En octubre de 2023 se cumplieron 50 años de la publicación de Quadrophenia, álbum de The Who, y 44 de la primera exhibición en cines de la película homónima. Fue el sexto larga duración de la banda y la segunda película, después de Tommy, su primera ópera rock.
Quadrophenia intentó dar continuidad al éxito obtenido por su disco de 1971 –Who´s next?– y, en el viaje, poner a consideración de la crítica y el público una segunda ópera rock, en la que olvidaba la lógica de la psicodelia sesentera y se afincaba por completo el plano del pop rock. Con Tommy, Pete Townshend, líder del grupo, intentó dar voz a un niño ciego, sordo y mudo, que vivía en un mundo opresivo, dominado por adultos castrantes. Quadrophenia siguió un poco la tónica de criticar al mundo adultocentrista a través de la elección de un héroe protagónico (Jimmy) que formaría parte de una tribu urbana londinense –Los mods– y, a su vez, intentaría representar la personalidad de cada integrante del grupo, de modo que Tonwshend pensó el L.P. como un esfuerzo polifónico en el que él dejara un poco de lado el protagonismo, para compartirlo con los otros tres integrantes del colectivo.
En el intento polifónico, cada uno de los miembros de la banda tendría una canción que los caracterizaría –Bell Boy (Kit Moon), Is It Me? (John Entwistle), Helpless Dancer (Roger Daltrey), Love Reign O’er Me (Townshend)– y representaría una de las diversas facetas de la forma de ser de Jimmy. A pesar de este intentó de incluir a los demás, la personalidad de Jimmy nunca dejó de ser de modo profundo una representación dramática de Townshend, su alter ego, cuestión que queda clara al reconocer que los puentes musicales entre las canciones, así como el cierre, son fragmentos sonoros o líricos que, al final, terminarán ensamblándose como unidad en Love Reign O’er Me, canción que define la temperatura emocional del disco, también de la película, y es el inevitable clímax de la obra, al constituir la pieza más poderosa y unificadora de toda la ópera rock.
Tommy fue una obra intimista, compleja, que daba voz a un personaje casi sobrenatural, angélico, que quería lanzar un mensaje confuso, a través de operaciones cifradas y de evocaciones musicales. A pesar de esa circunstancia, esa primera ópera rock fue un éxito en los charts musicales y en las taquillas de los cines, tal vez por lo que reconoció Townshend en sus Memorias (Who I am) como un hecho inevitable: “Tommy estaba destinado a ser una película”. Sin embargo, Quadrophenia tuvo que recurrir al cine, acaso, para explicar aquello que el disco no lograba comunicar.
Tommy, claramente, formaba una unidad, tanto sonora como cinematográficamente. Era un rompecabezas en el que cada pieza adquiría sentido sola, y en esa independencia, podía fusionarse con las demás a través de la interacción de los personajes. Tommy, el protagonista, interactuaba con sus castrantes progenitores, su tío y agresor sexual, su primo, un bully impenitente, en una verosímil relación tóxica y destructiva, como la de cualquier familia obrera de la época victoriana inglesa, caracterizada por la violencia, el enojo y la incomprensión, situación que él lograba paliar a través de visiones acompañadas de un soundtrack musical que le permitía lograr un poco de consuelo.
En Quadrophenia la intención de Townshend fue más externa que íntima, prueba de ello, como reconoce él mismo en sus Memorias, mientras la banda trabajaba en la grabación del grupo, en más de una ocasión se paró en la calle con el propósito de grabar los sonidos de la realidad: “Una tarde de junio iba caminando y grabando por Wardour Street, con la esperanza de capturar un gran momento mod en el Soho, a fin de poder incluirlo en el paisaje sonoro de Quadrophenia: un alarido, una conversación al vuelo entre chicos traficando con drogas o con sus cuerpos, algo romántico, un soplo sobre las carreras de moto scooters o la noticia de última moda”.
