“…es el mundo que ha sido puesto ante tus ojos para ocultarte la verdad.
Si tomas la píldora azul fin de la historia. Despertarás en tu cama y creerás lo que quieras creer. Si tomas la píldora roja, te quedas en el País de las Maravillas y yo te enseñaré hasta dónde llega la madriguera del conejo. Recuerda, todo lo que te ofrezco es la verdad. Nada más”.
Con ese dialogo Morfeo convencía a Neo de despertar a la realidad y conocer “la verdad”, dentro de la ficción de la película “The Matrix”.
Recordando, la verdad se forma cuando una persona puede dar como válidas sus ideas, creencias, pensamientos y juicios, al relacionarlos con lo que percibe como realidad. El factor determinante es subjetivo, propio del ser humano: la percepción.
Para una persona cuando una idea le resulta concordante a sus supuestos, juicios, pensamientos y creencias preexistentes, le genera un estado de certidumbre, refuerza su propia percepción e identidad y la acepta como válida, es decir, como verdadera.
A nadie le gusta creer que está siendo engañado. La verdad y la confianza están relacionados para ofrecer certeza y poder construir lazos sociales. Desde la familia, el núcleo social básico, o hasta el colectivo que da por válido a su gobierno, basan su relación en la confianza.
Sólo cuando una persona sabe que su entorno próximo comparte sus valores e ideas es que puede depositar en ellos su confianza. Y precisamente sucede lo contrario, no compartir valores e ideas es donde inicia la desconfianza.
En la época actual el ecosistema digital pone al alcance de la mano de prácticamente cualquier persona una cantidad de contenido difícil de asimilar, por lo que la tendencia natural es consumir únicamente lo que concuerda con los códigos preexistentes, reforzando prejuicios y supuestos. El usuario promedio tiende a consumir el contenido digital desde el sesgo de confirmación.
En este punto es donde encajan las estrategias de desinformación, cuando el usuario encuentra contenido impreciso o irreal, pero que concuerda con sus supuestos. Lo que a la vez solo refuerza y lo mantiene en la ignorancia.
El problema es que hoy día el esfuerzo de manipulación es sostenido, consistente e incesante. Ya es necesario entender que la consecuencia más grave de consumir anti-información es la perdida de la capacidad de asociar un hecho comprobable con la realidad y aceptarlo, sin lugar a dudas, como la verdad.
Es anti-información ofrecida principalmente por pseudo-medios que sustentan a la sociedad de la ignorancia al ofrecer a la audiencia contenido aprovechando la necesidad de creer y su propensión natural al refuerzo de su identidad.
La realidad no se puede cambiar, pero se puede cambiar la forma en que se percibe y se interpreta al reconceptualizar términos y conceptos, y en algunos casos resignificar la historia.
Ahí se entiende el efecto nocivo de los pseudo-medios que ofrecen anti-información, son fuentes que solo están participando en formar la sociedad de la ignorancia.
¿Por qué es posible?
¿Por qué la audiencia formada por personas de cualquier tipo o perfil puede aceptar como válido contenido completamente equivocado o irreal, como son las teorías de conspiración y complots?
La razón que se ha estudiado es la necesidad humana de sentirse en control aún de las situaciones más azarosas o caóticas. El problema es que el caos, el desorden, el azar, lo primero que causan es incertidumbre, que a la vez es el elemento inicial que genera miedo como estímulo emotivo.
Para evitar ese miedo el ser humano, cualquier persona común y corriente sin importar formación o preparación académica, lo que hace es echar mano de sus códigos preexistentes, aunque no sean suficientes como explicación. Así, sus supuestos ofrecen la explicación más satisfactoria, aunque no sea necesariamente la correcta o real.
Decíamos, la confianza es un elemento básico para generar lazos y relaciones. Cuando esos supuestos se comparten en un grupo social se refuerzan por afinidad. No por ser reales, no por ser correctos, sino porque se comparten con más personas, lo que a la vez hace que las dudas se desvanezcan y se les da como válidos. Así es como un supuesto al darlo como válido se refuerza y se acepta como verdad.
Y entre más integrantes del círculo social con quienes se convive aceptan la validez de esos supuestos es más difícil desafiarlos como equivocados sino más bien se alimentan o alimentan otros supuestos complejizando la percepción, pero validándola al parecer coherente en el entorno de la realidad.
La afinidad del grupo es suficiente para aceptar como verdad y asociar a la percepción de la realidad aun las ideas más disparatadas. Antivacunas, terraplanistas, negacionistas del aterrizaje lunar, negacionistas del cambio climático, reptilianos, Nuevo Orden Mundial, y un largo etcétera de teorías de complot y conspiración han nacido de esa forma.
Un elemento común para quienes se identifican con esos grupos es que creen que han logrado descubrir algo que está oculto y que se mueve con motivaciones poco legitimas e inconfesables. Creen que ellos conocen “la verdad” que esta oculta a los demás por una siniestra maquinaria de información manipulada y engañosa específicamente diseñada para que nadie más pueda descubrirlos.
Es necesario insistir, las teorías de complot y conspiración no distinguen de preparación académica ni educación. Funcionan a todos los niveles porque ofrecen una narrativa que sobresimplifica una realidad compleja y la acomoda los supuestos con la explicación a su alcance, algo similar a lo que pasó con los mitos primitivos que el ser humano formó en torno a la naturaleza.
Y hoy es posible entonces construir nuevos mitos que satisfacen la necesidad de explicación de una realidad compleja y aprovecharla convenientemente. “Drain the swamp”, “Deep state”, “QAnon”, “La mafia del poder”, “El Conservadurismo”, “Yo tengo otros datos”.
Hoy en un entorno digital sobresaturado de contenido, las teorías de complot ya no son elementos narrativos casuales, son una forma de entender al mundo y construir en torno a ello la percepción de la realidad. La anti-información es el vehículo ideal para sustentarlas.
La afinidad que se construye sobre estas dinámicas tiene un elemento adicional, tal vez el más complejo. En tanto se les confronta a estos grupos intentando desmontar sus sesgos cognitivos, la razón de su afinidad, los elementos comunes que los integran, se refuerzan. Creen que justamente quienes no solo no comparten sus teorías, sino que además las desmienten, lo hacen porque son cómplices de aquellos que las construyen, o en el mejor de los casos, victimas ingenuas a las que aún no les es posible entender ESA realidad que han logrado descubrir. Esto es el escalón final para asumir posturas completamente intolerantes y radicales.
A sus motivos de afinidad se suma los que creen es su capacidad de tener una visión contundente e irrefutable de, por decirlo de alguna manera, “la verdadera realidad”, y no la que, dicen, se ofrece por los medios tradicionales y demás fuentes de información incluyendo la academia y expertos para mantener cautiva a la masa.
El dialogo de Matrix, estos grupos, lo han adoptado como su forma de decir que tomaron la píldora roja y lograron finalmente ver la difícil verdad detrás de esa máquina de engaño, aunque más bien solo es la forma en que han elegido lidiar con la incertidumbre y complejidad de la realidad.
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