A principios de este siglo los gobernadores de la república adquirieron mala fama como “virreyes” por el control meta constitucional que ejercían en las entidades que gobernaban, se habló de ellos como caciques mandones que con la nueva alternancia, se sublevaban al presidente y dominaban toda la política en sus estados. Y sin duda, así fue en varios, sin embargo, en la capital de la república, con Claudia Sheinbaum, eso quedó en letra muerta.
Llegando a la Jefatura de Gobierno con el único merecimiento de ser la protegida de López Obrador, perdió 9 de 16 alcaldías, más de la mitad, incluida la suya, Tlalpan, en las elecciones intermedias de 2021, un fracaso más rotundo si se considera que tres años antes ella había ganado con más de 15 puntos sobre el segundo lugar. Eso, aunado al desgobierno que privó en la ciudad durante todo su “mandato”, la desnudaron como la débil política que es. Preocupado, el presidente de la república no tardó ni dos días después de tremenda derrota, en salir a caminar por la capital junto con ella, para levantarle la mano y tratar de limpiarle la cara a su protegida.
A pesar de su incompetencia política, o será por eso, su jefe político hizo todo lo necesario para llevarla como candidata a la presidencia de la república, y como en Morena nadie opina y decide un sólo hombre, pues lo logró, empero, todo mundo sabe que Sheinbaum es la incondicional que impuso Andrés Manuel para perpetuarse en el poder. Paradójicamente, lo anterior queda más claro cada que la ex jefa de gobierno trata de “operar” políticamente algo, ya sea el candidato que la sustituirá en la capital del país, o la ratificación de la Fiscal que le hizo el trabajo sucio contra la oposición.
El caso de Omar García Harfuch, popular secretario de seguridad pública que Sheinbaum intentó dejar como candidato para sucederla, hizo evidente que la ex jefa de gobierno no tiene poder sobre las decisiones de su partido, ni a nivel nacional, ni tampoco en la capital de la república que supuestamente gobernaba. Nada pudo hacer para contener la rebelión de los caciques locales que le hicieron vacío en el estadio Azul, exhibiéndola como alguien que ya había logrado unir a las bases de su partido, sí, pero en su contra.
Y si no pudo contener la andanada local menos la federal, cuando el mismo subsecretario de Gobernación, Alejandro Encinas, en plena conferencia de prensa declaraba que García Harfuch sí estuvo implicado en la construcción de la verdad histórica del caso Ayotzinapa. Nada pudo hacer Sheinbaum cuando al final del proceso, el dirigente de su partido anunciaba a Clara Brugada como la candidata de Morena en la capital.
La sombra que pesa sobre ella volvió a aparecer esta semana cuando Sheinbaum no pudo influir para que Ernestina Godoy fuera ratificada como Fiscal General de Justicia de la capital. Evidentemente la oposición estaría en contra, sobre todo después de que Godoy utilizara la fiscalía para perseguir y calumniar, sin embargo, de nueva cuenta la falta de poder al interior de su partido y sobre el equipo que la sustituyó en el antiguo palacio del Ayuntamiento, hizo que trascendiera la falta de operación del actual jefe de gobierno capitalino, Martí Batres, a favor de Ernestina. Una vez más trasciende que Martí Batres opera en contra de las decisiones de Sheinbaum, antes contra Harfuch, ahora contra Ernestina. Lo más vergonzoso es que en ambos casos, la “flamante” candidata presidencial ha perdido.
Y la lista podría seguir, pues aunque menos público pero no menos significativo fue cuando aún como jefa de gobierno en funciones, Sheinbaum Pardo no pudo influir lo suficiente a finales de 2019 para que Ana Laura Magaloni, una de las tres integrantes de la terna enviada al senado, sustituyera al ministro Medina Mora, quien terminó perdiendo contra Margarita Ríos-Farjat. De manera que la ineptitud en la operación política y falta real de poder, es una constante en esta candidata de papel que dice construirá “el segundo piso de la llamada cuarta transformación”.
¿Y cómo reacciona públicamente ante estas derrotas? Diciendo que protegerá a sus heridos con una candidatura al Senado de la república, cosa que además de parecer una estrategia para evadirlos de un posible llamado de la justicia, es falso, ya que evidentemente ella no decide, ni opera.