Trump, Canadá y el recuento de los daños

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Por más increíble que pudiera parecer, la próxima asunción de Donald Trump al poder en EEUU por segunda ocasión está teniendo profundos impactos en el mundo aun cuando faltan algunas semanas para su investidura oficial. En todas partes se analiza lo que podría ocurrir con la guerra entre Rusia y Ucrania; con los aranceles y la guerra comercial dirigidos contra la República Popular China (RP China) y socios tan importantes como México y Canadá; con los organismos multilaterales; con los aliados de Washington; con los innumerables conflictos en Medio Oriente, etcétera. Por el perfil ideológico, económico y político de Trump se esperan cambios importantes en el vecino país del norte y en la manera en que interactuará con el mundo. Y ello ha generado efectos en el posicionamiento de actores con similitudes ideológicas, políticas y económicas semejantes a las de Trump en Europa y, ciertamente, en Canadá.

A manera de contexto, en el año 2016, cuando los contendientes a la presidencia estadunidense eran Trump por el bando republicano y Hillary Clinton del lado demócrata, el gobierno que en ese tiempo presidía Enrique Peña Nieto tomó la polémica decisión de invitar a Trump, en ese momento candidato, a México. La idea, se cuenta, fue de Luis Videgaray, a la sazón, Secretario de Hacienda y quien previamente había sido coordinador de la campaña para la presidencia del propio Peña Nieto. Trump fue recibido como jefe de Estado -no lo era- en Los Pinos- y se produjo una avalancha de críticas contra el mandatario mexicano dado que previamente, en su campaña por la primera magistratura estadunidense, Trump se había referido a los mexicanos con una letanía de insultos. Las críticas también apuntaban que, si se había invitado al republicano, debió haberse hecho lo mismo con la candidata demócrata, pero esto último no se hizo. Videgaray, quien tenía importantes acercamientos con Jared Kushner, yerno de Trump y a su vez, coordinador de la campaña presidencial del republicano, concretó la reunión que probó ser acertada en el sentido de que Trump ganó las elecciones y además ello llevó a que Videgaray fuera investido a partir de enero de 2017 como canciller en sustitución de José Antonio Meade, quien tomaría la estafeta de la Secretaría de Hacienda. Pese a estos ajustes en el ejecutivo mexicano, Trump no se cansó de repetir que el presidente de México no era de su agrado y sólo hasta la investidura de Andrés Manuel López Obrador fue que los comentarios del republicano fueron favorables a su persona: “me gusta este sujeto, el anterior nunca me gustó” se le escuchó decir en más de una ocasión.

Este recuento viene al caso a propósito de lo que está ocurriendo en Canadá, donde el anuncio de Trump de sanciones por los laboratorios de fentanilo existentes más posibles aranceles contra el país de la hoja de arce han provocado un genuino terremoto político en un gobierno como el que encabeza Justin Trudeau desde 2015 pero que hoy ha caído en desgracia, perdiendo aliados políticos y que ha debido hacer ajustes en su gabinete que no sólo le han valido enormes críticas, sino que, paradójicamente lo debilitan aún más frente a sus detractores. Para decirlo de otra manera: la llegada de Trump a la presidencia por segunda ocasión está influyendo de manera determinante en la caída de Trudeau quien seguramente deberá adelantar el proceso electoral que se podría realizar en cualquier momento, teniendo como límite, octubre de 2025.

Peña Nieto se encontraba ya en el tercer tercio de su mandato cuando se desarrolló el proceso electoral de EEUU y ello lo condujo a realizar ajustes para tener una relación menos conflictiva con Estados Unidos. Como se recordará, además de la agenda migratoria, el otro tema espinoso en la relación fue el fin del Tratado de Libre Comerio de América del Norte (TLCAN) y la negociación del Tratado México-Estados Unidos-Canadá (TMEC), la cual fue concluida, tras los ajustes solicitados por legisladores estadunidenses, durante la administración de López Obrador.

De manera semejante, hoy Trudeau se encuentra al final de su mandato como primer ministro, y el declive de los liberales anticipa la llegada de los conservadores quienes tienen una alta popularidad en todas las encuestas de opinión. En el caso de Trudeau, por más ajustes que pueda hacer en su gabinete para reducir las tensiones con Estados Unidos, parece que su suerte ya está definida. No se pierda de vista la falta de empatía política e ideológica entre Trudeau y Trump, la cual opera sobre todo contra el primero.

