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jueves 26 diciembre 2024

Pero López Obrador no es comunista…

por Óscar Constantino Gutierrez

Hoy escuché a una periodista radiofónico que afirmó que la discusión sobre el socialismo/comunismo de López Obrador «era vacua». En estas semanas, también un youtubero de mala catadura se indignó reiteradamente, porque al menos tres de sus entrevistados sostuvieron que López era comunista o tenía un gobierno dirigido al comunismo. En el tema hay mucha ignorancia… de los defensores del obradorismo.

Ahora que el presidente volvió a insistir en que las empresas no deben tener ganancias excesivas, vuelve a plantearse si lo de López es comunismo o mera ocurrencia propagandística. No es la primera vez que el mandatario pretende que las empresas no sean lucrativas: en noviembre de 2019 sostuvo que las desigualdades originan la violencia y que su gobierno promueve «una justa distribución del ingreso en México» e impulsa «un nuevo modelo que procure ganancias razonables y que busque reducir las brechas de la desigualdad económica y social». No es puntada exclusiva de Obrador: en diciembre de 2018, su secretaria de la Función Pública, la misma de las seis casas y que dice que el Estado es López, fue precursora de una doctrina similar a las enseñanzas de Andrés Manuel XIV el presidente quinto sol, pero referida al tema de los ingresos y salarios privados: «los salarios del mercado, los honorarios y los ingresos del mercado tendrían que ajustarse a nueva moralidad y a una nueva ética pública de salarios justos, no mediocres, no mermados, no reducidos, pero justos». La acrobacia de la funcionaria es increíble: los ingresos del sector privado son altos, hay que ajustarlos a la nueva ética pública, pero no reducirlos. ¿Entonces cómo sería el ajuste? ¿Hacia arriba? La afirmación de la secretaria tiene un remate imposible, populista y falaz. Por supuesto que su propuesta fue que la gente en el sector privado gane menos.

Y bueno, una propuesta de reducción de ganancias privadas o de ingresos particulares… es de corte comunista, aunque los matraqueros del pejeato no lo entiendan.

 No, Marx no es el principio y fin de las cosas

Un primer error de los loperos es asumir que comunismo y socialismo sólo son lo que los marx-leninistas creen que encuadra en esas dos categorías. De hecho, el youtubero indignado, cuyo nombre no merece expresarse, leyó una definición que parece sacada del manual de Nikitin. Obviamente, ese «periodista» no entiende que el socialismo y comunismo no nacieron con Marx, ni acabaron de describirse con él. Pareciera que no han escuchado sobre Owen, el socialismo, los estructuralistas, la escuela de Frankfurt —o a sus críticos—.

Debe sugerirse a esos personajes que no utilicen como fuente a los manuales de preparatoria de Jesús Ramírez Cuevas o la Wikipedia: para que entiendan este tema con exactitud, deberían consultar, al menos, la definición de comunismo en la Encyclopaedia Britannica. En ella, se explica que el comunismo es una doctrina cuya finalidad es «reemplazar la propiedad privada y una economía basada en las ganancias con la propiedad pública y el control comunal de al menos los principales medios de producción (por ejemplo, minas, molinos y fábricas) y los recursos naturales de una sociedad». La misma enciclopedia explica que el comunismo es «una forma de socialismo, una forma superior y más avanzada, según sus defensores» y que «la diferencia exacta entre el comunismo y el socialismo ha sido un tema de debate durante mucho tiempo», pero que los comunistas adheridos al marxismo son los que más han vocalizado sus diferencias.

Planteado de una forma más sencilla: si no se hace profesión de fe del marxismo, comunista es toda doctrina que busca disminuir la libertad económica individual y la propiedad privada. En esa tesitura, el socialismo sólo es un comunismo de menor intensidad. Así lo veía Ludwig von Mises, que en la primera reunión de la Sociedad Mont Pelerin llamó «banda de socialistas» a los que proponían medidas de redistribución del ingreso, como el propio Milton Friedman relata, divertido, en este corto.

Von Mises resaltó algo que no suele entenderse a plenitud: no se necesita ser acólito del marxismo para tener ideas o propuestas socialistas o comunistas. Cada vez que se propone la intervención burocrática en la economía o se plantean medidas intervencionistas para «corregir el mercado», limitar las ganancias particulares o redistribuir la riqueza, estamos en presencia de acciones de corte socialista o tendientes al comunismo. Y no, no es que sea malo «ayudar a los pobres»: los voceros de la izquierda confunden intenciones con medidas, asumen que sus fines sólo admiten los medios por ellos escogidos. Por ejemplo, la búsqueda del mínimo vital y la dignidad humana admite múltiples herramientas, unas son de tipo socialista y otras no: quitarle recursos a las clases medias y altas para dar pensiones a jóvenes es una herramienta socialista, capacitar a las personas para que pongan sus propias empresas no lo es, el objetivo es el mismo, pero los mecanismos son muy distintos.

Por tanto, una política económica que busque la reducción de las ganancias privadas, como la de López Obrador, es comunista por definición.

López Obrador no es el primer presidente socialista en México

Debe resaltarse que los referentes políticos de López Obrador implementaron políticas socialistas y comunistas. Lázaro Cárdenas, por ejemplo, estatizó la industria petrolera, con lo que sacó de la esfera privada un medio de producción principal, lo cual es socialista y tiene una tendencia comunista.

