Conviene hacer un ejercicio de memoria sobre el tema de las telecomunicaciones en México y analizar, más allá de la iniciativa enviada por Claudia Sheinbaum, el contexto que hoy envuelve la intención de controlar a las televisoras.
La reforma en telecomunicaciones impulsada en 2014 por Enrique Peña Nieto y el Legislativo buscó regular un sector dominado, entonces, por dos grandes actores: Carlos Slim, quien controlaba la telefonía fija y móvil, y Televisa, que reinaba en la radiodifusión. Aunque ambos eran poderosos, Slim acumulaba cifras de riqueza muy superiores a las de los medios tradicionales.
La nueva regulación afectó principalmente a Slim, quien respondió movilizando medios, periodistas y propagandistas para presentarse como víctima. Entre quienes le dieron voz destacaron Jenaro Villamil y Carmen Aristegui, quien, además, en su etapa en MVS, obtuvo beneficios de los acuerdos publicitarios entre la empresa y América Móvil.
Slim buscaba ingresar al mercado de la radiodifusión, pero su carácter de agente preponderante en telecomunicaciones se lo impidió.
Transcurrió el sexenio de EPN y, con la llegada de Andrés Manuel López Obrador al poder, Carlos Slim cobró fuerza. No solo porque el obradorismo se propuso debilitar a los órganos autónomos (para sus fines, el IFT), sino también porque el empresario recibió miles de millones de pesos en contratos de obra pública. Algunos datos:
– La fortuna de Carlos Slim creció significativamente durante el sexenio de López Obrador (2018-2024). Según datos del Índice de Multimillonarios de Bloomberg, al inicio del gobierno de AMLO en 2018, la riqueza de Slim era de aproximadamente 49 mil 100 millones de dólares. Para el cierre del sexenio, su fortuna se estimaba en 89mil 600 millones de dólares, lo que representa un aumento de 40 mil 500 millones de dólares (un incremento del 82.48%). En 2023, llegó a superar los 100 mil millones de dólares por primera vez, alcanzando los 103 mil millones en enero de 2024.
– ¿Por qué? En parte porque las empresas de Slim obtuvieron contratos gubernamentales por un total de aproximadamente 61 mil millones de pesos (unos 3 mil millones de dólares), incluyendo obras como el tramo 2 del Tren Maya (18,553 millones de pesos) y contratos con Pemex y la CFE.
En resumen, Carlos Slim incrementó su riqueza en 40 mil 500 millones de dólares durante el sexenio de AMLO, con picos de hasta 53 mil 900 millones de dólares adicionales según algunas estimaciones, lo que lo consolidó como el hombre más rico de América Latina.
Con Grupo Carso, por ejemplo, sus acciones subieron un 164.64% entre noviembre de 2018 y enero de 2024, impulsadas por proyectos de infraestructura como el Tren Maya.
En la Ciudad de México, bajo el gobierno de Claudia Sheinbaum, Slim tampoco tuvo contratiempos: además de contratos de infraestructura, sus empresas fueron absueltas de responsabilidades por la tragedia de la Línea 12 del Metro. Ahora, con Claudia Sheinbaum en la Presidencia, se mantiene la entrega de concesiones y se abre la posibilidad de que América Móvil acceda, finalmente, al mercado de la televisión.
La nueva propuesta de reforma en telecomunicaciones de Sheinbaum pone más énfasis en regular contenidos de las televisoras —incluso con la amenaza de retirar concesiones— que en limitar la concentración en telecomunicaciones, donde América Móvil sigue siendo dominante.
En este contexto aparece el trabajo de Aristegui Noticias y la filtración conocida como #TelevisaLeaks, en un momento en que el poder de los medios vuelve a ser cuestionado, pero ahora bajo un gobierno abiertamente autoritario. Ya no se trata del control discreto de los tiempos de Peña Nieto.
La afinidad de Carmen Aristegui hacia Slim y su confrontación con Televisa no sorprenden. Parte de los reportajes difundidos en las últimas 24 horas aluden a supuestas campañas orquestadas contra el magnate.
Nada en este escenario es casual: la relación de Carlos Slim con la 4T le ha dejado multimillonarias ganancias, mientras el empresario ha sabido tratar —y beneficiar— al obradorismo.
