Las redes sociales se han convertido en un factor de influencia más allá de las pantallas permitiendo cambiar el acuerdo social, aunque aún hay escepticismo acerca que esto sea real. Los más recientes estudios del Parlamento Europeo demuestran que los efectos de las dinámicas de polarización en línea son reales y se cree que generan efectos permanentes en la sociedad.

Algo que es urgente entender es que los métodos de influencia son multifactoriales, no inician ni terminan en las redes sociales, aunque es donde encuentran actualmente su más poderoso amplificador.

Así, los hechos relevantes en la realidad pueden ser aprovechados dentro del entorno social digital para construir narrativas y a partir de esa combinación inducir comportamientos en la audiencia, el usuario real “de a pie” más allá de la pantalla.

Aun dentro del ambiente digital estas prácticas no se limitan a una sola plataforma, de hecho, es justamente la capacidad de aprovechar las virtudes de sus distintos modelos de interacción los que hacen tan efectiva la estrategia. YouTube, Instagram, Reddit, Twitter, Facebook, los distintos sitios chan, pero además el amplísimo alcance de los mensajeros instantáneos como WhatsApp, ofrecen un refuerzo especifico según su modelo de interacción.

Por la manera en que los seres humanos construimos nuestras relaciones, tanto dentro como fuera de las redes sociales, lo que resulta más efectivo es influir a partir de proponer posturas que resultan discordantes. Los seres humanos siempre buscaremos reafirmación a partir de tener razón. Es por eso que se les conoce como “riesgos cognitivos”.

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El troleo como influencia social

Parte de lo que se ha estudiado académicamente por petición del Parlamento Europeo es entender el alcance que tiene la dinámica en las redes sociales en “el mundo real”. Han descubierto que especialmente cuando se presenta un suceso informativo se genera un ciclo de polarización que es aprovechado para ganar simpatías con tinte político y social. Y para ello están tomando un papel preponderante los llamados “troles”.

Los troles son los usuarios que se distinguen por publicar contenido provocador y desafiante que únicamente busca causar malestar, ser grosero, provocador, discordante, e incluso agresivo y hostil.

Los troles siempre irán buscando causar una reacción negativa intencionalmente con sus interacciones, de ninguna manera consideran ni atienden a las razones, y no se detienen, sino al contrario buscarán siempre aumentar el grado de malestar en los demás.

Esos que pueden pasar días y días sin soltar un tema, aunque no pongan un solo argumento válido o razonado sino más bien llevan las interacciones a la índole personal.

Esto puede ser aprovechado para generar afinidades a partir de la discordia. Una manera, relativamente sencilla, de distinguirlo es por el lenguaje. No se dan datos sino más bien abundan los adjetivos y se parte de los pronombres “nosotros” y “ustedes”, para que, mediante interacciones coercitivas los usuarios con quienes interactúan tomen postura, además, sustentándose profundamente en filias y fobias que por definición son irracionales.

Las 4 etapas del ciclo del troleo

Los estudios realizados giraron en torno a sucesos altamente difundidos entre 2015 y 2016, y se extendieron haciendo seguimiento por casi 2 años posteriores.

En la primera etapa del ciclo lo que se descubrió fue que a partir de conocerse el hecho surge un pico de interacción que busca atraer la mayor atención posible con la premisa de asignar responsabilidades, difundir sospechas, mostrar información sin sustento, señalar “presuntos culpables” y exigir respuesta de las autoridades.

A partir de generar elementos discordantes con la misma intensidad y alcance en la segunda etapa se mantienen las interacciones de la primera etapa, pero, además, se empieza a mostrar solidaridad con las víctimas y quienes pueden resultar afectados. Así, habiendo marcado posturas y generando controversia se refuerzan los elementos discordantes entre los extremos ideológicos y de simpatía.

Para la tercera etapa el ciclo disminuye en su volumen de interacción e inicia la campaña sostenida a largo plazo con un discurso que se torna totalmente político y social. Los extremos ideológicos ya han tomado postura de manera prácticamente irreconciliable.

Finalmente, como cuarta etapa, las ideas, supuestos, información descontextualizada, rumores, y todo lo que sirva como sustento para una u otra postura, se ira tornando más oscuro, más difuso, pero será difundido tanto como sea necesario para mantener la confrontación entre ambos extremos. Para este punto la influencia ya salió de las pantallas y corrió de boca en boca volviéndose un tema de dominio público “bien conocido”.

¿Transforma el acuerdo social?

Hacer énfasis del alcance social real que esto tiene. Lo podemos constatar con el lenguaje y sus conjugaciones, con el léxico que de ello deriva.

Discurso racista y supremacismo blanco. Discurso nacionalista y separatista. Islamofobia. Antisemitismo. Discriminación por clase socioeconómica. Liberales contra conservadores. Fifis contra chairos. Pequeños ejemplos de posturas discordantes en puntos irreconciliables que, si bien no empiezan en el entorno social digital, es aquí donde encuentran a sus amplificadores ideales para llevar el estímulo emotivo que los potencia. El ciclo se alimenta y crece al llegar a la mayor audiencia posible cambiando la percepción sobre estos temas e influyendo finalmente fuera de la pantalla.

La capacidad de desindividualizar el discurso genera afinidades basadas en manipulación cognitiva que está transformando el acuerdo social, con consecuencias a largo plazo que es posible que aún no estemos viendo plenamente, pero que las experiencias de otros lugares del mundo nos permiten anticipar que no resultará nada positivo de ello.

De esto platicaremos en la próxima entrega.

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