En la democracia, donde bajo reglas claras hay una real disputa por el poder, se requiere de candidatas y candidatos capaces de ganar elecciones.
Hoy es claro que se puede ser un extraordinario candidato y un mal funcionario público y también que se puede ser un muy buen funcionario público y un mal candidato.
En el caso de México hay ejemplos de uno y otro lado como el de José Antonio Mead, un buen funcionario público y un mal candidato o Andrés Manuel López Obrador, un buen candidato y un muy mal gobernante.
El propósito de cualquier elección es ganar el cargo por el que se compite y eso exige que las y los candidatos tengan ciertas características personales que los hacen competitivos. Identifico cinco:
1. Ser cercanos. Las y los electores los deben de percibir como personas como ellos y no como personajes inalcanzables.
2. Ser empáticos. Las y los electores deben identificarse con los candidatos. Estos les tienen que resultar atractivos y decir algo.
3. Saber comunicarse. Las y los candidatos deben tener habilidades, para establecer una conversación permanente y fluida con el electorado.
4. Tener propuesta. No se trata de un programa de gobierno, que eso no convoca a nadie, sino contar con tres propuestas muy claras.
5. Tener narrativa. No basta con identificar las propuestas, sino que estas deben envolverse en una narrativa que consiste la simpatía y adhesión del electorado.
Es evidente que existen otros muchos elementos para explicar el triunfo de un candidato como pueden ser el fraude, la acción del crimen organizado, la traición o la inyección de recursos públicos legales e ilegales.
En el caso reciente de México está también la influencia que el presidente López Obrador tiene en amplios sectores del electorado que votan por los candidatos que él apoya a través de su partido.
La oposición suele estar en desventaja frente al oficialismo, pero en una sociedad democrática siempre existe la posibilidad, en la medida que hay competencia, de alcanzar la victoria.
Las características que menciono valen para las y los candidatos del oficialismo y la oposición, pero sobre todo para esta última, que no tiene la posibilidad de utilizar las ventajas de quien detenta el poder.
En las elecciones del 2023 y en las del 2024, la oposición puede alzarse con el triunfo en muchos de los puestos de elección popular en disputa solo en la medida que acierte a elegir a las y los candidatos.
Y estos, si se quiere sean competitivos, requieren tener las características mencionadas. Quien no las cumpla no deben ser contemplados, porque de antemano es optar por la derrota.
Twitter: @RubenAguilar