Dice Enrique Galván Ochoa en Twitter: “Andrés Manuel López Obrador ha sido objeto, no sólo ahora sino a lo largo de toda su carrera política, de los ataques más canallescos, y sin posibilidad de defenderse, porque la mayoría de los medios le han tenido, y le tienen, las puertas cerradas. Con algunas contadas excepciones”.
Andrés Manuel López Obrador ha sido objeto, no sólo ahora sino a lo largo de toda su carrera política, de los ataques más canallescos, y sin posibilidad de defenderse, porque la mayoría de los medios le han tenido, y le tienen, las puertas cerradas. Con algunas contadas… pic.twitter.com/ZNQZ1caL3K
— Enrique Galván Ochoa (@galvanochoa) July 18, 2023
Galván miente, finge demencia o ambas cosas. Pero los datos siempre son el mejor antídoto contra la amnesia. Repasemos quiénes eran algunas de esas honrosas excepciones que la abrieron sus puertas a López Obrador en su largo trayecto como opositor.
Ciro Gómez Leyva. Cuando se desempeñó como reportero en el periódico Reforma, le dio cobertura a su movimiento de resistencia cuando perdió la elección de gobernador en Tabasco frente a Roberto Madrazo en 1994; en diciembre de aquel año le hizo una entrevista que se fue a primera plana. Años después, en 1999, cuando Gómez Leyva trabajaba en Milenio, lo entrevistó de nueva cuenta para la desaparecida revista de este grupo editorial y el titular de portada de aquel ejemplar decía: “El hombre que sacó del marasmo a la izquierda” y se calificaba como exitosa su gestión como dirigente nacional del PRD. Cuando Ciro Gómez Leyva y Denise Maerker conducían el noticiero estelar de CNI Canal 40, fue ésta la única cadena de televisión mexicana que cubrió en vivo el 24 de abril de 2005, la marcha en contra del desafuero de López Obrador con ambos periodistas encabezando la transmisión.
Carmen Aristegui. Sin duda alguna, la periodista fue de las más decididas impulsoras de López Obrador como líder opositor y de las que más espacio le dio en sus programas de noticias cuando el tabasqueño se decía víctima de un cerco informativo. Tan solo en MVS, donde Aristegui estuvo entre 2009 y 2015, lo entrevistó en 28 ocasiones, mucho más que a cualquier personaje político nacional de los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto. La duración promedio de estas conversaciones oscilaba entre 52 minutos y una hora 20 minutos y la mayoría de ellas eran a modo, es decir, lo dejaba explayarse en su línea discursiva conocida en él: los buenos contra los malos y la “transformación” que el proponía para el país. Muy pocas veces recibía cuestionamientos y cuando los había, eran light.
Proceso. A la par de ser crítico de los gobiernos de Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto, Proceso dio amplia cobertura en sus páginas a la figura de Andrés Manuel Obrador como dirigente político opositor, jefe de Gobierno del DF y candidato presidencial. Este medio de comunicación fue de los más críticos de los procesos electorales de 2006 y 2012 y de cierta manera, convalidó la teoría de que López Obrador fue víctima de fraude en ambas ocasiones.
Ricardo Rocha. El periodista, fallecido recientemente, fue quien dio una de las coberturas más amplias a todo el proceso de desafuero de López Obrador y en muchas ocasiones dedicó íntegro su espacio noticioso de Radio Fórmula a este tema, con diferentes testimonios. También lo respaldo en sus denuncias de fraude en la elección de 2006. En sus columnas lo destacó en múltiples ocasiones como un líder social casi de excepción.
En una gran paradoja a lo que asegura Galván Ochoa en su tuit, es López Obrador quien con el inmenso poder que le da la Presidencia de la República, lleva a cabo los ataques canallescos contra los medios y periodistas que como opositor le dieron voz, borrando de su mente el apoyo que le dieron.
De Gómez Leyva dice que es dañino para la salud escucharlo, lo acusa – sin pruebas – de enriquecerse inexplicablemente, ser cómplice de García Luna y de guardar silencio ante la violencia desatada en el sexenio de Calderón, entre muchas otras acusaciones.
De Aristegui, hoy sostiene que solo simuló tener apertura hacia él porque en realidad, siempre perteneció al bloque conservador y sólo hasta hoy, “enseñó el cobre”. El propio Galván Ochoa, quien recientemente rompió su relación con la periodista, hoy secunda los ataques en su contra.
A Ricardo Rocha, lo incluyó en una lista de comunicadores “chayoteros” que recibían dinero del gobierno de Peña Nieto, lo cual motivó que el periodista se presentara en la mañanera a confrontarlo, en los pocos derechos de réplica genuinos que el presidente ha concedido en su tribuna de Palacio Nacional. De hecho, en el mensaje que López Obrador escribió con motivo de su fallecimiento, reconoció que aunque lo apoyó, al final tuvo diferencias con él.
De Proceso afirma que se “derechizó” y traicionó su historia; según él, no hace periodismo a favor del pueblo ni ha contribuido al cambio. Pero no solo eso, sino que castigó a la revista con los recursos de publicidad: de los poco más de 30 millones que le dio en los dos primeros años de su gestión, para 2021 los redujo a cerca de 3 millones y para 2022, los suprimió a cero pesos. Eso sí, a La Jornada, donde Galván Ochoa labora, le ha pagado casi 900 millones durante su sexenio.
Es precisamente La Jornada, uno de los pocos medios a los que López Obrador le ha concedido entrevistas como presidente de la República. Y no es que Proceso, Reforma, Aristegui y Gómez Leyva le cierren las puertas como dice Galván Ochoa; es López Obrador quien ha dicho que se reserva el derecho de decidir con quién conversa, según él, para no exponer su investidura. Lo cierto es que al mandatario solo le interesan las “preguntas” que le den la pauta para la retórica que a diario despliega en las mañaneras.