Con absoluto descaro, el presidente de México invitó a su supuesta cumbre sobre migración en Chiapas (en las cercanías de su conocido rancho) a dos de los más destacados dictadores de Latinoamérica.
De lo que se trataba realmente esta reunión era de mostrarse como un líder fuerte y carismático, capaz de codearse con lo más granado de los autoritarismos de nuestro continente. Y ahí estaban Nicolás Maduro y Miguel Díaz Canel, abrazados y camelados por el primer mandatario de nuestro país. Lamentable.
El dictador cubano fue recibido por el secretario de Marina, almirante Rafael Ojeda, que presto y solícito recibió con honores al sucesor de los hermanos Castro. Tantito antes, la Secretaría de Relaciones Exteriores había reportado la llegada del tirano venezolano, quien igualmente fue recibido con los honores que AMLO instruyó dispensarle. Ambos, amigos del jefe del Ejecutivo, acudieron a esta Cumbre Migratoria mientras, como todos sabemos, nuestro país y Centroamérica enfrentan un flujo extraordinario de migrantes, como nunca se había dado.
Recordemos que casi ocho millones de venezolanos han salido de su país buscando no sólo una mejor alimentación y empleo, sino sobre todo refugio y protección ante la violación persistente de los derechos humanos en su lugar de origen. En el caso de Cuba, esta nación (según los datos más recientes de Naciones Unidas) ha expulsado casi dos millones de personas en los años más recientes, lo que supone un 15.5% de la población de la isla caribeña. En los ultimos cinco años, sigo con datos de la ONU, el número de emigrantes cubanos ha aumentado un 16.7%. Es decir, tan solo en el 2022 salieron de cuba más cubanos que en el caso Mariel y la crisis de los balseros juntos. Así de grave.
Sin necesidad de mayor explicación, estos datos muestran la crisis económica, política, social y de derechos humanos que se vive en estas dos naciones, lo que ha dado como resultado una salida de personas explicable y persistente.
La situación que se vive en donde gobiernan estos dos queridos invitados del presidente López Obrador son muy similares: desabasto de alimentos, escasez de medicamentos, deterioro de los servicios de salud, represión, falta de libertad de expresión, violación de los derechos humanos, en fin, situaciones límite que obligan a los ciudadanos de estas naciones a jugarse el todo por el todo, a arriesgar sus vidas con tal de huir a como de lugar de estos “paraísos”.
Los proclamados 13 acuerdos a los que llegó la Cumbre Migratoria de Chiapas del pasado domingo 22 de octubre son y serán papel mojado o letra muerta mientras en estos paises no salgan del poder los dictadores a los que AMLO distingue con su admiración y amistad y se viva al fin en democracia.
Comprensible que al gobernante mexicano le haya interesado que esta reunión se efectuara cerca de su rancho, efectivamente se trataba de que estuvieran él y sus invitados muy cerca de “La Chingada”. Lo lograron.