lunes 08 julio 2024

El mayor fracaso en la salud pública de nuestra historia

por Ricardo Becerra Laguna

El pasado 9 de este mes, sin ni pena ni gloria, el señor Hugo López Gatell volvió al público para anunciar el fin de la emergencia sanitaria, también en México. Días antes (5 de mayo) la Organización Mundial de la Salud había hecho lo propio como un anuncio de alcance planetario. Pero mientras algunos países han concluido o tienen en marcha comisiones especiales para evaluar su propia gestión pandémica, en México, a paso veloz, se pretende cerrar el capítulo, olvidar lo ocurrido y pasar a otra cosa.

Pero creo que no podemos evadir la responsabilidad. No podemos dejar de evaluar lo que nos pasó en esos 39 meses aciagos que, posiblemente, constituyen el contraejemplo mundial de lo que un gobierno no debe hacer en una gestión pandémica. 

Los resultados y los números nos están gritando esa necesidad. No hablo de producir nuevos reproches políticos (inevitables), y no sólo la de señalar responsabilidades concretas hacia funcionarios concretos. Hablo sobre todo, de aprender y asumir lecciones para nuestro sistema de salud y para el futuro comportamiento social en una próxima pandemia, que de seguro volverá a ocurrir.

Empecemos con el número de muertes reales en México. El gobierno reconoce oficialmente, al 16 de mayo de 2023, 334 mil 031 defunciones (https://bit.ly/42Iz2kP), cifra que ya está muy por encima de la catástrofe calculada alguna vez por López Gatell. Y no obstante, con mayor seriedad y rigor, el INEGI ha calculado que de enero de 2020 a septiembre de 2022 las muertes en exceso son mucho más que el doble: 793 mil 625 defunciones https://tinyurl.com/4mrjafcz).

Estas cifras explican lo que ha reportado la Universidad Johns Hopkins acerca de las muertes por cada 100 mil habitantes, y porqué México está en el sombrío noveno peor lugar de todo el mundo, con una mortalidad cercana a la que tuvieron gobiernos tan rematadamente irresponsables como Rusia, Italia o Moldavia, con 260 muertes por 100 mil habitantes (https://bit.ly/3Om4BMY).

Pero incluso nuestro país, es el peor de todos en uno de los rubros más críticos y más sensibles. Hablo de la muerte del personal de salud, renglón en el que México exhibe la mayor letalidad de todos: 4 mil 517 defunciones (https://bit.ly/438yiFp) de médicos, enfermeras, laboratoristas y trabajadores sanitarios. Y los casos de contagio en esa población estratégica alcanzó los 283 mil 122, hasta el 25 de octubre de 2021 (última estadística oficial pública). Si hay una prueba de negligencia, descuido o incompetencia (quizás todo eso junto) está allí, en que no se supo y no se quiso proteger a quienes nos estaban protegiendo. La falta de indumentaria; la mala calidad de los implementos; la escasez y la tardanza con la que llegaron en un periodo de emergencia absoluta, explican esa cifra de calamidad.

La vacunación es otro de los errores más rotundos de la gestión mexicana, comenzando por el hecho de que se dispuso al Ejército y no al Sistema Nacional de Vacunación como el ejecutor responsable del plan de inmunidad. Un desplante autoritario, sobre todo, ineficaz. Al día de hoy, los propios números oficiales apuntan que sólo el 64.6 por ciento (https://bit.ly/3BBppIC) de la población está vacunada con el esquema completo, lo que quiere decir que 48 millones 150 mil personas apenas tienen 1-2 dosis o incluso, carecen de ella.

Y finalmente, México vuelve a ser el que exhibe uno de los peores resultados en el retroceso de su esperanza de vida. Mientras que Perú retrocedió 5.6 años, Guatemala 4.8 años y Bolivia 4.1 años, en México esa expectativa vital se redujo cuatro años, pasando de 75 a 71 (https://bit.ly/3BynKDs), lo que constituye un retroceso en la salud pública que no habíamos visto en un siglo.

Es posible entonces con los mismos datos oficiales (muertes, muerte en exceso, muertes por cada cien mil habitantes, muerte entre el personal de salud, vacunación y retroceso en la esperanza de vida) establecer un marco suficiente para una evaluación de la gestión pandémica. Tal y como la han promovido otros países (Suecia, Inglaterra, España, etcétera). Es una obligación del Estado, del sistema de salud y de la sociedad mexicana. 

A la pregunta, ¿estamos ante el peor fracaso de la salud pública de nuestra historia? Por desgracia, todo parece indicar que sí.

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