Desde aquel fin de semana donde tanto la dirigencia del PAN como la del PRD anunciaron, me imagino que habiéndolo platicado antes, de la formación de un posible “frente amplio” para enfrentar con mayores posibilidades de triunfo las elecciones del 2018, se han dicho y se han escrito muchas cosas, desde militantes inconformes hasta apoyos totales, desde quien niega la posibilidad por cuestiones ideológicas hasta quien la asegura por razones oscuras; algunos aspirantes a las candidaturas inmediatamente salieron a desmarcarse de esa posición, como Margarita Zavala entendiendo que ella no sería aceptada por el perredismo y otros, por ejemplo, los aspirantes “sin partido” lo vieron como una posibilidad de encabezar esa alianza. El caso es que abrió un nuevo escenario rumbo a la próxima elección y éste no terminará este año, será un tema que incluso durante el 2018 aparezca como posibilidad, vía declinación, en caso de no hacerla antes.
Antes de explicar por qué la veo hoy mucho más probable que en otras ocasiones, voy a hacer un pequeño recorrido por la historia de las alianzas PRD-PAN para el caso de candidaturas a gobernador: la primera vez que se aliaron fue en 1991, apenas dos años después de que el PRD fue fundado, con Salvador Nava Castillo, en San Luis Potosí; en total se han aliado 22 veces de las cuales han ganado 11; Durango es un estado donde esa alianza se ha logrado concretar tres veces; Gabino Cué en Oaxaca y José Rosas Aispuro en Durango encabezaron dos veces una candidatura aliancista y en su segunda oportunidad ganaron (en caso de Javier Corral la encabezó una vez, pero cuando ganó en el 2016 no se hizo esa alianza); de las 22 veces, solamente en una ocasión han postulado a una mujer, Xóchitl Gálvez en Hidalgo en el 2010, y por último tenemos el caso de Nayarit donde Antonio Echevarría Domínguez ganó en 1999 y 18 años después su hijo Antonio Echevarría García lo logra, ambos postulados por esa alianza.
El caso es que el hacerla o no hacerla depende de los incentivos, si los partidos o sus dirigencias sienten que ganan más haciéndola que no haciéndola, entonces se logrará para el 2018, por ello enumero algunas cosas que creo operan a favor:
1 El PRD desde su historia ha tenido solamente dos candidatos en cuatro elecciones presidenciales (no cuento 1988 porque Cuauhtémoc Cárdenas compite por el FDN, predecesor del PRD), pero en todas las ocasiones era una candidatura fuerte y sus candidatos llegaban sin oposición real al interior, en 1999, por ejemplo, cuando las pláticas para lograr la alianza se hicieron, Cuauhtémoc Cárdenas nunca estuvo dispuesto a ceder.
Hoy eso es diferente, el aspirante más fuerte, Miguel Mancera, no sólo no ha querido afiliarse al PRD sino que aparece en las encuestas en un lejano cuarto lugar.
Adicionalmente, las preferencias hacia el PRD hoy son las más bajas de su historia a un año de los comicios y es entendible porque su base ideológica se ha movido hacia Morena, por lo que de no hacer alianzas se esperaría, a menos que veamos una sorpresa, el peor resultado.
Adicionalmente a la presidencial, el PRD enfrentará comicios a gobernador y pondrá en riesgo tres de las cuatro entidades que gobierna: Ciudad de México, Morelos y Tabasco, y en las tres existe una gran probabilidad de perderlas; es decir, además del mal desempeño en la presidencial podría perder 75% de sus gobiernos, en alianza con el PAN podría defenderlos mucho mejor
2El PAN primero ve que en caso de que se logre la alianza el candidato natural sería un panista porque son ellos los que hoy muestran mayor competitividad, tanto como partido individual como con sus posibles candidatos; por ello la posible aportación del PRD, así fuera un solo punto, le es atractiva cuando prevén una fuerte lucha y tal vez resultados cerrados, en ese escenario toda ayuda es bienvenida. Gran incentivo.
3 Para ambos, aunque sólo 50% de las alianzas a gobernador ha triunfado, en lo que va del actual sexenio se han unido siete ocasiones y han ganado cinco; es decir, su porcentaje de éxito es 71%, nada malo. (No ganaron en el 2016 en Oaxaca ni en Zacatecas). De las nueve entidades donde votarán para gobernador en el 2018, resulta que en cuatro de ellas el PAN no tiene fuerza y en otras cuatro es el PRD el que carece de ella, así podrían poner candidatos panistas en Yucatán, Guanajuato, Veracruz y Puebla; candidatos perredistas en CDMX, Morelos, Tabasco y Chiapas; el otro estado, Jalisco, podrían incluso invitar a otro partido y sumarlo a la alianza, Movimiento Ciudadano.
Como vemos, la alianza es posible hoy porque hay incentivos, a pesar de lo cual también tiene riesgos porque la firma de una alianza entre dirigencias no lleva implícito el voto de sus simpatizantes, tanto en el PAN como en el PRD hay voces disidentes, sobre todo en el PRD, que seguramente de lograrse podrían incluso migrar hacia Morena, por ejemplo. Por lo pronto, estratégicamente la alianza PAN-PRD no tendría las mismas características que en otras ocasiones, normalmente se hace para polarizar el voto en dos opciones y ganarle al PRI, eso ha sido en las 22 veces anteriores, hoy nacería en un escenario de al menos tres candidatos y tendrían que no sólo vencer al PRI sino detener a Morena, ése es un escenario inédito.
Este artículo fue publicado en El Economista el 17 de julio de 2017, agradecemos a Roy Campos su autorización para publicarlo en nuestra página.