Entre los sucesos más recientes y de gran trascendencia en la política canadiense figura la salida de Chrystia Freeland, una de las personas más cercanas a Justin Trudeau, quien, durante su gobierno ocupó las carteras de Ministra de Comercio Internacional (2015-2017), Ministra de Asuntos Exteriores (2017-2019), Vice primera ministra (2019-2024), Ministras de Asuntos Intergubernamentales (2019-2020), y Ministra de Finanzas (2020-2024). Con todas estas responsabilidades, se puede deducir que Chrystia Freeland era una de las colaboradoras más importantes y de la mayor confianza de Justin Trudeau. Por eso la renuncia de Freeland el 16 de diciembre pasado agudiza la crisis política que enfrenta Trudeau. Freeland presentó su renuncia argumentando diferencias irreconciliables con el primer ministro en temas como las reducciones fiscales, el gasto público y los aranceles de Trump. Días antes de su dimisión, ella dejó entrever que enfrentaba con el primer ministro problemas no por la gestión de ella, sino en especial por los vaivenes políticos internos donde Trudeau busca sobrevivir políticamente antes que dedicarse a resolver los problemas nacionales. Tras la salida de Freeland, la oposición ha pedido que se apoye una moción para disolver el gobierno y convocar a elecciones federales cuanto antes.

La salida de Freeland es también importante porque revela cuánto influyó Trump en ello, directa o indirectamente. Trump, tras conocer la noticia, declaró en sus redes sociales que Freeland “tenía una conducta toxica, que realiza negociaciones que no favorecen al ciudadano canadiense de calle y que nadie la iba a extrañar” (sic) según despachos recogidos en los medios canadienses de comunicación. Dejando de lado que el comentario de Trump es totalmente inapropiado, es evidente que Trudeau la despidió en un intento por arreglar las cosas con el controvertido republicano. Los dichos de Trump, claro está, tienen que ver con el hecho de que Freeland se ha distinguido por ser una negociadora astuta -como deben ser los negociadores ¿cierto? Por ejemplo, en 2017, cuando Trump anunció que los oleoductos y gasoductos estadunidenses ya no se podrían elaborar con acero extranjero -lo que habría tenido efectos devastadores para la industria de Regina, en Winnipeg- Chrystia Freeland, a la sazón canciller canadiense, viajó a Estados Unidos para reunirse con Wilbur Ross, Secretario de Comercio de EEUU para pedirle que se revirtiera la política anunciada por Trump. Ross no le hizo mucho caso y entonces ella hizo lo que normalmente se hace en estos casos: se reunió con Dina Powell, persona cercana a Trump y archirrival de Ross. Freeland se aseguró de informarle a Ross sobre los resultados de su reunión con Powell y de la decisión de Trump de no aplicar restricciones comerciales al acero canadiense, cosa que enfureció al Secretario de Comercio, pero que previsiblemente molestó a Trump a quien siempre le gusta tener el control de las situaciones.

Freeland también es conocida por las autoridades mexicanas. En el gobierno de Peña Nieto hizo mancuerna con el entonces Secretario de Economía, Idelfonso Guajardo, para la negociación del TMEC y ambos acordaron trabajar juntos apoyándose para mitigar las presiones de Trump. Luego, ya con el gobierno de López Obrador, Freeland mantuvo un diálogo con Jesús Seade, quien fue negociador en ambas administraciones y luego fue premiado con la embajada de México en la RP China. Lo importante del diálogo con Canadá es que hubo un momento en que, habiendo culminado la negociación entre México y Estados Unidos, todo parece indicar que Washington pretendió dejar fuera a Canadá a quien invitó a “sumarse” a los acuerdos existentes entre mexicanos y estadunidenses. La parte mexicana buscó que los canadienses no fueran dejados fuera conforme a la premisa ya señalada de que ambas naciones podrían apoyarse mutuamente para hacer frente a los embates de Trump. La realidad, sin embargo, es distinta.

Cuando Trump perdió en los comicios de 2020, Biden llegó a la presidencia que se caracterizó por ser más empática con el gobierno de Trudeau que con el mexicano. Es tradición que el primer viaje internacional de un presidente estadunidense cuando se convierte en inquilino de la Casa Blanca sea a Canadá -cosa que no ocurrió con George W. Bush quien viajó al rancho de Vicente Fox, y tampoco con Donald Trump, cuya primera cita internacional fue Arabia Saudita. Si bien la pandemia evito un encuentro formal entre Biden y Trudeau, se hizo de manera virtual con un reconociendo a que Estados Unidos no tiene relación más importante en el mundo que Canadá. Del lado de Canadá, si bien Trudeau dispuso eliminar el requisito de visado a los turistas mexicanos en 2016 -justo a tiempo para la Cumbre de Líderes de América del Norte a la que no iba a asistir el mandatario mexicano Peña Nieto si Ottawa no echaba abajo esa disposición, la medida fue puesta en vigor otra vez. Como se recordará, la Cumbre de Líderes se celebró en 2016 en Canadá. Empero, este año fue el mismo gobierno de Trudeau el que reimplantó el requisito de visado a los turistas mexicanos, algo que envía señales de discordancia y provoca tensiones en la relación bilateral. De hecho, durante el gobierno de López Obrador, solo acontecieron dos Cumbres de Líderes de América del Norte: la de 2021, celebrada en Washington, y la de 2023 efectuada en la Ciudad de México. Si bien Justin Trudeau estuvo presente en ambas, que no se llevara a cabo una cumbre en Canadá revela las tensiones con México. Por cierto, Donald Trump no es muy afecto a las Cumbres de Líderes de América del Norte y a lo largo de su primera presidencia no hubo una sola.

