febrero 23, 2025

Fidel Castro, ¿la historia lo absolverá?

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El incidente con Padilla “representó un antes y un después en la tirante relación entre la intelectualidad mundial y la Revolución cubana”, que marcó “el fin del idilio” entre ambos. (Wikipedia).

 

Capítulo 7. Fidel y la lucha armada en América Latina.

 

El caso más conocido es sin duda la aventura boliviana del Che y su guardia de corps cubana, pero no se limitó a eso. El apoyo cubano se dio desde Guatemala hasta Chile y Argentina, y fueron numerosas las organizaciones que recibieron ese apoyo, que tampoco fue uniforme, pero cuya piedra de toque era la fidelidad de los grupos armados hacia la Revolución cubana. En la mayor parte de los casos se apoyó a grupos que combatían contra regímenes autoritarios o dictatoriales, pero eventualmente también se apoyó a quienes luchaban contra gobiernos democráticamente electos (Venezuela). En ningún caso se logró repetir la experiencia cubana, excepto, toda proporción guardada, en el tardío proceso nicaragüense.

 

Capítulo 8. Los cubanos en Angola o El canto de cisne del internacionalismo proletario.

 

Hay muchos factores que llevaron a la desaparición del Apartheid. El gobierno blanco sudafricano fue derrotado no sólo por el poder de Mandela, el valor del pueblo de Sudáfrica, o de la capacidad del movimiento mundial para imponer sanciones. También fue derribado por la derrota del ejército de Sudáfrica en Angola. Esto explica el protagonismo de Raúl Castro en el funeral (de Mandela): fueron las tropas cubanas las que humillaron al ejército sudafricano. En los años 70 y 80, Cuba cambió el curso de la historia en el sur de África a pesar de los esfuerzos de EU para evitarlo.

 

Como señaló la CIA, Fidel Castro no había consultado a Moscú la decisión de enviar a sus tropas (como se desprende de las tensas reuniones celebradas más tarde con la dirección soviética en la década de 1980). Los cubanos, confirmó Kissinger en sus memorias, habían enfrentado a los soviéticos con un hecho consumado.

 

La victoria cubana repercutió más allá de Namibia y de Angola. En palabras de Nelson Mandela, la victoria cubana “destruyó el mito de la invencibilidad del opresor blanco …[e] inspiró a las masas en lucha de Sudáfrica… Cuito Cuanavale fue el punto de inflexión para la liberación de nuestro continente –y de mi pueblo– del flagelo del Apartheid”. Todo ello, por supuesto, a un costo altísimo en vidas y en recursos materiales del pueblo cubano (basado en la nota de Piero Gleijeses).

 

Capítulo 9. El caso Arnaldo Ochoa.

 

Los juicios televisados de los héroes infamados.

 

1989 fue un año axial: escenario del fin de la Guerra Fría, de la escalada en Angola, del florecimiento del glasnost, la perestroika, el sindicato Solidaridad, la caída del muro de Berlín y los hechos de Tiannamen. Es también y muy señaladamente, el período del auge de los carteles de la droga. Es el año del juicio a los implicados en la conexión cubana o “Causa 1”.

 

Ochoa en los años 80 fue jefe de la Misión Militar Cubana en Angola y nombrado “Héroe de la República de Cuba”. Fue miembro del Comité Central del Partido Comunista. En 1989 se le acusó de estar vinculado con oficiales del Ministerio del Interior cubano para lrealizar operaciones de narcotráfico con el Cartel de Medellín (Colombia). El 12 de junio de 1989 fue enjuiciado por un tribunal militar. Se le acusó a él y a trece implicados más de contactarse con narcotraficantes internacionales; traficar ilícitamente con cocaína, diamantes y marfil; utilizar el espacio aéreo, el suelo y las aguas cubanas para actividades de narcotráfico; y avergonzar a la Revolución con actos calificados como de alta traición. El juicio de Ochoa fue televisado durante un mes, y el militar señaló que no sabía que los demás imputados desarrollaban actividades de narcotráfico. El 13 de julio de 1989 fue fusilado en La Habana por decisión del tribunal militar, junto al coronel Antonio de la Guardia, el capitán Jorge Martínez y Amado Padrón.

 

Si las acusaciones eran verdaderas, pérdida de control y descomposición en las alturas; si falsas, gran descomposición en las alturas.

 

Capítulo 10. La homofobia de una revolución humanitaria.

 

Reinaldo Arenas sufrió persecución no solamente por su abierta homosexualidad, sino por su crítica al gobierno, que le cerró muchas posibilidades de desarrollo como escritor e intelectual durante los años de mayor ostracismo cultural y sectarismo en la isla. Contemporáneo y amigo de José Lezama Lima y Virgilio Piñera, fue encarcelado en condiciones muy duras, llegando a admitir lo inconfesable y a renegar de sí mismo. Ello provocó, en la sensible personalidad del escritor, un arrepentimiento que fue más allá de los muros de la prisión de El Morro (entre 1974 y 1976), calando tan hondo en su corazón que acabó por odiar todo cuanto le rodeaba. En esta época escribió su autobiografía, titulada Antes que anochezca.

 

Durante los 70, intentó en varias ocasiones escapar de la isla, pero falló. Finalmente en 1980 salió del país cuando Fidel Castro autorizó un éxodo masivo de disidentes y otras personas consideradas indeseables a través de Mariel. Arenas no tenía autorización para salir, pero logró hacerlo cambiando su primer apellido por Arinas.

