El Presidente está tratando de abrir lo más posible el juego para el 2024. Como en política no hay casualidades no tiene sentido colocar sólo en el terreno de las ocurrencias la lista de 43 presuntos aspirantes a la Presidencia que dio a conocer ayer en la mañanera.
En medio de la gran cantidad de problemas que tenemos, el Presidente opta una vez más por intentar dirigir la atención hacia otros rumbos a sabiendas de que la lista va a llamar la atención y va a llevar a los involucrados, en más de algún caso, a dirigir sus opiniones hacia el tema. Habrá quien se siente halagado por formar parte de la lista, habrá quien se ría de ella, habrá quien lo vea como una ocurrencia o distractor, pero a nadie le va a pasar de largo, el Presidente sabe que también de eso se trata.
Efectivamente pudiera ser un distractor, porque López Obrador tiende a moverse bajo la dinámica de soltar temas para pasar a segundo plano otros, sobre todo cuando éstos se convierten en problemas difíciles de atender y responder o que de plano van en su contra. Fanático del beisbol sabe que éste es un deporte que mucho tiene de magia, pero mucho también de engaño. No será ni la primera ni la última vez que lo haga, pero como en otras ocasiones se deberá a que algo anda visualizando.
Lo que es un hecho es que por más distractores que lance y suelte los problemas no desaparecen, tarde que temprano regresarán y se cobrarán por más que se les aplique la distracción. En su gobierno hay muchos pendientes que no parece atender y que tarde que temprano podrían aparecer dramáticamente.
Tendría lógica que rumbo al 2024 el Presidente quiera tener el control pleno del proceso electoral. No sólo para soltar listas odestapar “corcholatas”, sino para tener certezas de la continuidad de su proyecto. En este marco hay que considerar su propuesta de Reforma Electoral, la cual si se aprueba como viene su texto original va a poner en riesgo de focos rojos el destino político del país.
Morena, que está hecho a imagen y semejanza del tabasqueño, se mueve en función de lo que plantea y quiera el Presidente. Ya veremos cuando llegue el momento de decidir quién será su sucesor o sucesora. La decisión termina y empieza en Palacio Nacional y si no se aparece algún hecho que cambie la dinámica actual, la candidata debiera ser la actual inquilina de la capital.
El Presidente está enfrentando en este proceso situaciones que posiblemente no previó. Su “corcholata” no acaba de verse, por ahora, como una candidata fuerte, sin pasar por alto que la fuerza del Presidente sería clave para su eventual triunfo.
No queda claro cuál será el desenlace de este proceso. Si bien falta mucho, pero también poco, es muy temprano para poder tener claridad de quién puede ser la o el sucesor, el Presidente va teniendo una idea del que puede ser conveniente para su proyecto, el cual va a defender a como dé lugar, incluso si eso le cuesta cambiar el candidato en el 2024.
El asunto no está ni definido ni sencillo. Lo que me parece es que pudo haber precipitado colocar a sus “corcholatas” en la pista. Por más que pareciera existir una decisión está claro que al estar el juego abierto no solamente las “corcholatas” se mueven, también lo hacen los seguidores de las “corcholatas”.
Lo que llama la atención de la lista es que no se ve que haya un personaje que pudiera sacudir el momento actual con una candidatura que fuerza y confrontativa, el Presidente lo sabe y por eso lo expone.
Sin embargo, en medio del refuego político no queda claro que ante los escenarios imprevistos haya una “corcholata” segura y que en la lista de los 42 esté el o la candidata opositora.
RESQUICIOS.
Desde el sábado pasado se está llevando a cabo en Monterrey la Feria Internacional del Libro. Es un evento que crece y crece y particularmente este año ha llamado la atención porque es presencial después de los años de pandemia; es un evento necesario para la fiesta del conocimiento.
Este artículo fue publicado en La Razón el 14 de octubre de 2022. Agradecemos a Javier Solórzano su autorización para publicarlo en nuestra página.