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La enorme cantidad de migrantes provenientes de Centro y Sudamérica que cruzan nuestra muy porosa frontera sur y atraviesan el país en busca de llegar a Estados Unidos, constituye un problema que el gobierno federal ha buscado minimizar.

Durante 2022, se registraron más de 170 mil detenciones de migrantes indocumentados en México, esto según datos de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR).

Tan solo en este año, 2.8 millones de personas han cruzado la frontera norte de México para llegar a los Estados Unidos, de acuerdo con la Agencia CBP (Customs and Border Patrol) del gobierno norteamericano. Solamente en el mes de agosto, este número llegó casi a los 233 mil cruces registrados; una cifra récord con consecuencias de la misma magnitud.

Históricamente, el Estado mexicano ha fracasado en su intención por buscar establecer un equilibrio entre el respeto a los derechos humanos de los migrantes y la salvaguarda de la seguridad fronteriza.

A través de programas como el Plan Puebla-Panamá, se ha buscado reducir el flujo migratorio atendiendo las causas que lo provocan desde los países de origen. Sin embargo, éste y otros acuerdos han quedado como letra muerta y no han generado ningún resultado.

Hoy se vive una enorme oleada migratoria que ha derivado en una aguda crisis humanitaria. Diariamente llegan hasta 10 mil migrantes a nuestra franja fronteriza norte.

Solamente en Ciudad Juárez hay cerca de 30 mil migrantes varados con la esperanza de obtener una visa humanitaria que les permita cruzar a Estados Unidos legalmente, y diariamente arriban más de 2 mil. Estas personas pernoctan a las orillas del Río Bravo entre hacinamiento, hambre y pésimas condiciones de salud e higiene.

Los albergues humanitarios o los centros de retención son completamente insuficientes para atender a tantas personas. Esta situación, sumada a la pésima preparación del personal adscrito al Instituto Nacional de Migración, ha derivado incluso en tragedias como la de marzo pasado, cuando 40 migrantes perdieron la vida por un incendio.

Es tal la desatención del gobierno federal, que sin existir ninguna suerte de sustento legal, se ‘transfirieron’ de facto las facultades de regulación migratoria de la Secretaría de Gobernación a la Secretaría de Relaciones Exteriores. Esto ha generado un enorme desorden y confusión, pretexto perfecto para justificar la falta de capacidad del gobierno para cumplir con su mandato legal en esta materia.

El control migratorio es una atribución exclusiva del orden federal, sin embargo, en un acto de irresponsabilidad, el problema se ha querido descargar en el gobierno del estado de Chihuahua, que no tienen las competencias para regular, y menos resolver, tan compleja situación.

El congreso local ha exhortado al gobierno federal a atender el problema, no sólo por el flujo desmedido de migrantes, sino por el caos en los cruces fronterizos debido al cierre de una garita comercial en el Puente Internacional Córdova-De las Américas, que ha paralizado exportaciones de la industria manufacturera y que podría derivar en la pérdida de empleos y una severa crisis económica en la zona.

La inoperancia de las autoridades federales ante esta crisis está asfixiando a Ciudad Juárez. Una opción para mitigar el problema podría ser la declaratoria de estado de emergencia, esto obligaría a la Federación a disponer de manera inmediata de recursos y programas extraordinarios para resolver el hacinamiento y el paro de las exportaciones de productos manufactureros que se dado en el marco de esta contingencia.

La problemática descrita es tan grave que, para atenderse de manera efectiva, es necesario un enfoque integral que aborde las causas subyacentes de la migración, fortalezca la cooperación regional, garantice la protección de los derechos humanos de los migrantes y reforme el sistema de inmigración para hacerlo más eficiente y justo.

Lo anterior se ve lejos, es evidente que el tema migratorio no ha sido prioridad en este sexenio. Atender el problema no genera votos, pero sí exhibe la indolencia de quienes nos gobiernan. Una verdadera ruindad.

 

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