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viernes 27 diciembre 2024

El periodismo según López Obrador

por Armando Reyes Vigueras

En varias ocasiones, el presidente se ha referido a la prensa mexicana, delineando lo que cree debe ser esta actividad y cuáles sus prioridades. El problema es que al acusar desde el poder –por mucho que él mismo aparente desconocer este hecho– que los medios de comunicación no aportan a su movimiento o son parte del catálogo de adversarios que enfrenta, no hace sino confirmar que su principal motivación es cambiar al país, pero de acuerdo a sus personales creencias y sin tomar en cuenta a las mayorías.

Su transformación

Para López Obrador la prensa mexicana está en deuda con el pueblo, porque no lo ha apoyado en sus causas, además de que su triunfo electoral fue apoyado más por las redes sociales que por los medios tradicionales.

Y es que la visión del mandatario de lo que debe ser el periodismo nacional se ha revelado por entregas desde la mañanera que cada día dirige desde Palacio Nacional, pero que forma parte de una visión personal de esta actividad que se empezó a gestar desde sus primeras actividades políticas en su natal Tabasco, mismas que han normado su criterio y relación con la prensa.

A este respecto, Rodulfo Reyes –actual columnista y quien fuera corresponsal de El Financiero en Tabasco– recordó en su colaboración del pasado 29 de mayo que “este reportero siempre ha sostenido que los ataques bajunos de cierta prensa tabasqueña en los ochenta y noventa, le inocularon al tepetiteco (López Obrador) el odio enfermizo que le tiene a los comunicadores”.

Poco antes, el 3 de abril, Rodulfo Reyes apuntó que el actual mandatario fue blanco de ataques en la prensa de su entidad en la década de los años 80, fecha en la que inició sus actividades como líder opositor.

“En Tabasco, su tierra, Andrés Manuel López Obrador sufrió la más artera y cobarde agresión por parte de la prensa que político alguno haya padecido. En 1988 que dimitió al PRI para ingresar al naciente Frente Democrático Nacional (FDN), comandado por Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, el ahora presidente padeció la más agreste campaña de descalificación que este reportero haya conocido en 32 años de oficio. Quizá en esa ‘infancia política’ haya que rastrear la aversión del de Macuspana por los periodistas”.

Estos antecedentes son importantes para entender la manera en que López Obrador se refiere hoy a los periodistas y lo que en su mente debería ser esta actividad, como veremos a continuación.

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En cada conferencia que brinda al iniciar el día, dicta lo que deben hacer los comunicadores, además de quejarse por el comportamiento de un sector de la prensa, llenándolo de adjetivos como fifis, conservadores y otros.
Un par de aspectos ayudarán a entender la manera en que se tejió la relación que tiene el presidente con la prensa.

Primero, lo que sufrió en su inicio como opositor al régimen generó en él la idea de que los periodistas y casi todos los medios eran sus enemigos, algo que se refleja por su manera de generalizar –como en los casos de corrupción que ha denunciado– y que ha sido distintivo de su administración.

Segundo, que la transformación del país –quizá la meta más alta que tiene en su proyecto de gobierno– debe realizarse sí o sí y a pesar de la resistencia de los sectores adversarios, aquellos a los que él ha identificado como conservadores: organismos autónomos, empresarios, ONGs, medios de comunicación.

Luego de lo anterior se entenderán los calificativos y acusaciones en contra de la prensa, ciertos periodistas y medios, y que se ejemplifica en la lista de columnistas que recibían dinero de la presidencia de la república el sexenio pasado, la frase de que la mayoría de los medios están en manos de conservadores o que “uno de los problemas de los últimos tiempos (es que) pasaron a ser controlados por el poder económico, o cómo el poder económico y el poder político eran lo mismo, pasaron a estar subordinados al poder y se alejaron del pueblo, de la gente”, como expresó el pasado 25 de julio.

También por esto, los señalamientos de que los columnistas ganan demasiado, que hacen negocio criticando a su gobierno, que muchos medios no criticaron la corrupción de regímenes pasados o que sólo se dedican a informar de lo negativo de su administración.

Pero además intenta controlar los daños que él mismo provocó diciendo que no quiere coartar la crítica, que es respetuoso, para luego lanzar otra ronda de reclamos y enojarse –aunque asegure lo contrario– cuando se publica algo que no le agrada –que es casi la mayor parte de las notas que no lo adulan.

Y por eso también el recorte al presupuesto de publicidad oficial y los efectos que esto ha provocado.

En resumen, el periodismo –según López Obrador– debería ser parte de su proyecto, reconociendo su liderazgo y –como muchos políticos pretenden– dando sólo buenas noticias.

Al igual que con el tema de la austeridad, en el cual los recortes se hicieron con la habilidad de un matador de rastro y no con la de un cirujano, la relación prensa-AMLO es una en la que el mandatario –que se supone de todos los mexicanos– gusta enfrentarse a todos y no tener la valentía de ofrecer pruebas de las supuestas irregularidades que denuncia.

Pero en algo tiene razón: “ya no podemos seguir haciendo el mismo periodismo ni la misma política de antes; se requiere revisar bien todo esto y no enojarnos, ¿para qué nos vamos a enojar?”, pues sí y él debería ser el primero en practicar sus propios palabras.

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