! No es este el caso. Conociéndolo, López Obrador miente con cinismo y desvergüenza, porque eso le da ventajas políticas que le permiten acrecentar su poder; porque busca evitar afrontar sus fracasos como líder político; porque pretende eludir su responsabilidad ante los crímenes sociales y políticos que se han cometido durante su gobierno; porque como dice John Gilbert ––a proposito del caso de las personas desaparecidas–– “López Obrador miente porque quiere ocultar el horror que ejercen las instituciones que encabeza, y para ello solo hace falta mentir y repetir la mentira sin titubear”.