jueves 21 noviembre 2024

¿Qué es La sudestada?

por Germán Martínez Martínez

Sudestada es el fenómeno de alteración de vientos que dificulta el desagüe y da pie a la crecida del Río de la Plata, el inmenso cuerpo de agua que argentinos y uruguayos llaman río y que —con más rigor— otros clasifican como gigantesco estuario: la desembocadura fluvial en que se mezclan agua salada del mar y agua dulce que fluye de tierra adentro. En la película La sudestada (2023), dirigida por Daniel Casabé (1979, Buenos Aires) y Edgardo Dieleke (1980, Buenos Aires) se ve la sudestada también como intensa lluvia e inundación de riberas bonaerenses afluentes. El filme aborda la improbable mezcla en su vida tardía de personajes con largas biografías a cuestas.

Elvira y Jorge se encuentran en una etapa avanzada de su vida.

La sudestada en el plano argumental —que extravagantemente resulta de primordial interés para la mayoría de los espectadores— es una historia de amor en la vejez y en ello reside parte de su virtud. Elvira Schulz (interpretada por Katja Alemann) es una bailarina y coreógrafa a quien se honrará con una retrospectiva en el Teatro El Plata, en los límites oficiales —no necesariamente los urbanos— de la ciudad de Buenos Aires. Al mismo tiempo ella se está separando de su marido, quien encarga al detective privado Jorge “El Sabueso” Villafañez (Juan Carrasco) que la investigue. El mérito de los realizadores Dieleke y Casabé está en imaginar y plasmar —a partir de la “novela gráfica” La sudestada de Juan Sáenz Valiente— las emociones de ambos personajes con sutileza, pues no por silenciosas son menos pasionales. El cuerpo desnudo de Elvira baila a lejanía suficiente: tanto su voluptuosidad como su envejecimiento están presentes sin flagrancia. A su vez, El Sabueso —obeso mórbido y calvo, con pericia como dibujante— se muestra al mundo como si la sexualidad ya le fuese ajena, lo que se acentúa cuando en una fiesta de disfraces le toca ser el risible Chapulín Colorado, el fallido superhéroe del mundo subdesarrollado creado y actuado por Roberto Gómez Bolaños, el comediante televisivo mexicano popular en casi todos los países de habla española. La cinta, no obstante, no cae en clichés: El Sabueso no padece soledad, con sus amigos se cuidan; él pone filtro solar a uno de ellos.

La protagonista, bailarina y coréografa, produce fascinación en el detective apodado El Sabueso.

La sudestada es una cinta que va dosificando su entrega al público, se esfuerza —sin hacerlo evidente— en no ser informativa, aunque su protagonista se dedique al negocio de recabar datos sobre personas. Elvira le pregunta si no le atormenta ser “delator”, pero El Sabueso se concibe como “liberador”: su cliente quisiera la clave que diera con la causa su separación, ante lo que el detective comprende que su deseo es “tratar de entender”. La película también se toma su tiempo en aclarar la época en que su ubica. Corren cincuenta minutos —de 87— antes de que aparezca un teléfono celular. Más importante que eso es la textura de las imágenes: genera sensación de tiempo anterior, salvo en los ensayos de danza que se ostentan en alta definición. Sin embargo, el carácter de las imágenes es convencional tanto en su realismo —la ralentización de una fiesta— como cuando pasa a la fantasía con el hundimiento de El Sabueso en una banqueta. La sudestada cobra carácter más significativo al parodiar una película de vaqueros que deriva en pleito de machos en lodo y gestos entre simiescos y de danza guerrera del Pacífico, mientras la hembra observa, halagada, en instante que conjunta historia y recursos cinemáticos, dando paso a la danza en el escenario.

Los directores Daniel Casabé y Edgardo Dieleke habían filmado antes documentales al alimón.

La sudestada es un producto cultural de origen sofisticado lo que se nota tanto en su trama como en su uso de significados. Casabé y Dieleke previamente habían dirigido juntos los documentales Cracks de nácar (2013) y La forma exacta de las islas (2014). Dieleke es profesor en la Universidad de San Andrés —institución en las afueras de Buenos Aires— y obtuvo su doctorado en literatura latinoamericana en la Universidad de Princeton. Ambos directores, por su edad, son precisamente del grupo de hispanohablantes que crecieron con el trasfondo de la comedia de Gómez Bolaños, por lo que el simple guiño del disfraz de Chapulín Colorado convoca el sentido del fracaso obstinado. Hay otro elemento mexicano, homenaje a o parodia de Amores perros (2000): un anuncio en el costado de un edificio muestra el paso del tiempo para El Sabueso con relación directa al espectáculo de Elvira. A su vez, Katja Alemann es figura pública argentina largamente familiar como actriz, bailarina, cantante, escritora y modelo de Playboy y empresaria. En La sudestada hay incluso una vuelta a lo conocido para al menos algunos argentinos con escenas de Ring-side (1979) de Marie Louise Alemann —figura del cine experimental y madre de Katja— que se convierte en una visita al pasado de Elvira como bailarina. Así, la creación de los directores —en su humor, erotismo y arrebato ante el paso del tiempo— está anclada en su contexto argentino y latinoamericano.

La actriz Katja Alemann interpreta a Elvira Schulz en La sudestada.

Una película es algo hecho con sonidos, silencios simulados e imágenes en movimiento. Cada filme serio y cada crítica competente son intentos por desentrañar qué es ese algo en sus máximas y particulares potencialidades estéticas. Los anclajes culturales parecen inevitables —sin serlo— y se constituyen en rémoras cuando la obra tiende a depender de ellos, en vez de ser paisaje, escenario ineludible pero no fundamental. También está el problema de la siembra de argumento y símbolos. Al arranque, El Sabueso escucha una narración que plantea que los flamencos —“inseparables aves”— tienen danzas de cortejo que les lleva años aprender y que “la complejidad del ritual de cortejo de un flamenco aumenta con la edad”. Al final Elvira invita al Sabueso a la función inaugural de su coreografía. Los espectadores de la película descubren que Elvira ha desprendido una hoja del cuaderno del Sabueso cuyo hallazgo interrumpió la relación con el detective al revelar que ella misma había sido objeto de observación, además de consignar que ella “parece infeliz”. La hoja que cuelga en el espejo del camerino de Elvira es el dibujo de un flamenco. Escapar de anclajes culturales y de la siembra de argumento y símbolos no es sencillo y puede llevar a impostura, La sudestada se acerca a superar sus debilidades cuando explora la danza fuera de los cuerpos entrenados con El Sabueso moviéndose bajo un reflector. Pero, como en el amor, los asomos no alcanzan, hace falta una lúcida entrega.

Autor

También te puede interesar