El inefable millonario Rupert Murdoch lanzó a Fox News en 1996, el cual muy pronto se convirtió en el canal de noticias de 24 horas más exitoso de Estados Unidos gracias a su sesgo ultraconservador, sensacionalista y groseramente manipulador. Fox News ha rebajado los estándares de los reportajes y comentarios políticos a niveles inimaginables. Son sus comentaristas diligentes émulos de Joseph Goebbels y de sus principios básicos de propaganda, de estrategias como: la simplificación, la transposición (cargar sobre el adversario los propios errores o defectos), la desfiguración (convertir cualquier relato, por pequeño que sea, en amenaza grave), la vulgarización (toda propaganda debe adaptarse el nivel del menos inteligente de los individuos. La capacidad receptiva de las masas es limitada, su comprensión, escasa y olvidan fácilmente), la orquestación (debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente. Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad) y la transfusión (la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un andamiaje de odios y prejuicios).
Fox News ha contribuido decisivamente a la “tabloidización” de la cultura política estadounidense introduciendo formas groseras en las discusiones de mayor importancia. La infame labor del canal de presentar hechos alternativos es una práctica cotidiana. Es dudoso que Trump pudiera haber radicalizado a tantos estadounidenses como lo ha hecho sin su ayuda. Sean Hannity, Tucker Carlson, Laura Ingraham, Lou Dobbs y el resto de los impresentables comentaristas de la cadena han sido fundamentales para incorporar al trumpismo en todos los ámbitos, desde la inmigración hasta la vigilancia policial, repitiendo constantemente mentiras y amenazas y dando crédito a las más extravagantes teorías conspirativas, incluidas las afirmaciones desacreditadas de fraude electoral que llevaron a la insurrección del 6 de enero de 2021 en el Capitolio. También ha divulgado hasta la saciedad en fantasías como la existencia de “Estado profundo”. La ominosa alianza de Fox News con Trump llevó al “mainstream” de la información pública estadounidense a supremacistas blancos, milicianos radicales y teóricos de la conspiración, antes confinados a la radio, quienes ven en el expresidente a la única persona capaz de interponerse entre la humanidad y un supuesto círculo infame de “pedófilos caníbales” y “adoradores de Satanás”.
Hace unos días Fox News decidió pagar la friolerita de 787.5 millones de dólares para evitar un juicio por difamación, causado por las mentiras que emitió sobre el presunto fraude en las elecciones presidenciales del 2020. La demandante es la empresa de recuento de votos Dominion Voting Systems, la cual acusaba a Fox de mentir en sus informaciones sobre el escrutinio electoral de 2020 y de presentarla de forma calumniosa como un instrumento al servicio de los demócratas para manipular los resultados. Reclamaba una indemnización de 1,600 millones de dólares, pero tan obvias eran las fake news y las mentiras de Fox News que el canal optó por admitir ante un juez la falsedad de “ciertas informaciones sobre Dominion” justo antes de empezar el juicio. Al aceptar este acuerdo, el canal no solo se ahorró 814 millones de dólares sino, sobre todo, la vergüenza de ver sus fraudes, falsedades y subterfugios reproducidas en la sala de un tribunal y en todos los medios informativos del país. De hecho, algunos de sus periodistas -e incluso el propio Murdoch- ya habían admitido previamente la falsía de las informaciones que divulgaban. El acuerdo también evita poner luz adicional sobre las mentiras electorales del expresidente Donald Trump, revelar más sobre cómo y bajo cuales criterios opera verdaderamente Fox e incluso -quizá- redefinir la muy polémica Ley de Difamación en los Estados Unidos.
El acuerdo muestra que existe un riesgo financiero real para los medios conservadores traficantes de las teorías de conspiración. Asimismo, debería constituir una gran lección para todos los canales radicales y alarmistas: mentir tiene consecuencias. Y también debería erigirse en una derrota política para Trump, cuyas mentiras sobre el supuesto fraude de 2020 quedan aún más evidenciadas. Pero esto, lamentablemente, no es seguro. Las cosas no cambiaran en Fox News. No habrá retractaciones públicas de los comunicadores estrella propaladores de bulos. El canal sigue diseminando alegremente sus tergiversaciones, sus falsedades y su discurso de odio de forma cotidiana y lo seguirá haciendo mientras exista. Para Fox, el resultado es costoso pero soportable. Los documentos hechos públicos sobre el caso prueban que acentuó su vocación por la mentira porque se percató de como empezaba a perder audiencia frente a opciones informativas más extremistas como One America News Network y Newsmax. Las secuelas de las elecciones empezaron a ser una amenaza existencial para Fox porque su audiencia desertaba para ir con sus competidores.
Hoy, su primacía dentro de los medios de derecha ha sido restaurada y los competidores casi se han desvanecido. La red perdió la demanda, pero sobrevivió y ganó la guerra. El juicio no ha tenido un efecto aparente en la audiencia del canal e incluso las acciones en el mercado de valores de la 20th Century Fox recuperaron sus niveles después de unos cuantos días de turbulencia. Las mentiras y el odio nunca dejarán de ser negocio. Para muchos estadounidenses Fox es una cadena sin credibilidad, ultraderechista y carente de ética, pero para otros muchos, las bases trumpistas en especial, es la fuente fundamental de información diaria y con sus afirmaciones comulgan a ciegas. Pero aún hay esperanza: Fox aún debe afrontar otra demanda similar de la empresa Smartmatic, la cual le reclama 2,700 millones de dólares. Y hay otros casos en preparación. Tal vez aun podamos ver a este canal expuesto por históricos testimonios de empleados, comentaristas, gerentes y de Rupert Murdoch, y esas revelaciones podrían cambiar, en alguna medida, la actitud de esta y de otros medios similares. O tal vez Fox News se vería obligado a pagar una cantidad asombrosa de dinero, suficiente para paralizarlo permanentemente. Esperar que los empleados y propietarios de Fox puedan avergonzarse es simplemente un pensamiento mágico, pero un veredicto de difamación en el caso de Smartmatic finalmente pueda obligarlos a disculparse públicamente a al menos explicar sus mentiras electorales a los espectadores, aunque solo sea por una sola ocasión.