El diálogo es una necesidad absoluta en nuestra sociedad; es en esencia el proceso mediante el cual se busca llegar a un acuerdo por medio de la apertura y la inteligencia, tomando en cuenta las opiniones de los otros; escucharlos, darle valor a sus puntos de vista y buscar entender a cabalidad lo que dicen. Eso si, de entrada debemos considerar al otro como honesto e íntegro hasta que se demuestre lo contrario, lo cual lamentablemente no es algo inusual.
Evidentemente siempre habrá lugar para una legítima y razonable diferencia de opiniones, y si finalmente, como sucede en algunos casos, no se consigue un acuerdo basta con que no se ahonden las diferencias ni los desacuerdos.
El debate debe de ser respetuoso, incluso cuando no conduce a un acuerdo. El cálculo perverso supone un uso retorcido de la conversación para evitar la resolución de los conflictos, en vez de progresar hacia el acuerdo. Desgraciadamente en política, pero también en los negocios y en otros ámbitos se esconden trabas y lastres tales como el considerarse dueños de la verdad, mostrando arrogancia en lugar de comprensión cayendo en el abuso de la argumentación y la pedantería.
Dice Voltaire: “La tolerancia es la consecuencia necesaria de la comprensión de que somos personas falibles: equivocarse es humano, y todos nosotros cometemos continuos errores. Por lo tanto, dejémonos perdonar unos a otros nuestras necedades”. Es por eso que debemos desarrollar nuestras habilidades para disentir con inteligencia y amabilidad sabiendo que no somos infalibles. El respeto por quienes piensan diferente nos impide usar mentiras, comentarios cáusticos o ataques personales.
Desde John Locke, el filósofo que fundamentó por primera vez la tolerancia, pasando por Voltaire, que la defendió de una forma radical, ésta ha provocado discusiones constantes. Karl Popper retomó el tema formulando la “paradoja de la tolerancia” en su libro La sociedad abierta y sus enemigos, obra que escribió durante la Segunda Guerra Mundial y que constituye su aportación en la lucha contra los totalitarismos.
En el caso de Popper es bien conocida su paradoja de la tolerancia: La tolerancia ilimitada conduce a la desaparición de la tolerancia. En apretado resumen es: “Si extendemos la tolerancia ilimitada aun a aquellos que son intolerantes; si no nos hallamos preparados para defender una sociedad tolerante contra las tropelías de los intolerantes, el resultado será la destrucción de los tolerantes y, junto como ellos, de la tolerancia. Tomando en cuenta lo anterior resulta imperativo contrarrestar mediante argumentos racionales todo intento de imponernos una doctrina de intolerancia y censura, y de paso exhibirlas ante la opinión publica. El Estado debe tener el derecho de prohibirlas, si se necesario por la fuerza de la ley. Deberemos reclamar, en nombre de la tolerancia, el derecho a no tolerar a los intolerantes. Deberemos exigir que todo movimiento que predique la intolerancia quede al margen de la ley y que se considere criminal cualquier incitación a la intolerancia y a la persecución.”
En esta ocasión no traeré a colación ejemplos de la cerrazón y la intolerancia que son las características principales de la llamada 4T en México, no, ahora, aprovechando un evento de actualidad como lo es el Mundial de Futbol comentare sobre la intolerancia en una teocracia islámica.
Para quienes vivimos en un país demócrata en el que existe libertad de cultos resulta inadmisible la brutal intolerancia que se practica por motivos religiosas en algunos países islámicos, como lo estamos viendo en Irán. Del 16 de septiembre al 12 de noviembre 2022, según la ONG Irán Human Rights con sede en Noruega, al menos 326 personas han muerto a manos de las fuerzas de seguridad iraníes desde que comenzaron las protestas el 16 de septiembre, entre ellas 43 menores todo por manifestarse tras la muerte de Jina Mahsa Amini, mujer que falleció tras ser detenida por la llamada policía de la moralidad de Irán, que la acusó de violar los estrictos códigos de vestimenta relacionados con el velo o hiyab.
El 14 de noviembre el Tribunal Revolucionario de Teherán sentenció a muerte a un acusado, cuyo nombre no se dio a conocer, por el delito de “enemistad contra Dios”. https://www.bbc.com/mundo/
Evidentemente la tolerancia no es una virtud que puedan presumir esas teocracias. Es en resumidas cuentas, su manera de pensar y actuar, actitud alejada de la tolerancia que normalmente se tiene para con el Islam en nuestros países occidentales.
Incómoda realidad de la que debemos extraer una enseñanza; jamás tolerar la intolerancia.