 

El 7 de diciembre de 1990 Arenas, enfermo de SIDA, se suicidó. Envió a la prensa y a sus amigos una sentida carta de despedida, en la que culpaba a Fidel Castro de todos los sufrimientos que padeció en el exilio. (wikipedia).

 

Más allá de Arenas, es conocida la existencia de campos de “reeducación” (UMAP, Unidades Mililtares de Ayuda a la Producción) en los que fueron concentrados homosexuales y otras personas consideradas “antisociales”. Según Joseph Tahbaz, las UMAP fueron campos de trabajo forzado establecidos en la provincia de Camagüey, en funciones entre noviembre de 1965 y julio de 1968. Dos años antes de que fueran internados los primeros reclusos había sido aprobada la Ley 1129 de Servicio Militar Obligatorio, que serviría como justificación oficial: se alegó que allá iban quienes no podían cumplir el servicio militar regular.

 

Un cálculo hecho por dos antiguos agentes de la inteligencia cubana eleva a 35 mil el número de reclusos. La mayoría, religiosos y homosexuales. Religiosos de diversos credos: Testigos de Jehová, abakuás, adventistas del Séptimo Día, católicos, bautistas, metodistas, pentecostales, episcopalianos, santeros, gedeonistas (en Antonio José Ponte, http: / /www.diariodecuba.com/cuba/1393116891_7285.html).

 

Capítulo 11. La versión fidelista del marxismo.

 

Más allá y más acá de muchas cosas (por ejemplo, de la versión de que Fidel era marxista “desde endenantes”), la verdad es que eso casi no se notaba en los primeros tiempos de la Revolución, excepto en un aspecto: la preponderancia que empezaban a tomar en las estructuras estatales y de inteligencia los cuadros provenientes del PC Cubano (en ese entonces Partido Socialista Popular). Luego vino la tristemente célebre definición de Fidel: “Dentro de la revolución todo, contra la revolución nada”, que instauró el neoestalinismo en la vida cultural (y no sólo cultural) de Cuba.

 

Recuerdo bien los infumables rollos “marxistas” de Raúl Castro, al lado de los cuales los manuales soviéticos eran de una complejidad extraordinaria pero, evidentemente, ahí no había problema. El problema era la guerra fría, la correlación de fuerzas, la retórica explosivamente antiyanqui, masas catequizadas y hasta conscientes, astucia política, evidentes logros sociales, censura y racionamiento, nueva nomenklatura y partido sacralizado y vigilante.

 

Capítulo 12. Fidel y el Partido.

 

“El Partido lo resume todo. En él se sintetizan los sueños de todos los revolucionarios a lo largo de nuestra historia; en él se concretan las ideas, los principios y la fuerza de la Revolución; en él desaparecen nuestros individualismo y aprendemos a pensar en términos de colectividad; él es nuestro educador, nuestro maestro, nuestro guía y nuestra conciencia vigilante, cuando nosotros mismo no somos capaces de ver nuestros errores, nuestros defectos y nuestras limitaciones; en él nos sumamos todos y entre todos hacemos de cada uno de nosotros un soldado espartano de la más justa de las causas y de todos juntos un gigante invencible; en él las ideas, las experiencias, el legado de los mártires, la continuidad de la obra, los intereses del pueblo, el porvenir de la patria y los lazos indestructibles con los constructores proletarios de un mundo nuevo (sic) en todos los rincones de la tierra, están garantizados” (Stalin no lo hubiera dicho mejor).

 

Y Jorge Semprun comenta: “Son palabras de Fidel Castro, Primer Secretario del PCC, Primer Ministro, Comandante en Jefe de los Ejércitos de Tierra, Mar y Aire, Primer Jugador de Baloncesto, Primer Especialista de la Vaca Lechera, Primer Agricultor y Machetero en el Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba”. Añade J. Semprún:

 

 

“son palabras significativas…Primero, porque resumen luminosamente…toda la tradición del partido estaliniano, cuyos rasgos fueron codificados en la época de la Komitern. Y en segundo lugar, porque las pronuncia Fidel Castro, caudillo popular y populista, combatiente valeroso que no procede precisamente de esa tradición, pero que ha terminado haciéndola suya, fantasmáticamente, a medida que la Revolución Cubana perdía su sustancia originaria, se apartaba de sus fines libertarios, para convertirse en otro régimen burocrático de capitalismo de Estado, con sus rasgos específicos, claro está”… (Autobiografía de Federico Sánchez).

 

Capítulo 13. El culto a la personalidad y la misoginia de la Revolución.

