sábado 06 julio 2024

¿Quién es quién en las infamias?

por Tere Vale

Una infamia es una vileza o una maldad que daña a una o varias personas. Es una degradación mentirosa sobre un individuo o grupo que lesiona su imagen pública, honorabilidad, reputación, como usted quiera decirle. Es, en pocas palabras, una bajeza contra otro que daña su crédito ante la sociedad. Se puede decir que una infamia es una canallada, una deshonra, una gruesa mentira para rebajar a otros. Y desgraciadamente las infamias en nuestro país (y en otros también) están de moda.

Permítanme comentar algunas recientes:

En un programa “a modo” en la demeritada televisión pública mexicana el Dr. López-Gatell deslizó que las manifestaciones de los padres de los niños con cáncer no se deben a su legítima preocupación por la falta de medicamentos para sus hijos, sino a un “complot” de grupos de derecha para afectar el prestigio de la 4T. Esta es una de las más terribles infamias que he presenciado en mi larga vida. ¡Y vaya que he escuchado muchas! El señor subsecretario (¿o secretario?) de Salud se atreve a decir este despropósito cuando, como es evidente, llevamos toda esta administración sin medicamentos imprescindibles para poder salvar la vida de miles de seres humanos, grandes o chicos, muy enfermos.

Caprichos, austericidio, acciones y declaraciones populistas, falta de planeación, inexperiencia administrativa, irresponsabilidad, indiferencia patológica… póngale como usted quiera, el resultado es el mismo: el gobierno de AMLO ha sido incapaz de cumplir con una de sus más importantes obligaciones, cuidar la salud de las y los mexicanos. Las declaraciones del abyecto Gatell, llenas de complacencia cortesana, deshonestidad y ambición merecen el repudio de la ciudadanía y su renuncia inmediata, eso es lo que amerita su vileza. Y creo que con este ejemplo quede claro el concepto de infamia.

Hector Vivas/Getty Images

Pero por infamias no paramos. Muchas más se dicen día tras día en la llamada mañanera contra los medios de comunicación y los periodistas que hacen su trabajo y disienten, confrontan, critican o dan puntos de vista distintos a los que la actual administración considera como verdades absolutas.

Por mencionar sólo algunos nombres (la lista no es para nada exhaustiva) se ha infamado a: Reforma, El Universal, El Financiero, Forbes, The Financial Times, The New York Times, Carlos Loret de Mola, Brozo, Héctor Aguilar Camín, Enrique Krauze, Raymundo Riva Palacio, Joaquín López Dóriga, Ciro Gómez Leyva, entre muchos otros. Y los que se acumulen cada día de la semana.

De acuerdo con datos de Artículo 19 (organización de la sociedad civil que comenzó a darle seguimiento a este tema) el actual gobierno agrede a un periodista públicamente cada 13 horas. Todo un récord en la historia de los ataques a la prensa en la historia de nuestro país.

De acuerdo con el informe de esta organización llamado “Distorsión, el discurso contra la realidad”, el año pasado se registraron 692 agresiones a periodistas y medios de comunicación; un incremento de casi el 14% en comparación con el primer año de gobierno de AMLO; 49.9% de las agresiones fueron cometidas por funcionarios públicos, fuerzas de seguridad y por las Fuerzas Armadas.

Las infamias contra las y los periodistas que se dicen en las mañaneras, de acuerdo con Artículo 19, se han generalizado y ya no solo las hace el presidente; distintos servidores públicos utilizan estas formas para poder intimidar o al menos intentar silenciar a los disidentes. ¿Censura?

Los que se atreven (o atrevemos) a pensar de manera distinta a los designios presidenciales inmediatamente son estigmatizados, etiquetados como chayoteros, conservadores, rateros y demás calificativos derogatorios que pronuncia “jocosamente” el presidente de todos (¿todos?) los mexicanos.

En el bochornoso espacio recién inaugurado “Quién es Quién en las Mentiras”, se juzga públicamente, señala, acusa y condena a medios y comunicadores y lo peor: se da un mensaje alentando a la ciudadanía que agreda o de plano violente fisicamente a los que no piensan como se ordena desde el poder máximo de nuestra nación. Peligroso, antidemocrático, irresponsable por decir lo menos.

En verdad, las infamias de este gobierno son una infamia.

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