El cambio de AMLO hacia los potentados y el desconcierto de Jenaro Villamil

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En su libro, “La mafia que se adueñó de México y el 2012”, escrito en 2010, Andrés Manuel López Obrador, quien desde aquel año había anunciado su intención de buscar la Presidencia por segunda ocasión, escribía lo siguiente:

“Para calcular el monto del saqueo que se perpetró de 1988 a 1994, basta un dato obsceno e irrefutable: en julio del 88 cuando se impuso Salinas mediante un fraude electoral, en la lista de la revista Forbes, donde figuran los hombres más ricos del mundo, solo aparecía una familia mexicana, la de los Garza Sada, con dos mil millones de dólares; pues bien, al finalizar aquel sexenio, ya se habían incorporado a la lista 24 familias más que, en conjunto, poseían 44 mil 100 millones de dólares.

En ese cuadro de ganadores, ordenado de arriba hacia abajo, según la riqueza de sus integrantes, aparecieron Carlos Slim, la familia de Emilio Azcárraga Milmo, la familia Zambrano, la familia Peralta, Jerónimo Arango, Alfonso Romo Garza, Alberto Bailleres, Pedro Aramburuzabala Ocaranza, la familia González Nova, la familia Molina, la familia de Adrián Sada González, el empresario Ángel Losada Gómez, la familia de Ricardo Salinas Pliego, la familia de Bernardo Garza Sada, los hermanos Lorenzo y Roberto Servitje Sendra, los banqueros Roberto Hernández Ramírez y Roberto González Barrera, los empresarios Jorge Larrea Ortega, Eugenio Garza Lagüera, Moisés y Antonio Cosío Ariño, la familia Martínez Güitrón, la familia Franco, los hermanos David y Adriana Peñaloza y Alfredo Harp Helú.

Casi todos estos personajes fueron beneficiados con empresas, minas y bancos que eran de todos los mexicanos. Y algo más, luego de estar colocados en 1988 en el lugar 26, en 1994 México pasó a ocupar el cuarto lugar entre los países del mundo con más multimillonarios, un dudoso honor sólo superado por Estados Unidos, Japón y Alemania.

De esta forma, mediante una operación inmoral de traslado de bienes públicos a manos de particulares, se conformó el grupo de potentados que, a la postre, se adueñaría de México. Aunque no tuvieron tiempo de apoderarse de todo, en ese sexenio definieron la política de pillaje que persiste hasta la fecha; es decir, el salinismo como política, que han aplicado Zedillo, Fox y Calderón en beneficio de los mismos amigos” del régimen.”

Hoy, a poco más de dos semanas de asumir la Presidencia de la República, anuncia que algunos miembros de ese grupo de potentados, formarán parte de un consejo asesor y así lo escribió en Twitter:

“Alfonso Romo me ayuda de enlace con los empresarios de México; un grupo de ellos aceptó formar parte de un Consejo Asesor de apoyo al próximo presidente: Ricardo Salinas Pliego, Bernardo Gómez, Olegario Vázquez Aldir, Carlos Hank González, Daniel Chávez, Miguel Rincón, Sergio Gutiérrez y Miguel Alemán hijo. Vamos a seguir convocando a todas y todos”.

Es decir, el futuro presidente está dispuesto a dejar atrás el saqueo, el pillaje y todo lo que denunció hace ocho años. La pregunta es, recuperando sus propias palabras, cuál será la relación de su gobierno con los otrora amigos del régimen.

Ahora bien, Jenaro Villamil, reportero de Proceso y uno de los más acérrimos críticos de las televisoras, principalmente Televisa y quien ha escrito varios artículos y libros donde denuncia las complicidades del consorcio con el poder político, en su libro Cleptocracia, narra lo siguiente, a propósito de lo que él refiere como una injerencia de la empresa en la elección presidencial del 2006:

“A falta de estructura y de arrastre propios, Calderón buscó promotores desde donde estuvieran: desde Televisa, Carlos Salinas y Elba Esther Gordillo hasta la red de grupos empresariales que financiaron la “guerra sucia” en la segunda parte de la contienda entre López Obrador.

Un episodio que pinta de cuerpo entero a Calderón fue su propio “pase de charola” durante el encuentro en Valle de Bravo, Estado de México, en una fiesta privada organizada por los directivos de Televisa el 2 de febrero de 2006, y a la que fue invitado el entonces jefe de la CIA.

En el restaurante del hotel Rodavento, en Valle de Bravo, directivos y accionistas de Televisa convocaron a los tres candidatos principales para la sucesión de ese año: Madrazo, Calderón y López Obrador. El exjefe de Gobierno capitalino llegó el jueves 2 de febrero y sostuvo una agria discusión con Bernardo Gómez, vicepresidente de Televisa. López Obrador estaba molesto por la presencia del exbanquero Roberto Hernández y supo de la intención de enfrentarlo directamente con el expresidente Carlos Salinas de Gortari, el innombrable”.

Tras el anuncio del presidente electo sobre la inclusión de Bernardo Gómez en un consejo de asesores, Villamil reaccionó inicialmente con un tímido tuit que decía: “No pues puro “amigo” en ese Consejo Asesor jaja”.

Posteriormente, publicó otro mensaje en la misma red social: “Pésimo mensaje desde mi punto de vista: hay que separar el poder político del poder mediático, también. Y no entiendo por qué un Consejo Asesor empresarial de puro varón con intereses en las televisoras”.

Villamil tiene en su haber muchos artículos escritos y varios libros publicados, donde ha denunciado las relaciones de los medios, en especial las empresas de televisión, con el poder, sin embargo, esta vez dice no entender la razón por la que el futuro presidente integra un consejo asesor con hombres que tienen intereses en las televisoras. En un tercer tuit sugiere que el futuro mandatario tenga una “sana distancia” (no divorcio) del poder mediático, sobre todo después de tener un “telepresidente”. Pero López Obrador ya tomó su decisión y Villamil en el fondo, lo sabe bien.

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