 

Semprún refiere una anécdota, allá por 1967, cuando todavía la Revolución cubana se ostentaba como libertaria y antiburocrática. El escritor había asistido a un congreso de escritores e intelectuales, y el ministro de educación de Cuba, un tal Llanusa, le comentó -muy en corto- que él había sido escogido (sic) junto con otros intelectuales muy selectos, para tener un “intercambio de opiniones” con el mero Caballo en jefe. Los citaron a las 9 de la mañana, pero finalmente la reunión se vino concretando 13 horas después, en un gimnasio techado, porque Fidel “solía jugar al baloncesto con un equipo de capitanes y comandantes de las fuerzas armadas” y que en algún momento de la jornada deportiva se daría el ansiado encuentro. Métodos de trabajo, comenta Semprún, “que se presentaban como antiburocráticos cuando sólo eran desordenados; mientras esperaban que Fidel “se desfogara”, se fijó que, en las gradas de enfrente, había un grupo de mujeres, preguntó quiénes eran, eran las esposas de los comandantes y funcionarios que jugaban con Fidel. “Te llamó la atención -escribe- que las mujeres estuvieran allá, del otro lado, solas, discriminadas, sin acercarse a los hombres, dueños y señores de la Revolución”…

 

¿Qué otra cosa llamó su atención? Que a los pocos minutos de observar el juego se dio cuenta de que “la defensa del equipo adverso no hacía nada para impedirle a Fidel Castro encestar una y otra vez”, y dice: “era divertido e interesante ver manifestarse el culto a la personalidad en un partido de baloncesto”.

 

Capítulo 14. Caída del socialismo real y el “periodo especial”.

 

El período especial en Cuba fue un largo período de crisis económica que comenzó como resultado del colapso de la Unión Soviética en 1991… así como por el recrudecimiento del embargo norteamericano desde 1992. La depresión económica que supuso el Período Especial fue especialmente severa a comienzos/mediados de la década de los 90, el PIB se contrajo 36% en el período 1990-93. A partir de 1994 se inició una recuperación llegando el PIB en 2007 a niveles similares a los de 1990. Se definió en principio por severas restricciones en hidrocarburos en forma de gasolina, diésel y otros combustibles derivados que hasta la fecha Cuba obtenía de sus relaciones económicas con la Unión Soviética. Este período transformó la sociedad cubana y su economía, lo que llevó a que Cuba hiciera urgente reformas en la agricultura, produjo una disminución en el uso de automóviles, y obligó a reacondicionamientos en la industria, la salud y el racionamiento.

 

…Para atacar la crisis, se hicieron reformas a nivel constitucional en 1991 que generarían principalmente dos sectores económicos emergentes y paralelos al sector estatal y un sistema bimonetario. Por un lado, se reabrió el mercado interno mediante la moneda local y, por otro, el mercado de importaciones y fabricación nacional con moneda extranjera.

 

Durante el período especial se dio una transición de un modelo de planificación central socialista a un modelo socialista de mercado descentralizado. En 1992 se modificó a nivel constitucional la disposición que prohibía la propiedad privada de los medios de producción y del tipo de sistema de planificación económica” (Wikipedia).

 

Todo ello, al tiempo que se apretaban las clavijas “socialistas” del control, la delación y la represión.

 

Capítulo 15. Cuba tras el período especial. La versión de Wikipedia.

 

El país comenzó a recuperarse lentamente del choque que supuso la implosión de su principal apoyo económico (la URSS). El fin del período especial fue progresivo, desde 1995 hasta 1997. En estos años se superaron duros obstáculos de una sociedad en ruinas.

 

Con la llegada de Hugo Chávez a la presidencia de Venezuela en 1998, Cuba encontró un importante socio para los intercambios comerciales (sobre todo en el suministro de energéticos a precios subsidiados).

 

Además, en el período especial se ha visto un catalizador (sic) para que Cuba se esfuerce por un consumo más responsable de sus recursos, lo que se ha visto plasmado, entre otras cosas, en la llamada “Revolución energética” con la que se pretende alcanzar un equilibrio entre la producción energética y los recursos naturales por diversas vías…

 

Desde 2003 el PIB ha crecido continuadamente hasta la actualidad (2010) según los informes de Cepal. En 2006 la economía creció un 12,6%, siendo el mayor crecimiento de América Latina ese año. Creció un 7,6% en 2007 con respecto al año anterior.18% durante 2009; Cepal estimó un incremento interanual del PIB del 1% con respecto 2008 (a pesar de la Crisis bursátil de enero de 2008 de afectación internacional). Hasta aquí wikipedia.

 

Lo que pasó después es conocido. Hugo Chávez muere, se desploman los precios del petróleo, Venezuela entra en crisis política, económica y social, y no hay para dónde voltear. Los gestos aperturistas de Obama están en vilo ante la llegada de Trump y el horizonte cubano es aún más nebuloso que antes.

 

Capítulo 16. Legitimidad, hegemonía y coerción en la revolución.

 

“Cuba es la ruina viva de aquella Revolución que quiso cambiarlo todo y lo cambió para mal: para no cambiar, para meter a la isla prodigiosa en un túnel de tiempo inmóvil donde solo Fidel y el deterioro ejercieron su dominio”, dice Héctor Aguilar Camín.

 

¿Así? ¿Todo lo cambió para mal esa Revolución? Y si así es, por qué no hubo otra revolución o transición democrática que lo cambiara todo para bien? ¿Por la represión?

