lunes 08 julio 2024

“México es tan fuerte que los mexicanos no han podido acabar con él”

por Ricardo Becerra Laguna

En medio del calor aciago y temperaturas cuyos récords deben encontrarse en décadas pasadas, quizás convenga llamar la atención sobre un telón de fondo, factor co-causal de la crisis climática para México: la destrucción ambiental que hemos infringido a nuestro territorio. 

Normalmente no reparamos en ello, pero cada año en México se acumula una suerte de “deuda ecológica”. Según el INEGI, en 2021, los costos totales por agotamiento y degradación ambiental (CTADA) ascendieron a 1 billón 177 mil 969 millones de pesos corrientes, lo que equivale al 4.6 por ciento del Producto Interno Bruto nacional, tales son los saldos de la destrucción de riqueza natural que provoca nuestro estilo de desarrollo, nuestra tecnología y nuestros hábitos de consumo.

Las emisiones al aire representaron el mayor costo ambiental (2.6 por ciento); siguieron los costos por degradación del suelo (0.7 por ciento) y los costos por residuos sólidos urbanos (0.4 por ciento). Vale decir que el INEGI es pionero mundial absoluto en la generación de las “Cuentas Económicas y Ecológicas de México” que miden ese impacto: el agotamiento de nuestros recursos naturales.

Expliquémonos: cuando México crece, cuando produce, debe echar mano de sus recursos naturales: aire, bosques, aguas, petróleo. Como si fuera una inmensa empresa a la que se le desgastan las instalaciones y las máquinas. Al paso del tiempo, esto le quita valor a la empresa misma. La economía se dio cuenta de ello hace siglos y por eso desarrolló una contabilidad especial, para captar la depreciación. Había que medirla, para incorporar en su producto el precio del desgaste. De esa manera, cobrando por el desgaste, se asegura la manutención o la compra de nuevos equipos.  

Sin embargo, a escala nacional, la contabilidad tradicional no se había hecho cargo del asunto, no habíamos tomado en cuenta los efectos y los costos en que incurre el país cuando produce, pero hoy ya podemos saber con bastane exactitud la cantidad de riqueza que vamos a heredar a las generaciones futuras.

El Sistema de Cuentas Económicas y Ecológicas, es un conjunto de indicadores que toman en cuenta desde hace más de veinte años, los inventarios reales de petróleo, recursos forestales, cambios en el uso del suelo, aguas subterráneas, erosión del suelo y contaminación del agua, del suelo y del aire. 

Los resultados son alarmantes: 1.17 billones de pesos en un solo año. ¿Que significa eso? Pues que se requeriría una cantidad de esa dimensión tan solo para revertir y evitar el deterioro de los recursos, para reponer lo que teníamos. 

Usted, lector, haga sus cálculos: supongamos que esto se mantiene, que logramos sostener el crecimiento sin mayores costos ambientales, durante los próximos diez años. Eso significará que habremos empobrecido físicamente al país en una proporción de 11 billones de pesos, la mitad de lo que producimos en un año… y contando.

Las cosas ya están cobrándonos factura bajo la forma de sequías, falta de retención del agua de lluvia y sobre todo, deforestación. Problemas tangibles con consecuencias concretas, aquí y ahora. 

Visualicemos el asunto con un ejemplo. Imagínese que la existencia de los bosques llega a niveles críticos. Primera consecuencia económica: los precios de la madera se van a disparar. Segunda: habrá que gastar dólares en importar un producto que antes vendíamos al mundo. Tercera: tendremos que invertir miles de dólares en sembrar y recuperar los bosques perdidos durante un tiempo incierto, que puede durar décadas. La consecuencia final: un país y una población que ha crecido y que sin embargo, es más pobre. 

Crudamente, ese es el significado del PIB ecológico. Mientras, el tiempo sigue avanzando, y no hemos escuchado un solo enunciado de todo esto de parte del gobierno de México en todo el sexenio.

El hecho es este: la nueva riqueza que producimos no está compensando las pérdidas provocadas por la destrucción ambiental. En el largo plazo, Cardoza y Aragón pudo estar equivocado: por fin, los mexicanos pudimos acabar con México.  

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