Una cosa es la participación ciudadana y otra cosa es la organización ciudadana. No es lo mismo asistir a una manifestación pública que generar procesos serios de organización que lleven a la gente a las urnas.
En ese sentido, sea como sea, las estructuras partidistas nos llevan décadas de ventaja y si queremos de verdad lograr un cambio sustantivo, hace falta mucho más que indignarnos en twitter y exigir “que alguien haga algo”.
Esto lo digo a propósito de que este fin de semana la aspirante del Frente Amplio por México Xóchitl Gálvez pidió revisar con seriedad el súbito incremento de los apoyos a otros aspirantes que provocaron que de pronto algunos de ellos quienes no habían tenido mucha la actividad hayan logrado las simpatías necesarias para pasar a la siguiente etapa.
Es conveniente si duda que el Comité Organizador del proceso, del que nadie desconfía, explique lo que ha sucedido en este caso para disipar cualquier duda, pero la realidad tiene un trasfondo bastante lógico que se explica por sí solo: se movió la maquinaria.
Los partidos políticos son estructuras organizativas jerárquicas que operan bajo instrucciones claras y resultados tangibles y en este caso no iba a ser la excepción.
Entre estos tres partidos que conforman el Frente Amplio suman casi tres millones y medio de militantes. Bastaba simplemente que instruyera a sus militancias a registrarse en la plataforma para hacerle contrapeso al fenómeno que representó la irrupción ciudadana espontánea en favor de Xóchitl.
También cierto que los partidos se inconformaron ante la imposibilidad de registrar a sus bases cuando hay poca conectividad. En consecuencia, el Comité Organizador flexibilizó la plataforma para que se pudiera hacer una captura previa de datos, tomar las fotografías tanto de la credencial de sus militantes como las requeridas para el registro y subirlas en cuanto tuvieran internet.
Eso explica que algunos aspirantes pudieran registrar de golpe 20 o 30 mil simpatías diarias en los últimos días y acceder a la etapa final, cuando en realidad esos números no representan una popularidad real, sino el músculo partidista.
Por eso la única manera de poner las cosas en su lugar es que la gente participe. No podemos apelar a la ingenuidad, los partidos y aspirantes tienen en conjunto, además de una estructura nacional y recursos, 18 mil claves de registro para poder sumar de manera masiva a sus militantes, mientras que las organizaciones ciudadanas apenas contamos con mil 500 y una precaria organización ciudadana.
Es indispensable que en este periodo entre el 9 y el 20 de agosto, ya sin la posibilidad de expresar la simpatía por alguno de los aspirantes, seamos los ciudadanos quienes refrendemos nuestro compromiso, ayudemos a sumar a la mayor cantidad de gente al padrón del Frente Amplio para inundar los centros de consulta el 3 de septiembre, para que este proceso sea mayoritariamente ciudadano y no necesariamente de las estructuras partidistas.