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Si no eres obradorista hay aún menos formas de que Hernán Gómez Bruera te haga sonreír. Entre ellas, estas: sus afirmaciones políticas con cara muy seria y estilo muy “fresa”. Verlo besar propagandísticamente postes con propaganda no tiene el mismo efecto: esos arranques de política quinceañera y comercial dan asco. A mí, dicha la verdad, siempre me hizo reír su “crítica” a la comentocracia. Y si algo me impresiona de Hernán es la relativa inconsciencia o la bruta desfachatez con que año tras año despotrica contra… sus homólogos y pares. Revisemos su “crítica” –en este caso, uso las comillas porque los dichos llenos de facundia obradorista se reducen a retórica, a pose, a escondite.

La de Hernán a la comentocracia es una “crítica” absurda y babeante perpetrada por un comentócrata. Hablar contra la comentocracia es una de sus debilidades, como registra Angélica Recillas en el volumen 1 del libro Los farsantes de la 4T. Claro, hablar farsantemente de la misma. De veras da risa: Hernán como no-comentócrata es un postulado tan gracioso o grotesco como hacer la Revolución con Slim, (decir) ser “socialista democrático” pero ser “pro4T” (la “4T” es clientelista y autoritaria), estar en la lucha contra el nepotismo admitiendo el liderazgo de un tal Andy, etc. Todo indica que falta aclarar qué es la comentocracia, así como qué es o no es un comentócrata.

Empecemos la clarificación de esta manera: si Luis Cárdenas es un comentócrata, Hernán Gómez también lo es. ¿Cárdenas es parte de la comentocracia? Sí. Y ese comentócrata sostiene desde hace años a Hernán como su colaborador regular para hacer lo mismo (comentar), entonces, Hernán es un comentócrata. Los espacios que ocupa Cárdenas y el cómo los ocupa corresponden, en primer lugar, a la comentocracia, no al mero noticiero, no al periodismo de investigación, tampoco al análisis. Hernán hace “buena” parte de su vida mediática en esos espacios, con y como Cárdenas, por lo que esa vida corresponde a la comentocracia. Ésta no sólo incluye la actividad de comentar, también el llevarla a cabo en medios de élite. De élite no por su nivel intelectual y méritos periodísticos sino por su carácter de medios tradicionalmente establecidos, económicamente poderosos –o “respetables” y considerables-, e influyentes por lo mismo entre las élites políticas, de una influencia real o potencial en diversas coyunturas. La comentocracia original y típica no puede separarse de las nociones de influencia, así sea subordinada o subsidiaria, y de privilegio mediático-político. Este es el modo más riguroso, más exigente, menos condescendiente, por eso mejor, de entender lo comentocrático. El “cracia” en la palabra comentocracia no está ahí como mera gracia (concesión gratuita) del creador lingüístico.

¿Qué es ser comentócrata? Estar de planta en esos medios, como MVS y El Universal, para comentar, de lo que sea o convenga, y además cobrar, en la línea del comentario como modus vivendi. Desde luego, el problema en sí no es recibir un salario, sólo señalo otro atributo comentocrático, el de cobrar por el simple hecho de comentar rutinariamente en ciertos medios sobre cualquier tema que se imponga, sin importar la calidad. Todo eso es ser comentócrata. O dicho de otro modo: el y la comentócrata son cabezas parlantes y apoltronadas en medios de fama inercial; más parlantes que tecleantes, pueden usar la cabeza más o menos que otros de su grupo, con o sin partidismo, con o sin corrupción, de izquierda o derecha o sin ellas, siendo locales o “nacionales”; pero lo que es definitorio es el hecho de que están apoltronados y el lugar donde lo están: en los medios más tradicionales en cada sentido de la palabra, o aun también en los medios que se están transformando en tradicionales como defensores del poder. La comentocracia de mañana puede tener miembros que hoy no lo son… Así, los obradoristas en el poder han delineado y rellenado un subtipo de comentócrata, el comentócrata propagandista (de medio tiempo o tiempo completo y con pie o no en YouTube). Hernán lo es.

Ya no tan exitoso como antes, pero eso es. El hermano de Facundo eso fue y sigue siendo. Con problemas internos… Que también use las “redes sociales” no significa mucho: su presencia mediática principal es tradicional, es decir, en espacios como los que dirige Cárdenas; la presencia mediática de Hernán ha dependido de lo tradicional, de ser conocido y aceptado por su aparición frecuente en esos medios ni independientes ni alternativos; su desempeño es, igualmente, tradicional, además de partidista y mediocre: comentarios como tantos otros antes y después de la transición democrática pero sobre todo antes, a favor del partido en el poder y/o de algunos poderosos miembros del partido. Eso es lo básico de Hernán, lo demás ha sido su farsa “progresista” como defensor de la farsa obradorista y llevarla a tuits y videos.