En los próximos días seguramente será necesario que Canadá convoque a elecciones y lo más probable es que los conservadores, liderados por Pierre Poilievre se alcen con la victoria y no sólo eso: se producirá un cambio total en el gabinete del futuro Primer Ministro que seguramente buscará estar más a tono con la administración de Donald Trump, lo que distanciará más a Ottawa de México. La mala noticia es que se avecina la revisión del TMEC en medio de declaraciones lesivas contra México de parte del gobernador de Ontario, que si bien se inscriben en el ambiente pre electoral que viven los canadienses no son buenas noticias para la administración que preside la mandataria mexicana Claudia Sheinbaum. ¿Quiénes serán los interlocutores de México en Canadá durante la revisión del TMEC? Trump es partidario -ya se vio- de negociar por separado con México y con Canadá. No le gusta la trilateralidad porque eso entorpece los objetivos que él mismo se plantea. En este sentido, si hay un ambiente anti-mexicano de parte del conservadurismo en Canadá, más las amenazas verbalizadas por Trump contra México: ¿podría suceder que el TMEC se divida en dos partes, esto es, un tratado México-Estados Unidos y otro Estados Unidos-Canadá? A ciertos sectores conservadores en Canadá les resulta atractiva esta posibilidad porque a su manera de ver, México roba a Canadá la atención de Estados Unidos. ¿México tiene un plan B para evitar este escenario o bien para enfrentarse a la negociación de un tratado comercial “nuevo” en el caso de que Trump con el apoyo de Canadá decida echar abajo el TMEC como lo hizo con el TLCAN? ¿Qué pasará con la relación bilateral entre México y Canadá? ¿Y con los vínculos entre México y Estados Unidos?

En lo comercial con los estadunidenses, México ya enfrenta un fallo negativo en el tema del maíz transgénico, más las amenazas de aranceles; en la cartera de seguridad, las acusaciones por el tráfico de fentanilo, el endurecimiento de las políticas de inmigración y, por si fuera poco, la calificación de “terroristas” de los capos mexicanos de la droga. La invasión de Estados Unidos para perseguir delincuentes en México parece viable en estos momentos. Trump ha designado como embajador de EEUU en sustitución de Ken Salazar a Ronald Johnson, quien trabajó en la Agencia Central de Inteligencia (CIA), y es ex coronel del ejército estadunidense y tiene en su currículum el haber sido diplomático en El Salvador en el primer gobierno de Trump con la encomienda de combatir la delincuencia organizada y contener la migración. Se espera que desarrolle de manera profusa ambas tareas una vez que llegue a México. Se trata de un halcón que vaticina tiempos difíciles para las carteras de relaciones exteriores, seguridad, gobernación y comercio del gabinete de la presidenta Sheinbaum.

Por lo anterior, el cambio de gobierno que se producirá en breve en Canadá es de sumo interés para México. Resta por saber si habrá relevo en la embajada mexicana en Ottawa que encabeza Carlos Manuel Joaquín González, ex gobernador de Yucatán, ex congresista y especializado en temas de turismo. La presidenta Sheinbaum ha dicho que por el momento no habrá cambio de embajadores en ningún lugar, refiriéndose en especial al caso de Esteben Moctezuma Barragán, responsable de la misión mexicana en Washington. Habrá que ver si mantiene esa directriz.

Como reflexión final, un colega, amigo y ex diplomático sueco alguna vez comentó a quien esto escribe que en el caso de Suecia como en el de la mayor parte de los países del mundo, la persona que es designada al frente de la embajada de ese país en Estados Unidos es o debe ser el mejor operador político con que cuente dicho país. Siguiendo con este razonamiento hay que valorar si el embajador de México en EEUU -y quizá también habría que incluir a Canadá- es el mejor operador político que tiene la administración de la presidenta Sheinbaum y si no es el caso habrá que optar por quien reúna el perfil apropiado. El tiempo apremia y es probable que se produzcan ajustes en el gabinete de la presidenta Sheinbaum por las razones expuestas.

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