 

Tiendo a creer que quienes someten a un rasero implacable la historia de la revolución y de Fidel no pueden explicar de modo convincente las razones del luto general en la isla a la muerte del caudillo. ¿Si no te manifiestas apesadumbrado vas a la cárcel, pierdes el trabajo? Me parece que quienes ven todo en blanco y negro olvidan, desde su atalaya de pureza democrática duty free, la complejidad de los procesos sociales como el cubano, y el papel que en ellos juega la ideología, más concretamente, lo que Gramsci llamaba la hegemonía cultural. Así, “hegemonía no es una simple mezcla o alianza del dominio y el consenso […] sino hegemonía social, propia no del gobierno político o ‘dominio directo’, sino relativa al ‘consenso espontáneo’ dado por las grandes masas de la población a la dirección de la vida social impuesta por el grupo gobernante” (F. Piñón). Creo que esto se llevó a cabo cuando menos los primeros 20 o 30 años después de la revolución, sin olvidar el peso de los métodos y recursos coercitivos, represivos, contra los que el régimen consideró (o eran realmente) sus enemigos; pero decir que la isla era “una cárcel para 11 millones de cubanos” no sólo es dramatización artificiosa, sino perder de vista el peso del consenso. Lo que antes se llamaba, también, “legitimidad revolucionaria”.

 

Capítulo 17. Cuba después de Fidel.

 

La visión de la oposición democrática y moderada…. después del duelo viene la realidad: Cuba sobrevivió a Castro, la historia del país apurará su entrada al siglo XXI y quienes le darán forma no serán únicamente los guardianes del legado. La muerte biológica de Fidel es, en buena medida, la muerte política de la élite del poder que él construyó, a base de lealtad a su persona. A partir de ahora deberá acelerarse una recomposición de la clase política cubana que, de no hacerse con un mínimo de apertura o flexibilidad, podría derivar en violencia.

 

El primer instinto de la vieja generación será imponer la “unidad” desde las estructuras del ejército y el partido. Pero en la Cuba actual no sólo cuentan las instituciones: son indispensables los liderazgos. Después de Fidel y Raúl no hay otro político con el tipo de legitimidad histórica que hasta ahora ha requerido la conducción del país. Las reglas internas de acceso al poder deberán rediseñarse de acuerdo con criterios no fundados en la autoridad moral de haber intervenido en la gesta revolucionaria.

 

La nueva generación de políticos cubanos, en el gobierno y la oposición, tiene la responsabilidad de rebasar el duelo y ofrecer a la ciudadanía una modalidad de gobierno más acorde con las sociedades complejas del siglo XXI. Ya no se trata de “resistir al imperio” o “luchar contra el bloqueo” sino de gobernar una población heterogénea, nacida después de 1959, con un potencial migratorio de cientos de miles de jóvenes al año y una creciente diáspora de más de dos millones.

 

Hasta ahora, en Cuba, la política económica y las relaciones internacionales se han subordinado a la reproducción de un régimen totalitario. En los últimos años, la propia dirigencia de la isla tuvo que reconocer que el saldo fue desfavorable para la economía, ya que hereda un país improductivo y dependiente, tecnológicamente atrasado, donde crecen la desigualdad y la pobreza. Los jóvenes políticos cubanos tienen el deber de alterar la ecuación y poner la política exterior y el modelo económico en función de una nueva democracia soberana en el Caribe.

 

Más allá de los discursos continuistas de huérfanos o aliados demagógicos, que aprovechan el duelo para perpetuarse en sus respectivas naciones, eso es lo que espera y desea la mayoría de la población insular y de la comunidad internacional. El mundo lleva años preparándose para una Cuba posterior a Fidel Castro. Esa Cuba ya comenzó a construirse, dentro y fuera de la isla. Quienes logren dar forma a ese cambio serán los estadistas cubanos del siglo XXI. (Rafael Rojas en La Razón).

 

Capítulo 18. Los juicios sumarios.

 

Una de las primeras decisiones del nuevo gobierno, fueron los juicios revolucionarios como parte del proceso conocido como Comisión Depuradora contra personas consideradas criminales de guerra o muy asociadas con el régimen de Batista, y más adelante nuevos opositores como el Comandante del Segundo Frente Nacional del Escambray, Jesús Carreras Zayas, acusado de apoyar una rebelión en 1960. Entre enero y abril de 1959, alrededor de mil ciudadanos fueron denunciados y juzgados por medio de juicios sumarísimos de los cuales 550 fueron fusilados. Ernesto Guevara en su condición de jefe de La Cabaña durante los primeros meses de la revolución, tuvo a su cargo los juicios y ejecución contra los detenidos en la fortaleza. La opinión personal de Guevara sobre los fusilamientos fue expuesta públicamente ante las Naciones Unidas el 11 de diciembre de 1964:

 

“Nosotros tenemos que decir aquí lo que es una verdad conocida, que la hemos expresado siempre ante el mundo: fusilamientos, sí, hemos fusilado; fusilamos y seguiremos fusilando mientras sea necesario. Nuestra lucha es una lucha a muerte. Nosotros sabemos cuál sería el resultado de una batalla perdida y también tienen que saber los gusanos cuál es el resultado de la batalla perdida hoy en Cuba” (wikipedia).

 

Álvaro Vargas Llosa sobre el tema: José Vilasuso, abogado y profesor de la Universidad Interamericana de Bayamón, en Puerto Rico, que perteneció al organismo a cargo de los procesos judiciales sumarios en La Cabaña, me contó hace poco que el Che dirigía la Comisión Depuradora.

 

“Se regía por la ley de La Sierra, tribunal militar, de hecho y no jurídico, y el Che nos recomendaba guiarnos por la convicción. Esto es, sabemos que: ‘Todos son unos asesinos, luego proceder radicalmente es lo revolucionario’. Mi función era de instructor. Es decir, legalizar profesionalmente la causa y pasarla al ministerio fiscal. Se fusilaba de lunes a viernes. Las ejecuciones se llevaban a cabo de madrugada, poco después de dictar sentencia y declarar sin lugar (de oficio) la apelación. La noche más siniestra que recuerdo se ejecutó a siete hombres”.

