Como he dicho en otros textos, hay mucho de las pensadoras feministas que me parecen brillantes para discernir ante lo que hoy vivimos, primero que nada porque estas teorías nos invitan a mirar desde una óptica distinta, nos conducen a cuestionar el centro y asumir la periferia. México es un cuerpo colectivo, México es una matria o patria vulnerable. México ha sido crónicamente abusado y hoy está siendo violado.
Es difícil separar lo micro de lo macro y entender la especularidad que va de lo pequeño a lo grande y viceversa. Generalmente cuando hablamos de patriarcado inmediatamente lo asociamos con el feminismo y mil sesgos obnubilan la noción sistémica que existe detrás de una modalidad social jerárquica que tuvo su tiempo y hoy queda rebasada.
Desde la invención del internet y con él, la posibilidad de la globalización, muchos expertos supusieron una forma de retorno al pasado, una forma de comunicación dinámica e interactiva que abolía la rigidez jerárquica de la cultura libresca, se habló mucho del paréntesis Gutenberg, de un tiempo plagado de géneros fijos, objetos concretos, límites y fronteras bien establecidos que se reflejaban en nuestra comunicación. Así el texto se liberó de las bibliotecas y toda palabra voló libre entre autores y lectores que hoy pueden comunicarse de forma directa; las noticias se trasformaron en versiones inmediatas que vuelan atrapadas en redes confrontando a la Verdad con sus versiones; el ser simbólico se preguntó por la fijeza de su género y la multiplicidad de sus orientaciones y cuestionó y cuestiona, la validez del patriarca, la legitimidad de las convenciones sociales, la autoría omnipotente. Poseedores de cuerpos como el territorio fundador de la propia historia, principio y fin de aquel abstracto que llamamos dignidad, hoy nos damos el lujo de elegir cómo actuar y cómo ser a partir del cuerpo. A la inversa, si el cuerpo es hogar, el hogar y por ende, la nación, también son cuerpo.
De la caída de fronteras de la liquidez que Bauman vio con claridad en la modernidad, aparecieron los fantasmas, pozos sin límite que disipan como siempre la utopía porque no es región para mortales. Dichos monstruos son como la Nada que atacaba a Fantasía en la bella e inolvidable Historia sin fin de Mijaíl Ende. Podemos darles el nombre de Mercado, Consumismo, Neoliberalismo y otros cuantos -ismos perniciosos que se alinean de un lado u otro de la balanza; puesto que el Populismo, el Nacionalismo, el Machismo abren sus fauces para retroceder ante el miedo a la libertad ¿cómo encontrar el fiel de la balanza? Eso es un tema dialógico que se responde, como diría Galeano, al caminar. Y entiendo el feminismo, al menos en el que yo creo, como una posibilidad de diálogo, de comprender distinto.
Para apoyar mi tesis me asisto de las lúcidas ideas de Rita Segato y tomo como caso emblema la candidatura a gobernador de Félix Macedonio Salgado y la presidencia de López Obrador.
Historia de Rita y la violencia de género
En 1993 el director de la seguridad pública de Brasilia se da cuenta de que hay muchísimas ocurrencias por violación y llama a Rita Segato y su grupo de alumnos para que le ayuden a descubrir las causas de la agresión contra las mujeres. La académica decide entrevistar a los violadores que están presos en la penitenciaría de Brasilia para conocer las causas y trabaja con los victimarios por más de tres años. El único objetivo de esa investigación era comprender. De ahí, posteriormente, trabaja con el caso de las muertas de Juárez. Uno de sus primeros descubrimientos fue que para el violador hay un aspecto opaco, ininteligible de su crimen, que a ella le parece estar lejos un simple impulso libidinal o sexual. Descubre que en el crimen de la violación existen deseos, pero distintos a los aludidos.
Afirma Segato que el sujeto violador es un ente moral por excelencia, él se ve a sí mismo como un sujeto moral y moralizador de sus víctimas. La mujer es un sujeto frágil moralmente, vulnerable que es necesario vigilar y es necesario domesticar. La sentencia recuerda las miles de veces que nuestro mandatario de refiere a ese cuerpo colectivo que llama “el pueblo bueno” como un minusválido a proteger. Aquí una muestra:
La justicia es atender a la gente humilde, a la gente pobre. Esa es la función del gobierno… hasta los animalitos –que tienen sentimientos, ya está demostrado— ni modo que se le diga a una mascota: ‘A ver, vete a buscar tu alimento’. Se les tiene que dar su alimento, sí, pero en la concepción neoliberal todo eso es populismo, paternalismo”, dijo al final de su conferencia mañanera[1] AMLO.