Y al final eso fue Quadrophenia: “un alarido”, “algo romántico”, una instantánea urbana donde se retrataba la vida cotidiana de jóvenes desarraigados, furibundos, rebeldes, contestatarios: mezcla encantadora entre lo salvaje y lo ingenuo, entre lo cínico y lo tierno, pues al final los personajes demuestran la necesidad afectiva de todas las personas, particularmente de los jóvenes, traducida en la urgencia de encajar, de ser aceptado y querido.
Pete Townshend sufrió abuso sexual en su niñez y ese episodio además de confesarlo valientemente en sus Memorias, lo reportó creativamente en Tommy. Su desarraigo, su deseo de pertenecer lo vivió al unirse a una banda de rock. Su personaje protagonista –Jimmy– la manifiesta al afiliarse a una pandilla y erigirse seguidor de un falso ídolo Ace Face (Sting, en la película), quien pretendía ser el líder mod: chico impecablemente vestido con taje ceñido al cuerpo, poseedor de una hermosa motocicleta scooter plateada con cientos de espejos retrovisores para observar su rostro en múltiples facetas, y que al final le rompió el corazón al descubrirse como un ordinario mozo de hotel.
Así de frágil era Jimmy, así de frágil, tal vez, era Townshend, quien se convirtió en estrella de rock, pero, en otras circunstancias, pudo seguir la suerte del protagonista de Quadrophenia y seguir la senda del perdedor, que tiene como único consuelo esperar que la lluvia le moje la cara, mientras observa caer desde un arrecife el hermoso vellocino plateado de su antagonista Ace Face.
Jimmy era el clásico adolescente de extracción obrera, sin otro futuro que reproducir la vida de su padre, así como él reprodujo la de su abuelo, y su abuelo la de su bisabuelo. Como reacción a esa terrible inercia quiso cambiar su destino de obrero por el de pandillero mod, aunque eso le costara el enojo de sus padres y la persecución de la justicia. Infatuado por la música de The Who y la forma elegante de vestir de los demás pandilleros, Jimmy eligió ser uno de ellos: con su camisa blanca de cuello de paloma, corbata negra, pantalones caqui oscuros y una hermosa chamarra con capucha repelente a la lluvia, vestimenta que iba muy bien con una motocicleta italiana y el orgullo infantil por manejarla.
Esa realidad, sin embargo, no duró más que lo que un cambio de ropa y a pesar de que intentó congelar el encanto y prolongarlo en el tiempo, al viajar a un encuentro de mods en Brighton, su destino de cenicienta marcó su hora cuando la policía se hizo cargo de romper sus sueños y todas sus expectativas al recluirlo en una pequeña crujía del ayuntamiento, tras una fervorosa pelea con sus enemigos rockers, situación que se complicó con el abandono de su novia y la noticia de que sus padres no lo querían volver a ver.
Tras el desencanto, la furia y la inocencia. Los padres de Jimmy tomaron muy a mal su captura, igual que su pareja y los amigos que salvaron el pellejo en la persecución. Así, sin novia y sin ídolo, sin camaradas, no le quedó otra opción que la fuga: encontrar en lo alto de un acantilado respuesta a su rabia y, acaso, con la tentativa de muerte en el pensamiento, ubicar una nueva esperanza, en este mundo o en el otro, ante la muerte que se quedó en pura amenaza, cuando saltó y salvó la vida antes de que la bella moto scooter robada de su enemigo se convirtiera en brillante chatarra al impactarse contra las rocas, y en el inter, cayera una poderosa de lluvia sobre su cara que fue ambiente propicio para el correr de una pista musical: Love Reign O’er Me, sonido de fondo para conjurar el sortilegio al que se condena quien inicia un viaje en busca del amor platónico: sentimiento que inspira una tonada cuya esencia se extravía en el cielo y en el sonido de fondo de un gong, vibrato súper sonoro que antecede los acordes de un piano que cobijará la voz, el alarido, que intenta ser la expresión de la libertad detrás del ruido.