A medida que se acerca la elección presidencial de 2024, un preocupante patrón se está haciendo cada vez más evidente: el uso perverso de encuestas electorales para desincentivar la participación ciudadana.
Esta estrategia, no sólo involucra a partidos políticos, también a empresas encuestadoras y algunos medios de comunicación. Se busca generar la percepción de que la contienda está completamente definida antes de tiempo, lo que podría llevar a que los votantes se sientan desilusionados y apáticos respecto a la elección.
El epicentro de esta perversa estrategia ha sido principalmente la estrecha relación, seguramente comercial, entre la precandidata de Morena y ciertas casas encuestadoras.
Algunas de estas empresas tienen vínculos previos con el gobierno de la Ciudad de México cuando Claudia Sheinbaum ejercía como jefa de gobierno. Esta cercanía plantea serias interrogantes sobre la objetividad y la imparcialidad de las encuestas que favorecen al partido oficial y a sus aliados.
El antecedente de estas casas encuestadoras es alarmante, la mayoría de ellas han fallado de manera significativa en sus mediciones sobre elecciones anteriores, especialmente en la pasada contienda en el Estado de México, donde llegaron a desviarse hasta por 20 o incluso 30 puntos porcentuales en sus predicciones.
En el Estado de México se publicaron infinidad de encuestas que presentaron durante meses como una inevitable ganadora a Delfina Gómez, esto generó una atmósfera de desaliento entre los votantes, situación que se vio reflejada en la pobre participación de la gente en la elección. Los ciudadanos dieron por hecho que su voto no marcaría ninguna diferencia, y los probables votantes de Alejandra del Moral se quedaron en sus casas el día de la jornada.
Las encuestas de Poder 360, FactoMetrica, Mendoza Blanco y Asociados, Voltia, CEPLAN y Target Consulting presentaban una diferencia porcentual mayor al 20% entre las dos candidatas contendientes.
Incluso las casas encuestadoras más mediáticas y supuestamente más prestigiadas, erraron en sus cálculos en un promedio de 15%. Tal es el caso de Covarrubias y Asociados, Berumen, Demoscopia Digital, El Financiero, Enkoll, Parametría, TResearch y Consulta Mitofsky.
Al final del día, Delfina Gomez ganó la elección, sólo que los resultados se quedaron muy lejos de la avalancha de ventaja que anunciaron las encuestas. La diferencia fue de apenas 8% y con una participación bajísima del 50%.
Las mismas encuestas que anunciaron esa una diferencia enorme en el Estado de México y fallaron, hoy pronostican exactamente el mismo escenario: una elección presidencial facturada desde ahora a favor de Claudia Sheinbaum.
Esta misma semana, el diario El Universal publicó en su primera plana una encuesta que marca una ventaja de casi 25 puntos de Claudia Sheinbaum sobre Xóchitl Gálvez, una diferencia abismal y claramente ilógica. La encuesta fue elaborada por la empresa Buendía & Márquez.
Buendía, junto con Enkoll y De las Heras-Demotecnia; fueron empresas vetadas en su momento por Marcelo Ebrard, Ricardo Monreal y Adán Augusto López por haber sido contratadas por el Gobierno de la Ciudad de México en tiempos de Sheinbaum.
La estrategia perversa no sólo ha sido empleada por morena, Samuel García también la ha utilizado. Una empresa denominada Territorial, con sede en el estado de Nuevo León, encuestadora de cabecera de MC en aquella entidad, publicó su más reciente medición en el periódico Publimetro. El resultado no puede ser mas absurdo y fuera de toda realidad, García habría rebasado a Xóchitl Gálvez, posicionándose en el segundo lugar debajo de Claudia Sheinbaum.
Para preservar la democracia y garantizar elecciones justas, es fundamental abordar esta manipulación de encuestas. Se deben implementar regulaciones más estrictas sobre la divulgación de encuestas y promover la transparencia en las relaciones entre partidos políticos y empresas encuestadoras.
En tanto lo anterior sucede, la pelota estará en la cancha de la autoridad electoral, quien debe emitir lineamientos provisionales para evitar los abusos y excesos en el uso y promoción de en encuestas, y sancionar a las empresas que incurran en prácticas ilegales.
Por su parte, los medios de comunicación y la sociedad deben estar alerta y ser críticos ante esta estrategia perversa, recordando que la democracia se fortalece si los ciudadanos participan activamente en el proceso electoral y tienen la confianza de que sus votos importan.
En 2024, los ciudadanos deben tomar decisiones informadas y respaldadas por la convicción de que su voz cuenta. La manipulación de encuestas no debe socavar este principio fundamental de la democracia.
