Algunas causas de la crisis de la prensa son ajenas y otras son propias del sector, y también hay errores e gestión como un crecimiento equivocado, una diversificación fracasada y demasiados gastos inútiles. Editores y periodistas deberían concertar la salida de la crisis y tienen derecho a reclamar ayudas públicas que, si llegan, deben ser transparentes y objetivas. Es urgente parar la “sangría” de despidos y poner en valor la formación.
Cuando hablamos de “prensa” nos referimos a los diarios de información, pero también al periodismo en general, al conjunto de los medios. La pregunta tópica ” ¿cómo está la prensa?” suele querer decir “¿cómo están los periodistas?”.
Ahora utilizo el término “prensa” referido a los diarios en su sentido más clásico, un sector que España supone 140 cabeceras: nacionales, regionales y locales, generales y especializadas (económicas y deportivas), y también gratuitos de gran difusión, que comparten venturas y desventuras con los diarios de pago, porque todos son, de una u otra forma, de pago.
Incluso, deberíamos añadir a los llamados diarios digitales, que se parecen a los de papel mucho más de lo que creen unos y otros que, desde el punto de vista profesional, pertenecen al mismo universo, al mismo código de periodismo. En realidad, los clásicos de papel tendrán que ser cada día más digitales (están en ello) y los digitales tendrán que ser cada día más diarios clásicos, si quieren alcanzar respetabilidad e influencia.
Sería conveniente dedicar esfuerzo y talento a adaptar el papel a las nuevas exigencias; hacer de la necesidad virtud, volver a la senda del buen periodismo, por tierra, mar y aire, en papel, en audio, en video y en digital. Y no como una necesidad o imposición, sino porque estamos ante una nueva oportunidad profesional que conviene aprovechar.
8 mil 600 periodistas entre el cielo y el infierno
En conjunto, ese sector que llamamos “de diarios” sostiene en España empleo directo, de muy diversas maneras, para unas 14 mil personas, de las cuales más de 8 mil son periodistas. El informe de la Asociación de Editores de Diarios Españoles (AEDE) -Libro blanco de la Prensa Diaria- dice que sus asociados suman algo más de 10 mil empleos, y más de la mitad de ellos son periodistas. Y Antonio Petit, en el Informe Anual de la Profesión Periodística -que, desde 2004, edita la Asociación de la Prensa de Madrid-, sostiene que los diarios emplean a 14 mil personas, de las cuales 8 mil pertenecen a la redacción. Un tercio de los periodistas que trabajan en medios informativos lo hacen en diarios.
En el futuro inmediato, los periodistas significarán dos terceras partes de las plantillas de los diarios, una vez que éstos “externalicen” sus talleres industriales y buena parte de las tareas administrativas y comerciales.
Un sector de 3 mil millones de euros
El sector de diarios factura en torno a 3 mil millones de euros al año (alcanzó esa cifra en 2007), con tendencia decreciente por efecto de la crisis. La mitad de los ingresos proceden de publicidad y la otra mitad de la venta de ejemplares y de los ingresos por promociones, estrechamente vinculados a la circulación. Las promociones son un fenómeno reciente con resultados contradictorios: excelentes al principio y agónicos y adictivos en estos momentos.
Las promociones han consumido muchos recursos y han dado pocos resultados consistentes, encubren la circulación y producen más confusión que buenos resultados. Tiene sentido utilizar la potencia de marca y de capacidad de distribución de los diarios para sostener negocio como las promociones, no obstante, éstas no pueden ser el motor de la difusión porque se agotarían en sí mismas y dejarían un estropicio. El valor de marca lo tienen las cabeceras; se construye con trabajo profesional, con periodismo.
De 2003 a 2007, en una etapa de crecimiento económico generalizado el sector de diarios facturó en total más de 13 mil 500 millones de euros (2 mil y 3 mil millones al año) y obtuvo algo más de mil millones de beneficios netos (10% sobre facturación), tras ingresar en Hacienda más de 600 millones de impuesto. Un buen resultado que quisieran otros sectores.
Las operaciones de compra de diarios, no muchas ya que no es un mercado pródigo en entradas y salidas, se han ultimado con precios altos e incluso infinito PER (en inglés Price to Earnings Ratio), la más común de las ratios que se usan en el análisis bursátil y que se define como el cociente entre el precio por acción y el beneficio por acción). Evidentemente, los compradores buscan rendimientos que están más allá de los balances y que entran en colisión con exigencias elementales de la competencia leal y del respeto a los ciudadanos, a las fuentes, a las instituciones y a los propios periodistas.
El cuadro de suficiencia en los resultados cambió bruscamente desde la primavera de 2008, cuando la crisis económica generalizada produjo un descenso intenso y brusco de los ingresos publicitarios: hasta un 40% de caída que se ha ido consolidando con el paso de los meses,
con algunos segmentos de negocio que puede haber desaparecido para siempre. La publicidad de los diarios tendrá que replantearse con imaginación.
Dos mil ocho fue un año con beneficios irrelevantes para el conjunto del sector, quizá con pérdidas efectivas, y 2009 presentó un cuadro claro y rotundo de pérdidas que pueden ser muy abultadas en algunos casos y que alientan ahora procesos de ajuste duro casi todas las empresas, en unos casos por necesidad y en otros por si acaso.
Pero los mayores problemas del sector no residen sólo en la explotación de los diarios, en los efectos de la crisis económica, si no que son también resultado del fracaso de políticas de crecimiento y diversificación, especialmente las abordadas con deuda, que se convierte ahora en una carga insoportable y una amenaza para el futuro de todo el negocio.
Para los periodistas, las crisis son especialmente penosas, por falta de preparación para la misma, por déficit de apoderamiento ante ella y por impotencia a la hora de afrontarla. Aun con esos cambios que se apuntan en la estructura de negocio, menos industria y menos estructura burocrática en las empresas, cuando los periodistas, casi todos titulados universitarios, significan mayoría, el sector presenta un panorama abierto y plural desde el punto de vista laboral.
Junto a una docena de convenios colectivos buenos, con retribuciones medias elevadas (entre 40 mil y 75 mil euros de coste medio anual por persona) y condiciones de trabajo muy razonables, existe convenio de sector de mínimos (y mejor que exista a carecer de él), que fija una retribución para el redactor de 22 mil euros al año. Y ajenos a ambas referencias quedan muchos periodistas fuera de cualquier convenio.
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