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Joan Manuel Serrat obtiene el Premio Princesa de Asturias de las Artes 2024. Una gran noticia para quienes admiramos su música, incrustada en el canto nuevo, sin tener la pátina de panfleto de la nueva trova cubana.

Serrat es un icono del canto de protesta y un exponente de la poesía española e hispanoamericana. Es decir, un incitador del amor con Antonio Machado, un pregonero de la libertad con Miguel Hernández y un desencantado quijote que declama a León Felipe.

Allá en las calles de Poble Sec, con sus tabernas y sus plazas, lo recuerdan los viejos con orgullo. Ahí golpeé la pelota con uno de ellos y con sus nietos, en un trepidante partido de fútbol callejero junto a uno de mis hijos y, por un momento, se nos fue la vida juntos pars defender la casaca de Barcelona y denostar, como lo ha hecho Serrat, el fanatismo separatista. Aquellos viejos se sorprendieron cuando les platiqué que el populismo mexicano (disfrazado de izquierda) se apropió del cantautor catalán como si fuera suyo y no un hombre universal, un ciudadano del mundo como dijera Albert Camus para aludir a los hombres que hallan su tierra donde hay vino o agua fresca.

“Para la libertad sangro, lucho, pervivo.
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.

(…)

“Retoñarán aladas de savia sin otoño
reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida.
Porque soy como el árbol talado, que retoño:
porque aún tengo la vida”.

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