 

Javier Arzuaga, el capellán vasco que consolaba a los condenados a muerte, habló conmigo recientemente desde su casa de Puerto Rico. Este ex cura católico…recuerda que había alrededor de 800 prisioneros en un espacio donde no cabían más de 300: antiguos militares y policías de Batista, algunos periodistas, unos pocos hombres de negocios y comerciantes. El tribunal revolucionario estaba compuesto por milicianos. Guevara presidía el tribunal de apelaciones. “Nunca anuló ninguna condena. Después de que yo me fuera, en mayo, ejecutaron a muchos más, pero yo personalmente fui testigo de 55 ejecuciones”.

 

Capítulo 19. El bloqueo o embargo contra Cuba.

 

El embargo comercial, económico y financiero de Estados Unidos en contra de Cuba (llamado también el bloqueo) fue impuesto en octubre de 1960, como respuesta a las expropiaciones por parte del nuevo gobierno revolucionario de propiedades de ciudadanos y compañías estadounidenses en la isla tras la Revolución. Aunque inicialmente excluía alimentación y medicinas, en febrero de 1962 Estados Unidos endureció las medidas y el embargo llegó a ser casi total.

 

En 1992, el embargo adquirió el carácter de ley con el propósito de mantener las sanciones contra la República de Cuba. Según lo recogido en el Cuban Democracy Act las sanciones continuarían mientras el gobierno se negara a dar pasos hacia “la democratización y mostrara más respeto hacia los derechos humanos”. Posteriormente en 1996, el Congreso de Estados Unidos aprobó la Ley llamada Helms-Burton Act. De esta forma se eliminó la posibilidad de hacer negocios dentro de la isla o con el gobierno de Cuba por parte de los ciudadanos estadounidenses. También quedaron impuestas restricciones sobre el otorgamiento de ayudas públicas o privadas a cualquier sucesor del Gobierno de La Habana hasta que por lo menos ciertos reclamos contra el gobierno de Cuba quedaran aclarados.

 

En 1999, el presidente Bill Clinton amplió el embargo comercial prohibiendo a las filiales extranjeras de compañías estadounidenses comerciar con Cuba por valores superiores a 700 millones de dólares anuales, siendo por ello la primera ley transnacional en el mundo. No obstante, en el 2000, el mismo Clinton autorizó la venta de ciertos productos humanitarios a Cuba. Durante décadas la política de embargo económico ha sido defendida por sectores del exilio cubano, cuyos votos han sido cruciales en Florida.

 

El embargo comercial hacia Cuba es el más prolongado que se conoce en la historia moderna. Ha sido condenado 23 veces por las Naciones Unidas, se argumenta que es un lastre para la economía cubana. La última vez el 28 de octubre de 2015, cuando el embargo contó con la abrumadora cantidad de 191 votos en contra y sólo dos a favor –Estados Unidos e Israel.

 

El 17 de diciembre de 2014, los presidentes de Estados Unidos y Cuba, Barack Obama y Raúl Castro, acordaron mejorar las relaciones políticas, sociales y económicas entre ambos países y comienza el inicio del levantamiento del bloqueo (proceso que hoy está claramente amenazado por la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca). A pesar de esta situación, Estados Unidos está entre los cinco principales socios comerciales de Cuba (el 6.6% de las importaciones llegan desde EU) y es además el primer suministrador de productos agrícolas de Cuba. EU suministra el 96% del arroz y el 70% de los productos de carne avícola. Otras importaciones a gran escala provenientes de EE.UU. son el trigo, el maíz, la soya y sus derivados (Wikipedia).

 

 

Capítulo 20. El acecho contra la revolución

Las agresiones a la Revolución Cubana comenzaron por parte de Estados Unidos, su principal enemigo, desde antes del triunfo, primero impidiendo el abastecimiento de armas al Ejército Rebelde, y adicionalmente, proporcionando armas y entrenamiento al ejército del dictador Fulgencio Batista. Al triunfo de la Revolución ya se habían elaborado (y frustrados por la naciente Seguridad del Estado cubana) varios planes de atentado contra Fidel Castro y otros dirigentes revolucionarios.

El 15 de abril de 1961, aviones pilotados por exiliados cubanos, bombardearon campos de aviación de Cuba, como preludio el desembarco en Playa Girón, Bahía de Cochinos. Quien advirtió al gobierno cubano de la invasión fue el periodista argentino Rodolfo Walsh, que logró decodificar el mensaje del ejército norteamericano. La invasión fue aplastada en 65 horas por el Ejército Rebelde y las milicias, casi toda la brigada invasora se rindió y fue cambiada posteriormente por alimentos y compotas. En las últimas horas de la invasión, el presidente J. F. Kennedy, que había heredado el plan de D. Eisenhower, no autorizó la invasión directa a Cuba. Posteriormente en febrero de 1962, se firma por parte de Kennedy el decreto del bloqueo económico y comercial a Cuba. Medida que aún sigue vigente y reforzada por leyes norteamericanas como la Ley Torricelli (1992) y la Helms-Burton (1996). Desde 1988, la Asamblea General de la ONU ha votado en contra de tal medida condenando el bloqueo de EU contra Cuba, que no es sólo un embargo bilateral porque afecta terceros países.

