El legado de la presidencia de Andrés Manuel López Obrador, según sus simpatizantes más apasionados, será luminoso y equiparable a las grandes transformaciones de la historia de México. Sin embargo, en materias prioritarias como la seguridad pública, el acceso de la población a la salud, la calidad de la educación, el sistema carretero, la protección civil, el crecimiento económico, el pluralismo, la división de poderes, el Estado de derecho y la libertad del sufragio es irrebatible que la herencia del sexenio obradorista es retrógrada, como lo es también el legado que testa en materia de rezago educativo.
Según datos oficiales del Instituto Nacional de Educación para los Adultos (INEA), el año 2023 cerró con un 28 por ciento de personas sin educación básica. Son mexicanas y mexicanos mayores de 15 años que no han concluido la primaria o la secundaria. Los porcentajes correspondientes a cada año apenas variaron en los seis del gobierno de López Obrador. En el inicio de esta administración, en 2019, el rezago afectaba a 27 millones 990 mil personas, según los datos del INEA; al cierre del sexenio se encuentran en esa condición 27 millones 561 mil personas.
Las autoridades podrán decir que la disminución de 429 mil representa un avance en el cumplimiento de la tarea de erradicación del rezago educativo, pero, en primer lugar, se deberá aceptar que esos datos indican que se sacó de esa condición a 85 mil personas al año y que, manteniendo ese ritmo de trabajo, las autoridades se tardarían 324 años en abatir totalmente ese grave problema. Más de tres siglos, más de lo que duró la Colonia española en estas tierras.
En segundo lugar, nadie puede dudar de que parte del decremento de 429 mil personas en rezago se debe a la mecánica demográfica: defunciones por edad y por la pandemia, así como por fallecimientos y desapariciones de víctimas de la violencia desatada en el territorio nacional.
Y, en tercer lugar, el fracaso gubernamental en esta materia se expresa en que no concluyó sus estudios de primaria o secundaria el 28 por ciento de las personas mayores de 15 años de México. Más de la cuarta parte de la población, casi un tercio, está excluida del acceso a la educación, en clara violación del artículo 3º de la Constitución.
Tampoco puede argüir el gobierno de López Obrador, como acostumbra para echar la culpa a otros, que el problema es de las administraciones anteriores. Las cifras oficiales lo desmienten: en 2010 había 31.9 millones de personas en rezago educativo (el 40 por ciento de la población mayor de 15 años de ese entonces); en 2015, eran 30.3 millones (35 por ciento) y, como ya se dijo, el sexenio de la 4T arrancó con un porcentaje del 29 por ciento y lo termina en el 28. Entre 2010 y 2018 la reducción fue de 11 puntos porcentuales, mientras que en el sexenio obradorista es de sólo 1 por ciento.
El gobierno de López Obrador ignoró el problema, hizo caso omiso de las personas que lo padecen. Ello se expresó en la reducción del presupuesto destinado a la educación de los adultos. El austericidio en esta materia fue atroz: a pesos constantes de 2010, el presupuesto que en el presente año se destinó para este fin equivale al 70 por ciento de lo que se le asignó 14 años atrás (en el sexenio del odiado Felipe Calderón). A valores reales, la reducción presupuestal es de un tercio. Un caso de auténtico ultraneoliberalismo.
Las personas en condición de rezago educativo sufren la inequidad social, la marginación, la discriminación y la constante violación de sus derechos más elementales. En cuanto a ello se refiere, el gobierno populista resultó tan insensible como los gobiernos anteriores que abomina, a despecho de que presume ser de izquierda, que dice orientarse por el humanismo y que se autoglorifica con rimbombantes frases como “primero los pobres”.
La nueva administración que encabezará Claudia Sheinbaum tiene en esta, como en múltiples materias, la oportunidad de reconocer el problema, diagnosticarlo científicamente, corregir el camino y emprender una política pública de justicia social alejada del legado populista y su demagogia. Veremos.
Cincelada: el autor de El club Dumas, La Reina del Sur y la saga del capitán Alatriste, puso los puntos sobre la íes en la relación México-España. Arturo Pérez Reverté levantó ámpulas.
