domingo 07 julio 2024

No oigo…

por Jorge Triana

En México, el crimen organizado ‘trabaja’ a sus anchas y sin temor a la autoridad. Secuestran, desaparecen personas, asesinan periodistas, matan policías, extorsionan comerciantes, atacan con drones y carros bomba, bloquean autopistas, siembran terror… ¡y no pasa absolutamente NADA!

La cruel y perversa desaparición, tortura y asesinato de los cinco jóvenes secuestrados en Lagos de Moreno; causa rabia, miedo y a la vez tristeza.

La tragedia en Lagos de Moreno, indigna a todos, excepto al presidente de México, quien en el marco de su conferencia matutina, evitó hablar de los jóvenes asesinados.

Luego de que los medios pidieran su opinión sobre el tema, López Obrador respondió: ‘ya, ya, ya, ya’, luego contó un mal chiste, fingió no escuchar y puso su mano en su oreja haciendo señas de que no oía lo que le decían.

Con justa razón, la opinión pública calificó como inaceptable que el presidente haya respondido con un chiste, con un ‘NO OIGO’, y con risas burlonas.

López Obrador asegura que realmente no escuchaba las preguntas de los reporteros, y afirma que no ofrecerá disculpas a nadie, porque ‘nunca se burló’.

Dese luego, aprovechó la ocasión para adoptar, una vez más, el papel de víctima. Asegura que todo es manipulación de sus adversarios para perjudicarlo, porque ‘son capaces de todo’.

El problema no es si el presidente escuchó o no las preguntas de los medios, lo repudiable es que la horrible tragedia no le mereció una sola mención en su mañanera, pero eso sí, estaba de humor para contar chistes.

Como siempre, se martiriza. Las víctimas ya no son los jóvenes, la víctima es él porque lo atacan y malinterpretan. Por cierto, López Obrador sigue sin mostrar la más mínima señal de empatía, ni siquiera ha dado condolencias a los familiares de los jóvenes ultimados.

En los momentos de crisis y creciente violencia que enfrenta México, la actitud del presidente resulta más que condenable. Se ha convertido en un verdadero escapista ante temas que le son incomodos.

Su negativa a responder preguntas de los medios y su insensible comportamiento, como reírse y contar chistes en momentos de tragedia, sólo agrava la indignación de un país en busca de respuestas y soluciones.

La violencia que azota a México no solo afecta a las víctimas directas, sino también a sus familias, amigos y a la sociedad en su conjunto. Enfrentar esta situación requiere liderazgo, empatía y seriedad por parte del presidente. Su actitud frívola ante la pérdida de vidas inocentes, exhibe una desconexión alarmante con la realidad que viven millones de mexicanos.

El hecho de reírse y contar chistes, de ignorar el tema o de auto victimizarse en momentos de luto y tragedia, demuestra una insensibilidad chocante. La empatía y el respeto hacia las víctimas y sus familias deben ser prioritarios para cualquier líder.

Cualquier persona cuerda que vea las imágenes de los jóvenes secuestrados, torturados y asesinados en Lagos de Moreno, entenderá lo delicado y grave del momento que vivimos; cualquiera, excepto nuestro Presidente, él prefiere burlarse o en el mejor de los casos, hacer como que no pasa nada.

México necesita un liderazgo responsable, empático y firme para superar sus desafíos y construir un futuro más seguro y justo. Ya contaremos con uno el año que viene, hasta entonces, seguiremos escuchando: NO OIGO.

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