El día de la verdad se acerca, en menos de un año sabremos el rumbo que ha de tomar este país para bien o para mal, y la responsabilidad recaerá en su gente, en la sociedad. Que tendrá que decantarse por seguir a merced de las ideas perversas de un individuo enfermo y embriagado de poder, que seguirá destruyendo a México o por dar una vuelta de timón, para levantar de los escombros todo lo devastado. Y quizá lo más importante por la libertad.
A cinco años de que llegaron López Obrador y sus lacayos al poder, con los números que posee morena al día de hoy, con el poder que tiene y con mayoría parlamentaria en el congreso, debería tener mayores logros ¡qué digo mayores logros! ¡Que tuvieran uno solo! pero desgraciadamente no es así.
Es un partido que nació dividido y en el que sus miembros frecuentemente se ven envueltos en controversias y pleitos entre ellos mismos. Esto por el hambre de poder, al no ser capaces de trabajar en equipo. Lo hacen de manera aislada sin una dirección política definida. Sólo ven por sus intereses personales, jamás por el bien de la sociedad. Para lo único que han servido desde que llegaron es para ser utilizados como comparsas, como peleles de López Obrador, a quien le cumplen todos sus caprichos con una actitud servil.
Sin logros que añadir a su currículum los diputados y senadores de morena, dejan muy claro que no son nadie. A López Obrador solo lo mueven dos cosas: el poder para cumplir su voluntad, y el ego para aliviar sus traumas y deficiencias cerebrales. Pruebas hay muchas. Las corruptelas solapadas de Pio, de la prima Felipa, de los hijos convertidos en empresarios, de los Bartlett, etc.
De sus traumas, sobresale que Andrés Manuel quiere ocupar un lugar al lado de los héroes de la patria y ser alabado por una multitud enardecida y resentida. Lo demás le tiene sin cuidado. Su ansia de poder y su obsesión por tapar sus traumas, es lo único que lo mueve.
Este país retrocedió 50 años como mínimo con morena, flagelos que ya se habían superado, como el autoritarismo, una presidencia absolutista, el culto a la personalidad (vulgo servilismo) la antidemocracia caudillista ególatra, la pobreza extrema generalizada, etc. Todo esto ahora resucitó con más fuerza y se presenta como una imposición de la tiranía pueblerina del emperador Calígula de palacio nacional. La orden de sólo tener un par de zapatos, o de no ser apegados al dinero, entre otras barbaridades salidas de las fauces presidenciales, lo ratifica.
Vivimos una polarización que se atiza desde palacio nacional y que día tras día se recrudece ante el fracaso total de este gobierno fallido e inepto. Mientras, la delincuencia rampante desbordada e imparable crece por todo México. Masacres, feminicidios, asaltos, extorsiones, secuestros, desapariciones y asesinatos se cuentan por decenas. Lo que nos importa, es que esto se resuelva. Nos importa tener servicios de salud dignos y que la economía crezca, si no pueden resolver estos macro problemas, que se hagan a un lado los morenistas, por no poder con esto que asfixia y azota a todo México. ¡Fuera! Ni un voto al nefasto partido morena y sus aliados de porquería el próximo año.
Si López Obrador fuera una persona preparada, experimentada, lúcida, estudiosa de la naturaleza humana, tuviera una familia ejemplar, no viniera de ese pasado cuestionable, fuera sensato, si tuviera una pizca de inteligencia emocional, de reflexión, si fuera un político integral, un líder verdadero y no un pelafustán sin un gramo de educación, entonces podría darle el beneficio de la duda, pero han bastado cinco años para dejarnos a la sociedad pensante, que como porro agitador de masas es excelente, pero como presidente le quedó enorme el país. Y por lo tanto, no podemos pensar que su sucesora, impuesta por él mismo y con la orden de dar continuidad a la falsa cuarta transformación, sea una gran idea.
Los ciudadanos debemos ser más responsables y poder identificar a los malos gobernantes antes de que sean elegidos, pues luego es demasiado tarde.
Es muy fácil saber si un candidato o candidata, es un peligro para la democracia, para la libertad y para el país. Una candidata que no sigue las normas del juego democrático y que rechaza desde el principio ciertas reglas, como hacer campaña fuera de los tiempos establecidos y con dinero del erario, es un fuerte indicador.
Cuando una candidata no tiene ideas propias, no tiene propuestas, no tiene resultados positivos previos, cuando no acepta sus errores, que no ofrece explicaciones, que esconde información, que ataca a los medios de comunicación porque no le hacen preguntas a conveniencia, etc. Tal como ya lo ha hecho Claudia Shenbaum, todos estos son indicadores de ser un peligro.
La lucha del próximo año, es entre los que queremos la libertad para México con toda su diversidad cultural, ideológica y social, contra los que por odio y resentimiento alaban a un individuo de apellido López, a una candidata sin personalidad e impuesta por él, así como a un partido sin pies ni cabeza. Ellos votan por un enfermo mental y por su títere, por una falacia, nosotros votamos por México.
El próximo año, los mexicanos seremos responsables de conducir el futuro de este país. Tomemos la mejor decisión el próximo 2024, sal a votar, convence a tu círculo inmediato, y recuerda no votar por morena ni por el PT, ni por el Verde. Un voto en contra de morena y sus aliados es un voto por tu futuro, el de tu familia, y por México.
Vota inteligente y quizá lo más importante: ¡No al abstencionismo! Porque abstenerse es complicidad.