Un estudio reciente de un profesor de sociología y teología de la Universidad de St. Mary, en Londres, dice que el cristianismo como estándar en Europa “probablemente se haya ido para siempre, o al menos en los próximos cien años”. Señala que en países como República Checa, Estonia, Suecia y Países Bajos, casi el 90% de los jóvenes entre 19 y 29 años se definen como no religiosos, mientras en las naciones más creyentes del viejo continente, Polonia y Lituania, entre el 18 y 25% de los jóvenes se consideran no religiosos.
Retomo esto a horas de que inicien las campañas electorales y luego de ver que Meade no va a iniciar este viernes sino hasta el domingo por “respeto a la fe de la mayoría de los mexicanos”.
Según un listado que publicó el año pasado el Vaticano, luego de Brasil, México es el segundo país del mundo con más católicos, 110.9 millones, es decir, casi el 90% de la población.
Dice Meade en un video que subió a sus perfiles sociales: “El próximo viernes comienzan legalmente las campañas electorales, coincide con el viernes santo, que es un día de gran trascendencia para las familias mexicanas, son días para reflexionar y estar con la familia. En respeto a sus tradiciones y la fe que comparto con ellas, comenzaré mis actividades públicas el próximo domingo”.
Creo que con este mensaje ya inició campaña y va precisamente dirigida a todos los creyentes nacionales y también creo que como dice el dicho (a propósito de la semana) “está viendo la rogación y no se hinca”, a ver qué dicen sus números la siguiente semana.
Otro que inicia campaña el domingo es López Obrador, quien apenas la semana pasada nos regaló otra joya de su devoción cristiana: “Soy admirador de Cristo Jesús, porque Cristo Jesús luchó a favor de los pobres; y Cristo es amor, y la justicia es amor”.
El artículo 24 constitucional precisa que toda persona tiene derecho a la libertad de convicciones éticas, de conciencia y de religión, y a tener o adoptar, en su caso, la de su agrado, sin embargo también indica que nadie puede utilizar los actos públicos de expresión de esa libertad con fines políticos, de proselitismo o de propaganda política, pero para los candidatos no hay una división entre Estado-Iglesia, y esto solo es un ejemplo de ello.