Introducción
En el texto se hace un análisis sintético de los mitos de gobierno que han existido en México en los últimos cien años. Se ubican, a grandes rasgos, tres etapas: 1) Los 80 años que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) se mantuvo en la presidencia de la República de manera ininterrumpida; 2) La llegada de la alternancia y los 12 años sucesivos de gobiernos del Partido Acción Nacional (PAN); 3) El regreso del PRI a la presidencia de la República.1
En la primera etapa se distinguen cuatro momentos cada uno de 20 años. En los mismos, de manera rápida, se caracteriza el mito de gobierno, se explica el contenido del mismo, se da cuenta del discurso que lo expresa y señalan las diferencias que existen entre estos periodos.
La segunda etapa corresponde al primer gobierno de la alternancia que ocurre en 2000 al que sigue, de otro gobierno del PAN. En este apartado se desarrollan los mismos temas señalados en el párrafo anterior. La tercera aborda el regreso del PRI a la presidencia de la República en 2012 y el intento de construcción de un nuevo mito que ya no tiene que ver con la Revolución mexicana.
La construcción del mito
La dictadura del general Porfirio Díaz se prolonga por 36 años. De 1878 a 1911. En 1910 un grupo de ciudadanos inconformes dan inicio a la Revolución que se extiende de 1910 a 1920 cuando termina la fase armada. En 1917, en un periodo de paz, se aprueba la Constitución de la República, que expresa el acuerdo de las fuerzas que participan en la contienda. Hoy sigue vigente.
Los triunfadores, a la cabeza del general Álvaro Obregón, se hacen del poder por la vía armada. En los primeros 20 años, los vencedores construyen el andamiaje institucional e ideológico que requieren, para gestionar la Revolución. Ese grupo, con nombres diferentes, el último PRI, se queda en el poder, cambiando al presidente por 80 años de manera continua. Son derrotados en el 2000. De manera particular en las presidencias del general Plutarco Elías Calles y del general Lázaro Cárdenas se articula el mito al que da lugar la Revolución y que asumen los distintos gobiernos del PRI. La base conceptual son los postulados políticos y sociales de la Constitución y un conjunto de hechos, de manera particular dos, que fundan el Estado moderno mexicano; la Reforma Agraria y la Expropiación Petrolera (1939).
Las variables del mito
De 1920 a 2000, el mito del PRI se sustenta, en cuatro ideas básicas: nosotros hicimos la Revolución y somos sus herederos, estamos comprometidos con las mejores causas sociales; somos garantes de la soberanía nacional; todos los demás, los que no somos nosotros, son enemigos de la Revolución y forman parte de la derecha reaccionaria o el comunismo internacional.
La Revolución, por otro lado, construye la nueva identidad nacional e impulsa el nacionalismo revolucionario. Lo logra a través de una producción cultural intensa llena de imágenes, símbolos y discursos, que incluyen la música, la pintura, la danza, el cine, la literatura, la arquitectura y el teatro. Las cuatro ideas sociales y políticas a las que se hace referencia son envueltas en el ropaje de esta creación cultural que en momentos logra expresiones de enorme calidad plástica.
Hay un poderoso y dramático hecho histórico: la Revolución; mito convocante que a lo largo de 80 años, da sustento, racional y emocional, al primer gobierno que emana de la gesta armada y todos los siguientes. Se pueden distinguir cuatro grandes periodos.
a) 1920-1940. Etapa de fundación del nuevo régimen y de la definición de los términos centrales del mito. Se construyen las instituciones y surgen las expresiones culturales a que da lugar la Revolución. El mensaje es que la Revolución está en marcha y es la fuente de los cambios que vive el país. Con sus acciones (Reforma Agraria… ), y con su discurso, el régimen se hace de una enorme base popular y de un sólido capital social.
Hoy sigue viviendo de ellas. La Revolución y su discurso, se hace realidad y toma forma. Es la época de los gobiernos de los presidentes Álvaro Obregón (1920-1924); Plutarco Elías Calles (1924-1928); Emilio Portes Gil (1928-1930); Pascual Ortiz Rubio (1930-1932); Abelardo L. Rodríguez (1932-1934) y Lázaro Cárdenas (1934- 1940).
