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No sé si te pasa pero hay días que me canso de poner fronteras y luchar por mis derechos con las personas que me rodean, ya sea en asuntos de servicios, en temas personales y claro no quiero hacer de esto un pañuelo de lágrimas o un curita para mis penas, sólo hago una reflexión cuando el año agoniza. Y es que a veces siento que haber nacido mujer en un país ultra machista, en una generación que va abriendo los ojos repletos de lagañas, en un país que se resiste a la democracia, es pensar que tienes que estar a las vivas cada segundo. Sabemos que el odio o la ira no son la respuesta correcta pero se pierde la paciencia cuando, de arriba hacia abajo y a la inversa, tienes que delimitar tus derechos, recordar los afectos y ratificar los acuerdos. 

Te levantas por la mañana y se descompone el internet, haces el reporte y te dan un tiempo de espera que se extiende ad infínitum como la red que prometen y no dan; de ahí en adelante nadie te vuelve a contestar porque ya tomaron el reporte y los operadores están para los clientes nuevos, tú ya eres de casa y pues te aguantas o te quedas sin servicio. Aquello de la calidad en el servicio es un tema fifí, un asunto neoliberal, con tanto pueblo bueno teniendo que marchar en domingo al fin y al cabo eres privilegiada eso hoy es como llevar la letra escarlata, mientras el mundo no se componga NO VUELVAS A QUEJARTE. 

Naciste blanca y hoy el tema es Prieto Power, arrodíllate y pide perdón, tu color traicionero es vestigio de colonizadores que nos tienen sumidos en este ajo. Antaño criticaste otros gobiernos pero no fue suficiente y eres culpable así que hoy te callas. Como la esposa sumisa que un día dejó al golpeador por un manipulador que hoy la madrea peor pero se calla por pudor, para no admitir que el nuevo le salió peor y busca autoengañarse para que no se note con los vecinos.

Te conectas al curso que necesitas para impartir clases el nuevo semestre; excelente propósito es capacitar a los jóvenes para coadyuvar con la Agenda 2030, en específico con erradicar el hambre en el mundo y sólo escuchas actos de contrición, recriminación por la cuna en que osaste nacer y te señala culpable, así que el ejercicio es pasar todo un día pensando que te mueres de hambre para que así expíes la culpa de tener algo de sobre peso: blanca y gordita mmm Culpable. A nadie le basta que le digas que el tema te importa, que haces lo que puedes y claro, gozas de tus privilegios porque con ello honras quién eres, lo que te tocó por suerte y lo que tu trabajo y esfuerzos te ha conseguido, de lo contrario te conviertes en una ingrata. Eso no excluye la consciencia ni la compasión, pero una suerte de deidad envidiosa debe regir tu conciencia una suerte de auditor a la inversa que te dice: ¡Sobre tus hombros pesa toda la pobreza del mundo así que calla! Eso te hará mejor profesor, nada de revisar secuencias didácticas o estrategias para que los jóvenes tomen el tema con seriedad, apachurrémonos el alma primero. 

Como eres mujer liberada trabajas y las cuentas se dividen por igual, pero no propongas pedir cuentas o auditar finanzas porque la libertad tiene sus límites y la transparencia es un tema de opositores, cuando el patriarca ejerce el poder no se le ha de cuestionar porque su narrativa profética y divina es la evidencia perfecta que no supone ajustes ni enmiendas. Tu desacato pone en riesgo el matrimonio, tus cuestionamientos políticos una agenda sospechosa de ultraderecha. Mira que te has de quedar sola y eso es mácula de que no diste el ancho como mujer. Exigir que se respete al INE es una arrogancia y marchar por ello peor, no en balde el rosa distingue a la institución que cuando soltera recibió halagos pero hoy ya consagrados es una perra institución. Las marchas y protestas son licencias del patriarca protector que él supone que las inventa y por ello las aceita con recursos de todos los mexicanos que para esos si es incluyente. La clase media que se queja es hoy engendro de privilegios, traicioneros pérfidos que cuestionan al rector.

Calladita no te quejes, las mujeres luchonas se callan, cuidan y resguardan las costumbres, los antepasados, los matrimonios, porque si eres mujer tu bandera ha de ser la prudencia, y si eres clase media con tonos claros UFF un regimiento de Malinches que no entienden el humanista a la mexicana.  El códice por escribir de Papá grande  que no se debe cuestionar sino alabar, un tata que sólo mira a los pobres de piel oscura (su blanquez es signo de su grandeza, sólo él y sus súbditos pueden portar títulos, apellidos extranjeros, símbolos de su pura estirpe) los obedientes, los zalameros los que besan el piso por donde él anda y miran como él los proyectos imaginarios del Cielo que les cuenta. Mientras tanto y sobre el Zócalo ralo todos pisan las siluetas de las mujeres que han muerto, ni una línea en su discurso porque es tacaño con sus halagos y pródigo con sus aplaudidores. Cada día más pobres pero ungidos por Él. Los como yo, clase medieros llevamos en la piel, en el título y en la convicción la marca púrpura de la traición, más si somos mujeres que vociferamos, somos el tapete que esconde a los mismos pobres que son más pobres, a los muertos que se apilan por segundos, porque en el nuevo humanismo quienes no ven el espejismo son escoria. 

Entonces me pregunto de Echeverría al López Obrador, pasando por Peña Nieto si todos estos coletazos dinosaurios no son convulsiones de un sistema patriarcal que no comprende que el mundo cambia, y que estas brujas y brujos traicioneros, con sus privilegios y sus modos tienen todo el derecho de arengar y de marchar. 

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