viernes 05 julio 2024

Pasión por la democracia

por Manuel Cifuentes Vargas

La democracia no tiene edad, debilidades físicas ni condición social para amarla; solo conciencia, entereza, responsabilidad, decisión y fortaleza de espíritu.

Ya se ha dicho mucho sobre las distintas aristas del llamado y concentración ciudadana en defensa de la democracia. Sin embargo, no quiero dejar pasar por alto otros de sus rasgos que tienen un gran valor, significado y mensaje para quienes buscan argumentos o algún pretexto para no sumar esfuerzos cuando la democracia está en riesgo. 

Hubo ciudadanos comprometidos que asistieron acompañados de sus niños y adolescentes, no solo para, desde ahora, enseñarles y mostrarles el camino de la democracia, sino también los caminos para defenderla cuando es necesario. Ellos vieron que no es necesario ser groseros, ofensivos, arrebatados, brabucones, violentos, excluyentes, discriminatorios ni homofóbicos, sino comportarse con compostura y decencia política en la exigencia del respeto a las instituciones, a la democracia, a la Constitución y a los derechos políticos. Y qué bueno que hayan asistido estos ciudadanos en gestación y que hayan visto civilidad en esta educada participación democrática, porque la democracia es de todos. De ciudadanos consumados y de los futuros ciudadanos también; esto es, de quienes aún están en fecundación y formación ciudadana democrática. 

FOTO: YERANIA ROLÓN/CUARTOSCURO.COM

Tampoco podemos dejar de mencionar a las personas de avanzada edad o carentes de completa salud, que también asistieron y alzaron con entusiasmo su voz por el valor y razón de la democracia. Concurrieron personas de la tercera edad, algunas caminando despacio por sus condiciones físicas, apoyándose en quienes los acompañaban; otros auxiliándose de sus andaderas manuales o haciendo uso de su bastón para caminar; y más aún, hubo hasta quienes fueron con su necesario equipo de oxígeno recomendado. Longevos unos y otros con ciertos problemas de salud, pero ahí estuvieron firmes y aguantaron todo el tiempo, sin guarecerse en la sombra de los inmuebles, sino a pleno sol en la plancha del Zócalo. A estos ancianos y a los frágiles de salud, lo que los animaba e impulsaba era la energía, emoción, aliento y amor por la democracia. Y es que el clarín de la democracia llamó a sus soldados, y por eso ellos también acudieron desde temprano a su llamado para defenderla, sin quedarse en la comodidad de sus casas o en algún lugar de recreación o esparcimiento. Porque saben y están conscientes que solo hay un camino para la vida: la democracia y el de las instituciones que objetiva, imparcial y cristalinamente garanticen lecciones limpias y confiables.  

Hay que aplaudir a todos estos valientes, fuerte, responsables y decididos ciudadanos, porque son ejemplo a seguir, y un enérgico aguijón a la apatía y desinterés por el paìs. Por lo visto, podrán doblarse por la edad o precariedad de su salud, pero no se quiebran, dado su acerado espíritu alimentado por la libertad y la democracia, que es la que sólidamente quieren para las futuras generaciones y la República. 

En esta reunión de lucha por la democracia no hubo el reprobable acarreo, pasajes, sándwiches, tortas o tacos, refrescos o jugos y ni siquiera agua que se regalara; menos ayudas económicas o materiales, porque éstas, en lugar de fomentarla, la destruyen, deforman, envilecen y empobrecen, erosionando el espíritu cívico democrático. Ningún apoyo, estimulo u obsequio para asistir en defensa de la democracia en peligro. No hubo nada. Solo la conciencia, responsabilidad, emoción y devoción por la democracia. Porque la democracia no se compra ni se promueve o simula con dadivas. Fue el día de un Zócalo limpio y, en una zona totalmente llena de símbolos históricos y comercial, sin pintas ni cristales rotos. En todo y en todos se respiraba un ambiente de tranquilidad, confianza, orden y un feliz contento. La democracia ya prendió y arraigó como forma y estilo de vida. 

FOTO: ANDREA MURCIA /CUARTOSCURO.COM

La razón de la convocatoria fue para la defensa de la democracia en peligro de extinción; del voto libre; del apoyo total a sus instituciones: INE y Tribunal Electoral, así como contra su debilitamiento y desdibujamiento. Pero también la concentración ciudadana fue de completo apoyo a la debida y efectiva División de Poderes; del respaldo abierto al Poder Judicial y, en particular, a la elevada institución del derecho y la justicia constitucional, a la Suprema Corte de Justicia de la Nación y de los ministros de esta Corte Suprema en sus resoluciones independientes, autónomas, objetivas, serenas, imparciales, limpias y transparentes. Confían en su sabiduría y honorabilidad en la genuina y fiel interpretación de la Constitución, así como en que hagan valer la integridad y supremacía de la Constitución, por la salud y bienestar del país entero. Deben sentirse tranquilos los jueces constitucionales, porque tienen el acompañamiento solidario ciudadano. Los ciudadanos están con ustedes, con la autoridad de la Constitución, con la democracia y con el país.

El intento del trastocamiento y perturbación de la esencia de la democracia mexicana ya rebasó sus fronteras. Ya no es solo un tema doméstico, nacional, sino ahora también preocupa en el exterior del país, en el marco de la cooperación internacional para la paz, armonía y democratización para el desarrollo y mayor bienestar. Que de ninguna manera es en detrimento de la soberanía, sino de una válida inquietud por la integridad, fortaleza y vigencia de una soberanía democrática, y no de soberanías autócratas que trastornen la cooperación, confianza y viabilidad de los países. La democracia no es la forma política perfecta de convivencia social, pero es la mejor que siempre se ha tenido desde que nació en su antigua y milenaria cuna griega. Y que desde entonces existe la eterna lucha por y de la democracia contra el autoritarismo y la tiranía. 

El momento estelar fue cuando al cierre y culminación de la reunión por la democracia, se tocó y cantó con viva voz el Himno Nacional, porque se sintió con tal profundidad, que hizo vibrar los más puros, sensibles y sublimes sentimientos de la nación; del inflado amor por la patria que revigorizó el sentimiento por el país, a pesar que en este día no se haya izado la Bandera Nacional en la Plaza de la Constitución, pero que en cambio sí se colocó una gran manta colgante en la fachada de un inmueble, que por cierto se desplomó, con el propósito fallido de denigrar y minar el objetivo, ánimo y fervor de la concentración democrática. Se cantó el Himno Nacional con el corazón y con el alma. Fue la voz vibrante de la nación. Fue el alma de la nación la que estuvo presente. 

El tigre no solo ha despertado; ya lanzó sus primeros rugidos contra quien aspira a ser su domador. No se va dejar domesticar, porque el verdadero demócrata es indomable. 

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