Los siguientes años después de 1962, hasta el día de hoy, han sido una historia de hostilidad mutua, con intentos de asesinato de los principales líderes cubanos por parte de Estados Unidos, guerra biológica, agresiones armadas, apoyo al terrorismo contra la isla y acusaciones (de EU) al gobierno de Cuba de apoyar a movimientos terroristas en América Latina o África. Por su parte, el gobierno cubano no ha cesado de acusar al gobierno estadounidense de llevar a cabo una incesante política de guerra sucia contra su país (Wikipedia).

Capítulo 21. Yoani Sánchez, entre la amargura y la esperanza

… Estas también son jornadas para recordar a los que no han llegado hasta aquí. A los que murieron durante el castrismo, naufragaron en el mar, fueron víctimas de la censura que el Máximo Líder impulsó o perdieron la cordura a consecuencia de los delirios que promovió. Un inmenso coro de víctimas se expresa hoy en el suspiro de los sobrevivientes, la euforia en las calles de Florida o un simple “amén”.

Los más, sin embargo, tras enterarse de los detalles del magno funeral, bajan el volumen al televisor y expresan su hastío con un simple movimiento de hombros…Sobre el muro del Malecón de La Habana, un par de horas después de que Raúl Castro notificara la muerte de su hermano, algunos grupos seguían comportándose como en cualquier otra madrugada: el sudor, la sensualidad, el tedio y la nada los rodeaban.

Los cubanos que tenían menos de 15 años en julio de 2006, cuando se anunció la enfermedad del entonces presidente, apenas recuerdan el timbre de su voz…Es la generación que nunca vibró con su oratoria y jamás lo secundó en el temible grito de “¡Paredón!” con el que hizo bramar la Plaza de la Revolución. Esos jóvenes ya se han encargado de reducir su dimensión histórica, en proporción inversa con la desmesura que exhibió para gobernar esta nación. No dejarán de escuchar una sola letra de sus canciones preferidas de reggaetón para entonar la consigna de “Viva Fidel”…

… El hombre que llenó cada minuto de Cuba por más de 50 años se fue apagando, desvaneciendo, perdiéndose de la vista de los espectadores de esta larguísima película, como el personaje que se aleja por un camino hasta quedar como apenas un punto en nuestra retina.

Deja tras de sí la gran lección de la Historia cubana contemporánea: coser el destino nacional a la voluntad de un hombre termina por transmitir a un país los imperfectos rasgos de su personalidad e insuflar al ser humano la arrogancia de hablar por todos. Su gorra verde olivo y su perfil griego alentarán por décadas las pesadillas de unos o los ripios poéticos de otros, además de las promesas populistas de muchos líderes del planeta.

Los jóvenes ya se han encargado de reducir su dimensión histórica, en proporción inversa con la desmesura que exhibió para gobernar esta nación.

La eterna pregunta que tantos periodistas extranjeros hacían, ya tiene respuesta. “¿Qué pasará cuando se muera Fidel Castro?”. Hoy sabemos que lo cremarán, pasearán sus cenizas a lo largo de la Isla y las colocarán en el cementerio de Santa Ifigenia, a pocos metros de la tumba de José Martí. Habrá lágrimas y nostalgia, pero su legado se irá apagando.

El Consejo de Estado ha decretado duelo nacional durante nueve días, pero el panegírico oficial durará meses, el tiempo suficiente para tapar con tanta algarabía la chata realidad del postfidelismo. Un sistema que el actual Presidente intenta mantener a flote, agregándole remiendos de economía de mercado y llamados al capital extranjero que su hermano abominaba.

A la representación del “policía bueno y el policía malo” que ambos hermanos desplegaban ante nuestros ojos, ahora le falta una de sus partes. Será difícil para los defensores raulistas sostener que las reformas no van más rápido ni son más profundas porque en una mansión de Punto Cero, en la periferia de La Habana, un nonagenario tiene el pie puesto en el freno. Raúl Castro se ha quedado huérfano… Fidel Castro ha muerto. Lo sobrevive una nación que ha vivido demasiados duelos como para vestirse con el color de la viudez.

Capítulo 22. Cuba en el contexto histórico (en el espíritu de Gilles Lipotevsky)

1. Vivimos un tiempo signado por grandes cambios. Pero, ¿qué campos afectan esos cambios, qué tanto los afectan, cómo se manifiestan esos efectos? Para empezar: vivimos una época de grandes e incesantes inventos y avances tecnológicos. La ciencia y la técnica (tecnología) parecen no tener límites, y se ha establecido una carrera vertiginosa entre las grandes y exitosas corporaciones (marcas) de los sectores de punta para entregarnos, una o dos veces por años, sus nuevos gadgets.

2. Esto es evidente en áreas como la telefonía móvil, las tablets, las computadoras, los videojuegos (nanología), pero podría hacerse extensivo a bienes como los automóviles, la aeronáutica, las televisiones, los aparatos de sonido, etcétera. Vivimos la jauja de un consumismo que, aun si indirectamente, está vinculada a victorias culturales, ideológicas y políticas que remiten de manera directa o indirecta al liberalismo, al individualismo y al narcisismo.