b) 1940-1960. Las acciones y el discurso de la etapa anterior se atemperan. Se busca la distensión de una sociedad polarizada a consecuencia, entre otras de la Reforma Agraria y la Expropiación Petrolera. Los generales dejan el poder e inicia la etapa de los gobiernos civiles. La Revolución se hace responsable de la modernización que requiere el país. La Revolución se institucionaliza. Se mantiene el discurso revolucionario, pero empieza a perder fuerza. Es la época de los gobiernos de los presidentes Manuel Ávila Camacho (1940- 1946); Miguel Alemán (1946-1952) y Adolfo Ruiz Cortines (1952-1958). c) 1960-1980. La etapa inicia con la afirmación del presidente López Mateos, mi gobierno es de “centroizquierda dentro de la Constitución”. El país organiza las Olimpiadas (1968) y el mundial de futbol (1970). El intento de recuperar un discurso más revolucionario se cae con la matanza de 1968. El gobierno sostiene que los estudiantes están manipulados por el comunismo internacional. Se recurre a la Revolución para fustigar a las fuerzas obscuras que desprestigian al país. Por primera vez las clases medias mexicanas toman distancia del régimen. El mito de la Revolución se desvanece. En reacción los dos siguientes gobiernos intentan, en lógica populista y en contra de los empresarios, restablecer el mito con énfasis en el nacionalismo revolucionario. Es la época de los gobiernos de los presidentes Adolfo López Mateos (1958-1964); Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970); Luis Echeverría (1970- 1976) y José López Portillo (1976-1982).
d) 1980-2000. Se hace evidente el quiebre del milagro económico mexicano. El país deja de crecer a una tasa anual del 6%. Se requieren cambios. Hay que abrirse a la economía mundial. Las transformaciones necesarias van en contra del mito. Un sector del PRI, baluarte del mito, se siente traicionado y abandonan el partido, para fundar una alternativa que mantenga al mito, y nace el Partido de la Revolución Democrática (PRD). Se pone fin a la Reforma Agraria, se establecen relaciones oficiales con la Iglesia y finalmente se firma el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). El mito fundador ha quedado en el olvido. El PRI pierde la presidencia. Es la época de los gobiernos de los presidentes Miguel de la Madrid (1982-1988); Carlos Salinas de Gortari (1988- 1994) y Ernesto Zedillo (1994-2000).
Los mitos de la alternancia
El PRI, en el año 2000, después de 80 años es derrotado. Vicente Fox del PAN, rompe con las viejas formas y modales y con el discurso, de la anquilosada litúrgica cívica del poder priista. Su manera de ser y de decir las cosas resulta muy atractiva para el electorado. En los seis meses de la campaña construyó un poderoso mito convocante al voto de quienes se pronunciaran a su favor; sacar al PRI de Los Pinos. El encarnaba todas las virtudes, para alcanzar ese fin que se veía imposible. En ocho décadas nadie había podido construir una alternativa de poder para enfrentar al PRI.
Avanza la campaña, se extiende y posiciona el mito; el candidato Fox, con botas y sombrero, con un discurso directo y popular, a veces populachero, se convierte en el candidato que podía sacar al PRI de Los Pinos. Ante la posibilidad del triunfo, pocos días antes de la elección, los electores que no simpatizaban con el PAN deciden hacer que su voto cuente y en la urna optan por Fox.
El voto útil y la alta participación electoral quiebran las posibilidades del enorme y disciplinado voto duro del PRI, que se quedan cortos con los números del panista. La ventaja de siete puntos obligan al presidente Ernesto Zedillo a reconocer la derrota. La posibilidad del “fraude patriótico”, ya no tenía lugar. La sociedad mexicana y el mundo, a través de miles de periodistas, estaban atentos a lo que pasaba. Al final, el mito del personaje que era capaz de sacar al PRI de Los Pinos funcionó y se hizo valer.
Ya en la presidencia las cosas no funcionaron como en la campaña. Fox (2000-2006) y su gobierno no pueden construir un mito convocante. En las encuestas hechas por la presidencia el tema de sacar al PRI de Los Pinos hasta el fin de los seis años de gobierno, se mantuvo dentro de las tres acciones más reconocidas y mejor calificadas; hacia relación directa con la idea de la democracia.
El país dejaba atrás un régimen autoritario. El mito convocante era la instauración de la anhelada democracia. El presidente Fox, un real demócrata, lo que privilegiaba de su gobierno, había sido un exitoso director de una empresa trasnacional, eran los resultados. Su preocupación era cuántas familias pobres recibían ayuda, cuántas más accedían a los servicios de salud o cuántas se habían hecho de una casa propia.
No había un mito que fundara y diera sentido a la acción de gobierno. El discurso era fragmentado, construido con las distintas acciones exitosas, pero no había nada que reuniera las partes. A lo largo del sexenio no se pudo construir el mito que siempre hizo falta. A pesar de esta limitación el presidente termina con altos niveles de aprobación, más del 70%, y su partido vuelve a derrotar al PRI.
En 2006, el candidato del PAN, Felipe Calderón, gana la elección presidencial. El 10 de diciembre, diez días después de haber asumido su cargo, en cadena nacional de radio y televisión, declara la guerra al narcotráfico. El presidente justifica su decisión por los altos niveles de violencia, cosa que no era tal, 2006 fue el año de menor violencia en la historia de México con solo ocho homicidios dolosos por 100 mil habitantes y el aumento del consumo de dogas, sobre todo en las escuelas, cuando Naciones Unidas ubicaba a México, lo sigue haciendo, como un país de bajo nivel de consumo.