El comentócrata no es lo mismo que cualquier comentarista, tampoco es idéntico al intelectual público. El comentócrata es un tipo de comentarista, no al revés, y así como hay intelectuales públicos que llegan a la comentocracia hay otros que no llegan a ella –ni la buscan- y comentócratas que no son intelectuales públicos. Lo que caracteriza al comentarista mediático es sólo eso, comentar y hacerlo en algún medio; pero en el caso del comentócrata la característica principal es comentar desde el privilegio y esto es hacerlo desde lugares mediáticos privilegiados; mientras tanto, al intelectual público aún lo define mejor otra cosa: el hecho de cuando menos comentar sobre los asuntos públicos pero siempre y cuando sea con la perspectiva ética de la intervención libre e individual en el intercambio público sobre esos asuntos. En el intelectual público siempre hay un ideal de deliberación pública, de usar la razón en público sobre lo público, con una intención de beneficio para lo público y el público. Esto puede realizarse en distintos grados y con distintos efectos, pero siempre está ese ideal, necesariamente. En el caso de los comentaristas y comentócratas no es así, no necesariamente. Algunos pueden tener alguna utilidad pública pero muchos más no, y en este México cada vez son más los que son sólo partidistamente útiles. Por su parte, el Hernán amloísta no es un intelectual público, tampoco un analista, ni un simple comentarista en el sentido más estricto; es un comentarista simplista, esto sí, pero también un comentarista de comentocracia, desde dentro de ella y su sector obradorista. A quien lo dude, le recuerdo: Hernán es el que desde El Universal exigía la reforma fiscal a Monreal pero no a López Obrador, o el que criticaba a un senador dependiente por no proponer esa reforma pero no criticaba al presidente por no proponerla ni encargarla; y Hernán es el que recientemente se grabó besando postes de política en campaña electoral. Ningún analista, ningún intelectual, de ningún tipo respetable, en ningún lugar digno, hace tal porquería. Porquería de 360 grados, entera, total. ¡Y Hernán lo publica! Lo hace y lo publica, ¿por qué lo olvidaríamos?

Asimismo, si no toda participación mediática es comentocrática, no todos los medios de comunicación son comentocracia. Etcétera actual es un ejemplo de medio independiente y heterodoxo, no sólo con piernas en distintas plataformas; un medio que especialmente por su heterodoxia en formas y fondos no pertenece a los comentócratas. Éstos forman –no monolíticamente- otra de las élites –no meritocratizadas- en las que cada vez habitan –y medran- más obradoristas. Esto mientras no pocos obradoristas de élite mediática juran y perjuran que en el obradorismo no hay élites internas ni relación alguna con las tradicionales o preexistentes. Hernán es, aunque con fuerza decreciente, uno de los átomos elitarios, de la élite mediática obradorista y la élite mediática tradicional que existía antes de 2018.

Es mucho mejor la posición histórica de Jorge Castañeda, quien nunca ha negado ser parte de la comentocracia y le ha hecho una crítica al estamento por su tendencia a la mediocridad. Hernán, en cambio, siendo parte del estamento y de la tendencia –cuya síntesis fueron sus constantes y creyentes participaciones proAMLO en el programa de Carlos Loret en Televisa-, niega ser lo que es y repite una “crítica” inconsistente, retórica, ridícula. Pero así es la vida de Hernán desde 2018, cuesta abajo: llena de inconsistencias e inconstancias en lo sustantivo, de contradicciones, de banderías y bandazos, de grillas dadas y recibidas, de muchas payasadas y propaganda, de subidas y bajadas con el poder por el poder. Un comentócrata que a veces da risa y otras veces da pena. Un comentócrata, me parece a mí, que dentro de unos años se va a arrepentir de su papel en medios en estos sexenios. ¿Quién no se arrepentiría, por ejemplo, de ser más famoso por hacer y besar propaganda pseudoprogresista?

Extra: por lo que ha pasado en este país, no sólo son criticables las élites políticas obradoristas. Son las principales criticables pero criticables son todas las élites políticas. Si otras no hubieran fallado tanto, no habrían llegado al poder las obradoristas. Y no sólo las élites políticas merecen crítica, también las empresariales, incluidas las mediáticas. Y no sólo las mediáticas, igualmente las culturales. Élites mediáticas y culturales son los cabos de la comentocracia. Pensemos preguntas como estas: ¿por qué Fabrizio Mejía Madrid y Sabina Berman quisieron colaborar y colaboraron en Nexos y Letras Libres? ¿Por qué si, como sugieren hoy, esas revistas son lo peor de la vida cultural? ¿Por qué Nexos y Letras Libres quisieron o aceptaron que colaboraran Berman y Mejía Madrid? ¿De veras se descompusieron en 2018 o antes de ese año ya eran dos cabezas podridas? También en Nexos colaboró Gómez Bruera, desde ahí llegó… Son dos revistas que sí han hecho aportaciones varias y en las que aún aportan intelectuales mexicanos y no mexicanos de alto nivel, pero también son revistas disparejas que en sus catálogos tienen apellidos y episodios que –obradoristas y no obradoristas- deben ser revisados y criticados, para intentar no repetirlos.

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