Otro ejemplo: como consecuencia de lo planteado en el Plan Sexenal de Lázaro Cárdenas[1], en noviembre de 1934 se reformó el artículo tercero constitucional, para señalar que «la educación que imparta el Estado será socialista», esta reforma se publicó en el Diario Oficial de la Federación del 13 de diciembre de 1934.  Tuvieron que pasar doce años para que el texto fuera modificado nuevamente y se suprimiera esa expresión.

López Obrador ha reconocido que una de las fuentes de inspiración de su Plan Nacional de Desarrollo fue el Plan Sexenal que presentó desde su campaña electoral el expresidente Lázaro Cárdenas. Por si quedara alguna duda de la musa socialista del presidente, esto es lo que sostiene la presidencia de la República en el portal gob.mx:

«El Presidente Andrés Manuel López Obrador ha mencionado que el Plan Nacional de Desarrollo (2018-2024) está inspirado en el Programa del Partido Liberal Mexicano de 1906, así como en el Plan Sexenal del Gobierno del General Lázaro Cárdenas (1934-1940), pero, ¿por qué el Presidente toma como referentes estos dos documentos, cuál es su origen e importancia histórica para el nuevo Gobierno?

En este artículo preparado por el INEHRM y la Presidencia de la República te contamos:

A finales de 1933, una vez postulado como candidato presidencial del Partido Nacional Revolucionario (PNR), el general Lázaro Cárdenas planteó un programa de gobierno diseñado en cumplir con la serie de demandas económicas y sociales insatisfechas. A este programa de gobierno se le conoció como el Plan Sexenal (1934-1940).

Este documento buscaba ejecutar el contenido social de la Constitución de 1917. Para ello, planteó el funcionamiento de un Estado que interviniera en el desarrollo, la gestión y la regulación de las actividades económicas y sociales del país, garantizando —al mismo tiempo— el respeto a la propiedad privada y las garantías individuales.

(…)

En lo que respecta al campo de lo industrial, planteó -además de la mencionada intervención, regulación y gestión de las actividades económicas- la creación de diferentes empresas nacionales y la protección de éstas sobre el comercio exterior y las compañías extranjeras, todo ello en favor del interés nacional.

(…)

Finalmente, en relación a la cuestión educativa, buscaba continuar con el fortalecimiento de la cobertura educativa; con la interpretación racional, científica y laica de la realidad; pero sobre todo, con la promoción de la educación socialista; educación que no tenía nada que ver -como lo han demostrado numerosos historiadores- con los postulados del marxismo-leninismo, sino con una fraseología que, para inicios de la década de los treinta  y en un contexto como el mexicano, significaba reivindicación social, económica y cultural del pueblo».

En suma, lástima que los voceros oficiales del presidente contradigan a los voceros informales del obradorismo: hay socialismos que no son marxistas, tan relevantes, que hasta en la Constitución se plasman.

En contraste de lo que sostiene el portal del gobierno federal, existen evidencias de que el discurso cardenista y callista tenían una fuerte vena anticlerical y que en el debate de la reforma se plantearon cuestiones del socialismo marxista: el texto de reforma constitucional propuesto hacía referencia expresa a la «socialización progresiva de los medios de producción», como recuerda Alejandro Ortiz-Cirilo en su libro Laicidad y reformas educativas en México: 1917-1992, que puede consultarse aquí.

Así que, la próxima vez que vea a un «comunicador» afín a la 4T rasgándose las vestiduras porque le señalan que López Obrador tiene políticas socialistas y comunistas, pásele un libro: puede ser Socialismo o Gobierno omnipotente, de Ludwig von Mises, Camino de servidumbre de Friedrich Hayek o, si quiere ofrecer un relato más ligero, ahí está Keynes vs Hayek, de Nicholas Wapshott. Podría recomendarle alguna de las obras del Fondo de Cultura Económica, como la Historia del Pensamiento Económico del siglo XX de Emile James o los textos de Gary Becker o Gunnar Myrdal, esos mismos que Paco Ignacio Taibo II decidió ya no ofrecer, ni siquiera en libro electrónico, porque comisario de censura.

Si, amable lector, le queda alguna duda sobre el carácter socialista del lopezobradorismo, sugiero un cochino texto neoliberal, de esos que me gustan: le recomiendo la consulta de Economía Básica, de Thomas Sowell, donde explican el toque anti-Midas del actual presidente de México.

Para concluir, debe reiterarse que el comunismo de López es malo, pero su ineficacia gubernamental es peor…

[1] Plan Sexenal, PNR, 1933. «Consiguientemente, el Partido Nacional Revolucionario propugnará por que se lleve a cabo la reforma del artículo 3° de la Constitución Política Federal. a fin de que se establezca en términos precisos el principio de que la educación primaria y la secundaria se impartirán directamente por el Estado o bajo su inmediato control y dirección, y de que, en todo caso, la educación en esos dos grados deberá basarse en las orientaciones y postulados de la doctrina socialista que la Revolución Mexicana sustenta». El texto completo del plan sexenal de Cárdenas puede consultarse en http://www.memoriapoliticademexico.org/Textos/6Revolucion/1933PSE.html

Autor

  • Óscar Constantino Gutierrez

    Doctor en Derecho por la Universidad San Pablo CEU de Madrid y catedrático universitario. Consultor en políticas públicas, contratos, Derecho Constitucional, Derecho de la Información y Derecho Administrativo.

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