El presidente Calderón (2006-2012) se propuso construir el mito convocante del hombre fuerte y valiente, que asumía una decisión que nunca antes había tomado ninguno de sus antecesores; ir a la guerra. Inicia en marzo de 2007 y no paró hasta el final de su mandato. Al inicio consigue la simpatía de la ciudadanía.
Muy pronto y en la medida que crecía el número de muertos, como resultado de la estrategia, el incipiente mito dejo de funcionar. La violencia se incrementa y desborda la frontera de los territorios donde tradicionalmente operaba el narcotráfico, por lo menos desde los años 70. En las encuestas la gente empieza a expresar descontento con el estado de cosas y a decir que los delincuentes están ganando la batalla al gobierno.
Al final del sexenio el número de los muertos se elevó a 22 por 100 mil habitantes, dos veces más de los que había al arrancar el gobierno del presidente Calderón. En la campaña del 2012, la candidata del PAN, Josefina Vázquez, prometió continuar con la estrategia anterior.
El mito al regreso del PRI
En 2012, en la campaña presidencial, el candidato priista, Enrique Peña Nieto, plantea un mito que tiene dos partes; una que se puede decir y la otra a la que no se puede hacer referencia pública, pero se da por hecho. Se expresa en una idea sintética y clara que sostiene: los priista somos corruptos, como todos los otros políticos, pero eficaces y sabemos hacer las cosas.
El mito de la eficacia, pretendía recoger la acción del PRI en los primeros 80 años en el gobierno, pero que también asumía los altos niveles de corrupción de los funcionarias emanados de este partido. La sociedad lo compró. El candidato Peña y el PRI, después de 12 años fuera de la presidencia, vuelve a Los Pinos.
La supuesta eficacia priista se hace evidente al inicio del gobierno. El presidente Peña (2012-2018), a través de sus operadores, convence a la oposición de votar una serie de cambios constitucionales, para realizar las llamadas reformas estructurales. En buena parte de la sociedad, en los sectores políticos, en los medios nacionales e internacionales se posiciona la idea de que el gobierno había manifestado una gran eficacia política. El mito se hacia realidad.
El gobierno centra toda su comunicación en publicitar su eficacia al lograr la aprobación de las reformas. El mito en un primer momento funciona, pero muy pronto deja de operar. En el mediano plazo, las reformas va a tener un gran efecto en la economía del país, pero al corto plazo no ofrecen nada a la población. Un ejemplo es la reforma energética cuyos efectos se veran en diez años.
A lo anterior se añaden el caso de Ayotzinapa y los de Tlatlaya y Tanhuato, estos últimos que implican a las autoridades como responsables del asesinato de presuntos delincuentes. Luego vienen las acusaciones del posible conflicto de interés del presidente de la República y su secretario de Hacienda por la compra de propiedades a un contratista del gobierno. Es la gota que derrama el vaso y el mito se quiebra. Sólo permanece el componente de la corrupción. El presidente Peña es el peor evaluado en la historia reciente de México con solo 24%.
Conclusión
La Revolución Mexicana (1910-1920) crea un poderoso mito que funda, da sentido y explica la acción desarrollada por los distintos gobiernos que siguieron al fin de la lucha armada. Ese mito, con variantes, le funcionó al PRI, por 80 años. El mito se desgasta y cuando el PRI no pudo ofrecer nada que convenza al electorado están dadas las condiciones, para que surja un candidato de la oposición con fuerza suficientes, para derrotarlo en las elecciones del 2000.
El presidente y el gobierno de la alternancia no fueron capaces de elaborar un mito convocante a pesar de que estaban dadas las condiciones, para que sucediera. Nunca se ubicó la importancia que tenía su construcción. En buena medida la incomprensión y crítica al gobierno de la alternancia tienen relación con la falta de un mito fundador que diera sentido y explicara el carácter del período y el propósito del mandato.
Quien siguió al presidente de la alternancia, como su antecesor, también del PAN, intenta construir el mito convocante a partir de entablar una guerra frontal en contra del narcotráfico. Éste mito en un primer momento funciona, pero la sociedad al ver los costos deja de ser convocada por esa idea. El PAN pierde la elección y el PRI vuelve a Los Pinos.
En 2012, el regreso del PRI a la presidencia de la República, lo hace acompañado de un mito que resulta atractivo, para la ciudadanía; los priistas somos corruptos, como los otros políticos, pero más eficaces para gobernar, la historia lo demuestra. La sociedad acepta el planteamiento y se identifica con él. En el primer año de gobierno funciona, pero muy pronto deja de convocar. El presidente Peña es el peor evaluado en la historia del país.
Nota:
El texto aparece en: Riorda, Mario y Omar Rincón (Coordinadores), Comunicación gubernamental en acción: Narrativas presidenciales y mitos de gobierno, Editorial Biblos, Buenos Aires, 2016.