Repetir que el operativo para capturar al narcotraficante Ovidio Guzmán fue un fracaso y estuvo mal planeado no es una lección. Es una obviedad. Las lecciones son otras. Por ejemplo:
-Si “liberar” al hijo de Guzmán salvó vidas, fue porque el operativo mismo las puso en riesgo. La máxima lección, más que planear bien operativos posteriores, es ya no planearlos por dejar de hacerlos por completo: de veras acabar con la “guerra” contra las drogas-el narco. Mal planeados ponen en riesgo vidas y bien planeados no resuelven nada en el fondo. Se hagan como se hagan, el problema es seguir haciendo ese tipo de operativos y con qué tipo de negocio se relacionan irracionalmente.
-Minimizar u ocultar la doble variable Prohibición-narco para el problema actual de violencia es un error. También lo es confundir “guerra contra el narco” con toda la violencia que ocurre en el país. De nuevo: tan equivocado es reducir toda la violencia a la violencia narca como decir o suponer que la violencia narca es poco importante y cada vez menos importante para el todo de violencia, presente y futuro.
-Lo que pasó en Culiacán es batalla porque las batallas son parte de una guerra: “la guerra contra las drogas” sigue con el no tan nuevo gobierno federal.
-Los “abrazos” no son la estrategia del presidente López Obrador. Eso es la retórica, el discurso que cubre la estrategia y también una de sus partes. Si el objetivo último es la paz y el objetivo intermedio es el control territorial, la estrategia a final de cuentas sigue siendo “la guerra”. Una versión de esa guerra. La diferencia con el pasado inmediato no es realmente de esencia, es de concentración o intensidad de la violencia estatal. Pero que el Estado sea menos intenso (o infrecuente) en su violencia contra la violencia narca no quiere decir que se haya cancelado el “guerreo” contra el narco y las drogas.
-Muchos críticos y opositores al presidente deben dejar de “comprarle” su retórica o no engancharse con ella. Que diga algo no significa que necesariamente lo haga. Hay que usar ese punto de partida siempre, no a veces. AMLO dice “abrazos, no balazos, se acabó la guerra” y lo toman como hecho a criticar y terminan, sin darse cuenta, pidiendo el reinicio de una “guerra” que no sólo fracasó sino que no ha terminado.
-Entonces hay que insistir en qué es (y no es) la llamada guerra contra las drogas. En los gobiernos, algunos grupos de “segurólogos” y entre la ciudadanía, debe repensarse el tema, aprender y ajustar. “Guerra” no sólo sería que el ejército salga casi a diario a buscar narcos para “balacear”. Es, necesariamente, una “pequeña” suma: prohibición por ley de X o Y drogas + alguna forma y algún grado de violencia armada del Estado contra los agentes de las actividades relativas a esas drogas. La Prohibición, aplicada, es en sí la primera forma de “guerra” contra las drogas y causa (condición necesaria) de todas las versiones reales subsecuentes.
-Identifico cinco hechos por los que AMLO continúa (conserva…) “la guerra”: 1) continúan los decomisos de cargamentos y de simples kilos por aquí y por allá; 2) continúan los “patrullajes” en zonas de actividad o paso de narcos, patrullajes que en el contexto son casi por definición un riesgo de violencia y pueden funcionar como provocación a/contra los narcos; 3) no está extinto el “descabezamiento”, así sea menor y con fines de extradición, como en el caso de “Ovidio”; 4) además, un caso como el del hijo del Chapo implica colaboración con el prohibicionismo y “la guerra” en Estados Unidos; que no haya terminado en México también tiene que ver con que se coopera con la “war on drugs” que sigue el gobierno gringo –si cooperas con ellos en ello, no puede ser que tengas 0% de guerra en tu tierra. Y 5) López Obrador conserva la Prohibición y ha declarado que su intención es conservarla. Conserva también, como su odiado Felipe Calderón, al ejército como operador de casi todos los puntos de “la guerra”.
-Así, en México bajo AMLO, hay “guerra” porque no hay sobre las drogas prohibidas ninguna legalización-regulación pública ni una despenalización cabal de facto. Como existen los 5 grandes hechos del punto anterior, no pueden existir actualmente ni regulación legal ni “no-guerra” ni despenalización general de facto.
-Claro que fracasó Calderón sobre seguridad, y también Peña, y claro que está fracasando AMLO. Fracasará irremediablemente si hace lo mismo en esencia, aunque lo haga a su modo y lo aderece con frases “humanistas”. En primera y última instancia, los tres fracasos se deben a un hecho: no quitar el negocio que está en la raíz –temática y temporalmente- del problema: no quitar el negocio a los narcos. El negocio propiamente narco son las drogas ilegales. Las drogas ilegales son la Prohibición. La Prohibición es la máxima causa de las “guerras” contra las drogas y los narcos. Es imposible que tenga éxito una “guerra” absurda: es el absurdo de atacar a quienes dependen de lo que también da origen a esa “guerra” que conserva esa causa nombrada Prohibición… Si ésta crea el negocio del narcotráfico, crea en ese sentido a los narcos, y crea también y simultáneamente una “guerra” del Estado contra drogas y narcos, ¡¿cómo podría ser racional y exitosa?! Todas las “guerras” de las que estamos hablando son absurdos, contradicciones perennes, idioteces políticas. ¡Son hidras con pelo de serpientes que se muerden las colas!
