Usted lo sabe: en política, como en la vida misma, no todas las alianzas suman. Incluso, a veces restan, y ese es su caso. Para ser más claro: sus dichos no ayudan a la alternativa que se está construyendo en el Frente, no contribuyen en particular a la causa de Xóchitl Gálvez, con quien usted simpatiza. “No me ayudes, compadre” o “Mucho ayuda el que no estorba”, sería el tipo de frases que usted acostumbra, para decirle que incluso la perjudica al darle gasolina a los incendiarios oficialistas que, en efecto, aprovechan sus disparates y exabruptos.
Deje usted su pésima ortografía y su ignorancia, ambas ostensibles en Twitter aunque no nos sorprende a quienes desde hace más de 20 años advertimos sobre esas fragilidades intelectuales tan pintorescas en su momento aunque menos relevantes en función de la primera alternancia en la presidencia que usted encabezó y que muchos celebramos, incluídos quienes votamos en 2000 por el ingeniero Cárdenas. Lo que me preocupa, y creo que a muchos más como a mí, es su incontinencia verbal que quizá resulte de la rebelión que le significan sus más de 80 años aunque haya muchos hombres y mujeres que con la edad se vuelven más sabios y prudentes. No es su caso, insisto. Su antisemitismo no tiene justificación, a Claudia Sheinbaum hay mucho que criticarle, tanto, que a millones de mexicanos nos preocupa que ella sea presidente del país, dado su talante autoritario y su ineficacia que ha cobrado la vida de decenas de personas. Su xenofobia tampoco es chistosa, Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Adán Augusto no son más ni menos mexicanos que Xochitl Gálvez. Son piezas del tablero del presidente, personajes incapaces de hacerle una crítica e incluso dispuestos a copiar su modo de hablar o de transigir con sus ataques, mezquinos, ilegales y misóginos, contra la senadora Gálvez. Pero nada de eso, Vicente Fox, justifica su antisemitismo ni su xenofobia.
Usted vio la andanada de críticas que ha recibido por eso y la manera en que la maquinaria digital ha pretendido capitalizar esa bajeza suya. Se entiende. En política, y más dentro de las estrategias negras del oficialismo, buscan endosar sus desplantes a la oposición. Muy probablemente por eso usted borró su tuit y qué bueno. Rectificó. De ahí mi sugerencia para que reconsidere y actúe con sobriedad y, si le es posible, inteligencia. Yo no le digo “Cállate Chachalaca”, cada quien es libre de decir lo que quiera y a la larga mantener esa libertad o ser esclavo de sus palabras. Nada más le solicito prudencia y al mismo tiempo, claro está, me deslindo de usted.