3. Detrás de esta percepción subyace lo que Francis Fukuyama denominó el “fin de la historia”, esto es, el fin de la tensión en la historia, en el marco del fin de la guerra fría, ocasionado por el derrumbe del socialismo real y la victoria de las democracias liberales occidentales, por un lado; así como por la caducidad de las utopías que alimentaron la rebeldía y los deseos de cambio y liberación desde mediados del siglo XIX hasta muy avanzado el siglo XX, el marxismo en primer término.

4. En retrospectiva, da la impresión de que el último 89 (1989, caída del socialismo real) se tragó y anuló a los otros dos 89’s (1789, Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano; 1889, Congreso de la Internacional en París donde se fijó programáticamente el contenido de la emancipación obrera). Y sin embargo, tal impresión sería apresurada, pues la lucha por los derechos del hombre y del ciudadano no sólo está vigente, sino que es una conquista que no está a discusión en los países avanzados (excepto para los migrantes), y una reivindicación permanente en los países donde el atraso económico y político (autoritarismo) los han relegado, vigencia que se manifiesta (entre otras cosas) en el auge actual de los derechos humanos.

5. ¿Qué le pasó al socialismo? ¿Debemos resignarnos a un triunfo universal e irrevocable del capitalismo? Más allá del pesimismo inicial, el sueño de una sociedad (más) igualitaria no ha terminado. Lo que ha caducado es la utopía de la construcción del “paraíso en la tierra” mediante el procedimiento de la toma del poder (el atajo histórico) por un partido revolucionario, el que a su vez, en representación del proletariado y todo el pueblo, expropiaría los grandes y modernos medios de producción y, con ello, daría lugar a una democracia “real” en vez de la democracia “formal” del capitalismo.

6. ¿Por qué terminó ese sueño? ¿Sólo por la caída del socialismo real? No, tal caída fue sólo el último clavo del ataúd. El socialismo revolucionario nunca tomó el poder en un país de capitalismo maduro. Pero, donde tomó el poder, nunca pudo superar técnica ni económicamente el desarrollo de las fuerzas productivas del capitalismo avanzado, mientras que desde el punto de vista de la ampliación de los derechos y libertades, o del florecimiento cultural, significó un salto hacia atrás.

Capítulo 23. Los millones de Fidel (una historia de hace 10 años)

Un portavoz de la revista Forbes reconoció que no tenían ninguna evidencia de que Fidel Castro haya escondido dinero en cuentas bancarias en el extranjero, según ha informado la BBC de Londres. El pasado cuatro de mayo, Forbes informaba que el presidente cubano, con un patrimonio de 900 millones de dólares, era la séptimo jefe de Estado más rico del mundo. Desde hacía varios años la publicación lo situaba en el ranking de millonarios, siempre sin aportar más datos sobre el cálculo de la riqueza que el razonamiento de que se establecía mediante un porcentaje del PIB de Cuba o una parte de los beneficios de empresas públicas cubanas. Este año Fidel Castro respondió a las afirmaciones de Forbes retándoles a que demuestren que dispone de un dólar fuera de Cuba.

Aunque la revista ha reconocido no tener pruebas sobre cuentas bancarias a nombre del líder cubano, insiste, como único fundamento de sus afirmaciones, en que Fidel Castro “controla una fortuna”. “Un portavoz de la muy leída revista financiera concedió que no tenían ninguna evidencia de que Castro haya escondido dinero en cuentas bancarias en el extranjero, pero afirmó que controla una fortuna”, reproduce la BBC. El principal razonamiento de la revista para afirmar que el presidente cubano tiene un patrimonio de 900 millones es que “si alguien como Fidel Castro quiere escapar del país y llevarse una suma millonaria, podría hacerlo”, dijo el portavoz de Forbes. Los responsables de la publicación, no explicaron por qué Castro se llevaría precisamente la cantidad de 900 millones de dólares de Cuba si, con 80 años, tuviese la idea de ir a vivir fuera de la Isla.

Según la revista financiera, sus fuentes no están en Cuba aunque algunas de ellas han trabajado con el gobierno cubano en el pasado. En esto se han quedado las pruebas, fuentes, datos y demostraciones de la revista económica sobre la fortuna de Fidel Castro.

… La amarillista revista dijo haber calculado como ingresos de aquél un porcentaje de las ganancias del Palacio de las Convenciones, el conglomerado de negocios al por menor llamado Cimex y las ventas de vacunas y productos farmacéuticos de Medicuba.

… La publicación fue aún más venenosa pues aludió a “rumores” sobre la existencia de cuentas bancarias en Suiza a nombre del mandatario y/o testaferros. En años anteriores el acusado no contestó pero esta vez su paciencia se colmó o bien consideró políticamente que lo mejor era replicar …Luego de desmontar una por una las falacias, el comandante en jefe (sic) desafió a George Bush, la CIA y la revista a que demostraran que él tuviera una sola cuenta corriente en el extranjero y en tal caso renunciaría a la presidencia. Textualmente afirmó: “búsquenme una cuenta, un dólar; si prueban que tengo un solo dólar renuncio a mi cargo y a las funciones que estoy desempeñando, ya no le harían falta ni planes, ni transiciones”. http://www.avizora.com/atajo/informes/cuba_textos/0008_fortuna_castro_mentiras_castro.htm.