-Quienes insisten en el (des)control territorial como La Causa y La Solución de La Violencia deberían revisar su posición. Están siendo imprecisos y muy limitados. Y omisos al dejar fuera, sistemáticamente en algunos casos, a la pareja Prohibición-“guerra” como una de las causas y a la legalización-regulación estatal como una de las soluciones (yo jamás he dicho que toda la violencia se reduzca causalmente a la Prohibición y todo lo que deba hacerse desde el Estado se reduzca a legalizar). Para empezar, deben preguntarse varias cosas: ¿puede recuperarse al 100% el control del territorio? ¿No implicaría eso que no hay cárteles y cómo podría no haber cárteles si el negocio sigue en tanto sigue la Prohibición? ¿Por qué se perdió ese control? ¿Nada tiene que ver el contexto posibilitado tras la ilegalidad de las drogas? Si se recupera territorio pero no puede ser al 100%, ¿cuánto puede durar y/o cómo puede incrementarse el control si, al mismo tiempo, conservas la ilegalidad que es condición para que existan el negocio del narcotráfico y los narcos? ¿No deberíamos quitarles el negocio, regularlo abiertamente y tan bien como se pueda desde el Estado, y ocupar territorio con fuerzas de combate a otros delitos y con caminos, escuelas y hospitales funcionales?
-AMLO no va a las causas, como tanto dice. Me concentro –sin reducción alguna- en el eje narco del problema violencia. Como ya dije, el narco es un negocio, el negocio son las drogas ilegales y el tráfico ilegal, y esas ilegalidades son la Prohibición. Y la Prohibición no la inventaron los pobres, ni surgió espontáneamente entre la pobreza. Es una ley –o conjunto de leyes- del Estado, que el Estado puede cancelar. Y debe cancelar. ¿Debe hacer sólo eso? No. Pero la sola “mano dura” no puede resolver y el combate a la pobreza y la desigualdad tampoco lo hará. Mientras haya Prohibición coexistente, ningún ejército, ninguna policía ni ningún programa social podrán arreglar nada desde la causa. Los cultivadores y recolectores de materia prima para drogas eran y son pobres, ¿y todos los “halcones”? ¿Eran y son pobres los sicarios, lugartenientes, capos, abogados, “lavadores” y demás colaboradores? ¡¿De qué habla el presidente?! Supongamos que los campesinos de hoy abandonan la pobreza gracias a López Obrador, pero se conserva la Prohibición, ¿ya no existirán narcos aunque exista el negocio? ¿Dejarán de hacer y defender los narcos su gran negocio ilegal? Me parece que AMLO quiere hablar bronceadamente como hablaba Melchor Ocampo, quien decía que “el Ministerio de Fomento es el Ministerio de la Paz”, sin embargo, tanto el narco como la violencia narca y demás violencia que sufrimos no son problemas a los que el dicho de Ocampo se pueda aplicar a rajatabla.
-Si lo que creó la explosión (no nacimiento) de violencia en 2008 fue la intensificación de la “guerra contra el narco” –lo que incluye necesariamente a “la guerra” y la Prohibición como causas, como condiciones necesarias-, puede sonar lógico que para disminuir la violencia haya que bajar la intensidad de “la guerra”. El problema es la inercia violenta ya creada, que aumentó y aumenta, el acostumbramiento incentivado de los narcos y otros criminales a la violencia. Y también, sí, que los narcos se dedican a más delitos y que se ha profundizado en casos la ausencia de control territorial del Estado. Pero lo más importante, desde mi perspectiva, es entender que “la guerra” sigue, que la Prohibición tiene relevancia causal (explica), tanto para el negocio narco (condición suficiente) como para la violencia (condición necesaria) y que no se podrá lograr nada profundo y duradero sin eliminar la Prohibición como condición de existencia del narco como un todo, es decir, nada se podrá lograr sin la legalización de drogas.
-Si hay que decir algo sobre la Guardia Nacional, acudo a una carta del genio Ignacio Ramírez a Guillermo Prieto y digo: hasta el momento, puede ser analógicamente cierta para nuestro presente una sentencia de El Nigromante sobre su presente de 1863: “a éste (el ejército) lo hemos destruido por su incapacidad y sus desórdenes; y en cuanto a la guardia nacional, no hemos sabido formarla”.
-En penúltimo lugar, hay que decir que las “justificaciones” de los fanáticos obradoristas sobre la batalla de Culiacán representan un nivel de abyección y culto a la personalidad de AMLO que hace bien volver a citar al radical liberal Ignacio Ramírez en un artículo contra Benito Juárez publicado en El Mensajero el 17 de octubre de 1867: “Los partidos personistas humillan al individuo y son la mayor de las injurias para el pueblo; ni se les puede justificar, ni concebir, bajo una bandera democrática”.
-Última lección: Alfonso Durazo no debe seguir siendo Secretario de “Seguridad”.
Posdata: conviene aprender sobre la prohibición del alcohol en Estados Unidos y el caso de Chicago, donde Al Capone tenía un amplio control territorial (vivía dentro de la ciudad, en un hotel de lujo). Puede empezar por acá.