Poder y moral para la transición
Para la mentalidad de un violador es necesario controlar y castigar la fragilidad moral de su víctima, afirma la autora, lo que se corresponde con la insistencia moralizante de este gobierno, concretizada en su “Cartilla Moral” y su cruzada por minimizar el problema de nuestro país en una maniquea y falaz lucha contra la corrupción. La víctima, desde esta percepción, es imperfecta moralmente y necesita ser “violada” por el agresor para estar sometida al orden patriarcal dominante. La violación figurada que tomo como licencia de los agresores aludidos, es la constante imposición de su voluntad, la ruptura con la legalidad y hasta la violenta toma de del INE transfigurada en la fiesta del “Toro”.
El moralizador se siente con el derecho a la violación, la siente una misión inclusive, algo que Segato llama el mandato de masculinidad, que incluye la necesidad de exhibir la capacidad de dominación sobre un cuerpo, en este caso colectivo y la exigencia de un tributo a su persona. Sin dominación no hay masculinidad y nuestros políticos encarnan esa necesidad imperiosa de mostrar su absoluto dominio violando y allanando los esfuerzos legales por mantener la democracia. Al tiempo que buscan el tributo casi como dioses encarnados.
La necesidad extrema de poder se presenta radical si sumamos el hecho de que somos, como nos dice Segato, una sociedad transicional: en tránsito constantemente hacia la “blancura”, hacia la “occidentalidad”, hacia la “modernidad”, en tránsito hacia el mundo del norte. Por tanto, señala que nuestros “patriarcas” experimentan una inseguridad suprema y con ello la necesidad de dar pruebas de su capacidad de dominación frente a un sujeto dominado.
La escenificación del drama machista ejemplar es el episodio de la toma del INE por el aspirante a candidato a Gobernador por el Estado de Guerrero, Félix Salgado Macedonio.
La institución tomada, secuestrada, inmovilizada por Salgado Macedonio se usa como escenario; el “candidato” protagonista, erecto junto a un enorme ataúd negro, arenga; el artefacto mortuorio lleva el nombre del consejero presidente del INE “Lorenzo” Córdova y la inscripción dice “Cuenta los días, rata, demonio”. Una corona de flores adorna la cara de los consejeros Córdova y Ciro Murayama. Las palabras de Félix corroboran y complementan la tragedia: “¿No le gustaría al pueblo de México saber dónde vive Lorenzo Córdova? ¿Les gustaría saber cómo es su casita de lámina negra? Cabroncito. No sabe por lo que estamos luchando en Guerrero… ¡El INE va a caer! Que no le rasquen los huevos al toro porque nos van a encontrar[2]”.
El sujeto masculino que está en ese tránsito nos dice Segato “…tiene una fragilidad extraordinaria y eso me permite explicar su enorme violencia. De alguna forma es un ataque suicida, el sujeto que lo realiza se disuelve, explota, implosión se pulveriza en este acto”. Y así todos los días sentimos la inminente violación a la legalidad.
La disolución de la ilusión y la esperanza
El presidente y sus secuaces tratan al “pueblo” como una entelequia infantil, representando todo lo opuesto al estereotipo patriarcal por excelencia, olvidando la realidad interseccional, dirigiendo sus “esfuerzos” por contar mentiras como el típico agresor machista que compensa con mimos esporádicos a su víctima. Conservando su “popularidad” a partir del inadvertido ciclo de violencia que oculta la pérdida de libertades, de instituciones, de garantías en pro de un “sueldito”, un “apoyo” a los “pobres buenos”. La violación al INE, la fiesta del Toro macho, la ceguera ante la mujer, el despojo de toda legalidad democrática ganada, la sed de venganza contra el colonizado, exigiendo perdones anacrónicos son deseos moralizantes ya absurdos por regresar a un pasado mítico, al poder absoluto. Para el violador no hay otra forma de poder más que el absoluto sometimiento.
Podemos celebrar el fallo de ayer que despoja al presunto candidato, pero esta fiesta aún no termina, el Toro anda suelto y también l
[1] https://www.animalpolitico.com/2019/03/amlo-compara-atencion-pobreza-animales/
[2] https://elpais.com/mexico/2021-04-12/salgado-macedonio-escala-las-amenazas-contra-los-consejeros-del-ine-no-le-gustaria-saber-al-pueblo-donde-vive-lorenzo-cordova.html
Autor
Maestra en Letras Modernas por la Universidad Iberoamericana y profesora del ITESM, campus Toluca
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