Capítulo 24. Mi balance

Fidel Castro fue un líder revolucionario paradigmático, cuando el carisma de la revolución aún mantenía un aura de legitimidad y de grandeza histórica, en su última fase. Se enfrentó a fuerzas muy grandes y poderosas, los sucesivos gobiernos estadounidenses, quienes no pudieron vencerlo. Eso acrecentó su autoconfianza y la convicción de estar en el camino correcto. Creyó siempre que navegaba con el viento de la historia, sin querer percatarse del tsunami de signos que alertaban de lo contrario. Convirtió una revolución que se proclamaba humanista y libertaria en una iglesia confesional donde sólo se podía estar “con la revolución” (el lugar donde se valía todo), pero nada “contra la Revolución”, consigna sectaria que, además, dejaba la interpretación de quién y por qué se estaba en contra de la revolución, a los mandamases del aparato burocrático del partido y del Estado. Al comandante en jefe en última instancia.

Su palabra fue la última instancia en todos los asuntos importantes por demasiado tiempo. Convirtió a su país en un actor de talla internacional, a costa de enormes sacrificios, y al costo de ser o parecer el país de un solo hombre. Por Cuba hablaba Fidel, y en su caso el que él dijera.

Hubo en efecto grandes esfuerzos sociales igualitarios en Cuba, sobre todo en los campos de la educación, de la salud y del trabajo, pero, en el contexto del bloqueo y de una economía centralizada, esos esfuerzos no pudieron compensar los patrones de escasez, racionamiento, burocratismo y privilegios que le son conexos. Hubo varias generaciones de jóvenes educados en la idea colectiva y en la solidaridad internacional. Hubo y hay un gran capital humano que es base y campo abierto para emprender algo nuevo. Pero también hay derrotismo, descomposición, importamadrismo, cinismo social.

El gran pecado de Fidel fue, en mi visión, el de haber reconstruido un modelo estalinista casi de laboratorio, a 90 millas de la principal y nada condescendiente potencia capitalista, justo cuando el estalinismo ya había abandonado (o había sido obligado a abandonar) el proscenio histórico, y cuando sólo quedaban de él reminiscencias en retirada, si exceptuamos el caso totalmente atípico del régimen chino.

Este estalinismo de tercer mundo generó una sola prensa y una sola televisión, la censura a las manifestaciones culturales que no embonaban con el rígido patrón “revolucionario” y la prisión política y la persecución a los disidentes políticos, culturales y hasta a los homosexuales. Como escribe Raúl Trejo Delarbre, “en no pocas ocasiones bastaban las sospechas de los vecinos, siempre a su vez temerosos de los comisarios del barrio, para meter a la cárcel a una persona”. Los tristemente célebres Comités de Defensa de la Revolución (CDR). Los derechos humanos como “arma del imperio”.

Eliseo Alberto, en su Informe contra mí mismo, entendió con claridad esa dicotomía del caudillo cubano: “Para él la única razón del mando es la victoria irreversible de una idea sobre otra, de un hombre a costa de otro, de un país contra otro”. En la concepción política de Fidel Castro no caben la diversidad y mucho menos la conciliación entre posturas diferentes. Por eso, según recuerda Andrés Oppenheimer, para Castro la democracia tal y como se le entiende en Occidente, “la democracia burguesa es una basura completa” (Raúl Trejo Delarbre, Ibid).

Puso su gran prestigio revolucionario y su liderazgo en el campo de la lucha por la liberación nacional (que en ese tiempo era muy amplio) al servicio de la política paranoica del llamado “campo socialista” y en particular de las directivas del PCUS, lo que quedó de manifiesto con su justificación a la invasión soviética de Checoslovaquia. En el contexto de graves crisis internacionales, cuando parecía que la suerte de un continente y de las causas progresistas en el mundo pendían de un hilo, decidió, con la dirigencia cubana, enviar tropas a Angola y Namibia para enfrentar al ejército sudafricano que parecía imparable. A un costo muy alto (y sin recompensa material alguna) se embarcó en lo que la derecha llama la “aventura africana” y que la izquierda calificó como el apoyo internacionalista de la revolución cubana, de la que salió airoso y con el agradecimiento profundo de otra leyenda: Nelson Mandela.

Les dio a los cubanos un sentido de protagonismo histórico, sí, pero a un precio muy alto, y al costo de configurar una convicción fatalista que pudiéramos llamar numantina, más literaria o ideológica que producto de una política realista, racional. Es el socialismo que sólo hubiera podido generarse en una isla y sólo en ella se dio. Impensable en el macizo continental (ver Nicaragua). Cuando pudo cambiar, aprovechando la implosión del campo socialista, prefirió aferrarse al pasado.

Sin ninguna pretensión de originalidad digo que, menos que en el marxismo, la figura de Fidel se inscribe en la larga saga del caudillismo latinoamericano, y su manifestación en lo que Gramsci llama el cesarismo revolucionario, la convicción de que, por encima de relaciones de fuerzas y guerras de posiciones, la circunstancia histórica obliga a poner en juego la “acrisolada” voluntad del caudillo (y de su partido, y de las masas) en el proscenio histórico, y dejar su marca en ese horizonte. Él mismo se reconoce (entrevista a Ramonet) como uno de los últimos ejemplares de esa estirpe. Fue, como se ha dicho, el último gran mito del siglo XX, para bien y para mal.

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