domingo 07 julio 2024

La opaca salud de Delfina

por Alejandra Escobar Atempa

Además de la corrupción y la mentira, la opacidad es una de las características que definen al gobierno obradorista. Si de salud hablamos, ninguno de los principales alfiles del régimen, empezando por la cabeza, ha sido capaz de transparentar su condición médica.

Exactamente hace cinco años, etcétera preguntó al entonces candidato de Morena a la Presidencia de la República si contaba con las condiciones óptimas de salud para asumir el cargo, de ganar las elecciones. Por supuesto que no obtuvimos respuesta, y en declaraciones públicas, el candidato de la coalición Juntos Haremos Historia se limitó a decir: “Ando muy bien de salud. Gracias a la ciencia y al creador estoy bien de salud”.

En 2018 los cuestionamientos a la salud de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) derivaron de la información publicada por los periodistas Pablo Hiriart y Raymundo Riva Palacio respecto a que el candidato presidencial era atendido por un padecimiento crónico de columna por un médico cubano residente en Miami, especializado en enfermedades de la columna asociadas al cerebro, el doctor Félix Dolorit. 

Según sostuvo Hiriart, AMLO era atendido cada dos semanas con analgésicos inyectados por el neurocirujano a espera de una cirugía de la columna que, por diversos motivos, López Obrador había pospuesto.

Las preguntas eran claras: ¿podría asumir la Presidencia? ¿Qué afectaciones cerebrales tenía con su padecimiento en la columna? ¿Qué consecuencias tenían esos medicamentos? ¿En serio bateaba al 100? 

Para el 25 de mayo, 36 días antes de las elecciones, en etcétera insistimos: los candidatos presidenciales, por ser un tema de interés público, debían transparentar su estado de salud.

Con todos menos conmigo

No lo hicieron, menos el Andrés Manuel del 8 de diciembre de 2016, quien, en directo desde Primero Noticias en Televisa con Carlos Loret, muy avalentonado aseguró que los candidatos debían hacer público su reporte médico.

—¿Usted cree que el reporte médico de los candidatos a la Presidencia de la República tiene que hacerse público?, cuestionó Ana Francisca Vega.

—Sí, sí, y, además, para qué ocultar las cosas. A mí me dio ese infarto muy fuerte, quizá no estaría contándolo si me hubiera agarrado a donde voy, a los pueblos más apartados, respondió Andrés Manuel.

Enseguida, Enrique Campos señaló:

—De hecho, hace poco usted dijo que el presidente Peña tenía cáncer. ¿Usted cree que debería informarlo si es así?

—Sí, si estuviera enfermo, por qué no decirlo.

Él no lo dijo. Tras años de mentir, ocultar y afirmar que “estoy al cien”, el pasado 30 de septiembre de 2022 el “corredor keniano” (mote que una de las propagandistas de la mañanera le asignó para encubrir sus padecimientos) por fin admitió que “estoy enfermo”. No le quedaba de otra: un día antes, en el capítulo semanal de Loret en Latinus, el periodista informó de un hackeo nunca antes visto a los servidores de la Secretaría de la Defensa Nacional, realizado por el Grupo Guacamaya. Esta información revelaba bitácoras de la hospitalización de emergencia a la que tuvo que ser sometido el 2 de enero de ese año, así como los padecimientos que AMLO sufre: angina, hipotiroidismo y gota.

A imagen y semejanza

Y, como buena alumna, Delfina Gómez Álvarez ha ocultado su situación médica. El pasado 11 de octubre etcétera tuvo acceso a fuentes oficiales que declararon que la “maestra” está enferma, muy enferma.

En un video, el periodista y director de etcétera Marco Levario Turcott reveló que problemas cardíacos le habían impedido aparecer en público y llevar a cabo las tareas y ritmos que una precandidatura al gobierno del Estado de México le requerían. Dichas fuentes aseguraron que, incluso, Delfina no quería salir de la Secretaría de Educación Pública, pero la orden presidencial era otra. 

Tan preocupados estaban en el gobierno federal por la salud de la morenista que, el 13 de octubre, Horacio Duarte tuvo que dejar su cargo como titular de la Agencia Nacional de Aduanas de México (ANAM) para liderar la campaña a la gubernatura del Estado de México.

Cuatro días más tarde, y luego de las insistentes preguntas en medios sobre la salud de la exsecretaria de Educación Pública, el propio Duarte se vio obligado a responder en Twitter sobre la salud de Delfina al fiel estilo obradorista: es una guerra sucia.

“Hoy estuve trabajando arduamente con la Mtra. @delfinagomeza. La oposición ya empezó con su guerra de lodo. Aquí lo único enfermo es el Estado de México por el cáncer de la corrupción. Ya no hallan ni qué inventar”.

Al momento de concluir este artículo, Delfina Gómez no ha transparentado su estado de salud, y su equipo tampoco ha respondido a la solicitud de etcétera de presentar un informe médico. En el Estado de México viven 17 millones de personas que tienen el derecho de saber sobre las consecuencias de elegir a un gobernante enfermo; el país lo supo demasiado tarde de su presidente.

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