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Agentes de influencia: ciberpropaganda

Sigamos explorando el tema de los troles. Es importante entenderlos más allá de meros usuarios que disfrutan de hacer enojar a aquellos con quien interactúan. En la época actual los troles se han descubierto como una importante herramienta propagandística y de desmovilización al servicio de agentes políticos y sociales.

Uno de los comportamientos humanos, muy común en el ecosistema digital, es rechazar lo que no va en concordancia con los propios códigos, creencias, ideas. Por habilidad propia o por entrenamiento, los troles saben muy bien cómo aprovechar ese impulso, por eso se les entiende como un riesgo de manipulación de sesgos cognitivos; esa la puerta de entrada a engancharse con la dinámica de troleo.

Solo responderle a un trol ya tiene por sí mismo 3 efectos: 1: se replica su mensaje llevándolo a una esfera de interacción diferente a la del propio trol, por lo que se amplifica; 2: se legitiman sus afirmaciones al darles siquiera el beneficio de la duda, al tener oportunidad de argumentar sus ideas, aunque sea sobre meros pseudoargumentos, supuestos, abiertas mentiras, o peor si solo son cuestiones basadas en ideología y adoctrinamiento donde la narrativa es predominantemente subjetiva y depende del punto de vista individual; y 3: los troles confirman de quién tienen atención y sobre qué estímulos logran atraerla de forma que sean más sensibles a responderles.

Para un trol es ya de sí un gran triunfo interactuar con él porque le permite repetir una y otra vez sus afirmaciones, que no necesitan ser precisas, ni siquiera reales, solo basta difundirlas con insistencia para que alguien más las dé por válidas.

El troleo es una cultura, una forma de entender los medios digitales, e incluso la combinación de rasgos de los perfiles psicológicos conocidos como la triada oscura. El troleo es una forma de ser en línea donde el aparente anonimato y protección que da permite que se rompan las inhibiciones llevando con facilidad a actitudes abiertamente transgresoras y violentas.

by Caio Nery Filho

Uno de esos usos es el de romper el ciclo informativo. Las estrategias de ciberpropaganda recurrirán siempre que sea posible a sus grupos de troles, de agentes de influencia adversa, de manera que causen problemas o amplifiquen incidentes, de tal manera que sea tanto el ruido de esas campañas que los medios tienen que darles cobertura.

Los troles son especialmente hábiles en detectar los temas que son relevantes en la conversación y llevarlos a un grado de polarización tal que deban llamar la atención de los medios, masivos o alternativos.

Eligen un objetivo y lo atacan con todos los recursos que tienen a su disposición, que no son pocos. Las causas sociales son ideales, sobre todo las que ya de antemano tienen exposición en los medios por su relevancia. Pero no son los únicos. Otros usuarios con alto perfil en redes sociales, periodistas de medios masivos, activistas sociales, celebridades, deportistas y periodistas, son objetivos ideales para las campañas adversas desatadas por estos ejércitos de troles.

El objetivo de estas campañas es por demás elocuente, literalmente es destruir confiabilidad, veracidad y reputación de sus víctimas. Es por eso que otro recurso utilizado es, inducir a participar a otros usuarios que compartan su ideología, o en su caso, sus mismas aversiones, filias y fobias.

El troleo por sí mismo no es de utilidad política. Necesitan construir dinámicas antagónicas que son ideadas por propagandistas expertos que saben cómo inducir en la conversación elementos políticos que son del interés de personajes relevantes afines a su ideología, de manera que participan aunque sea de manera indirecta, pero enfocados en el mismo objetivo.

Actualmente la sociedad usuaria de las redes sociales, sin importar afinidad o simpatía política, es cada vez más sensible y susceptible a participar del debate, por lo que quienes coordinan las campañas de influencia adversa se conducen siempre en el tenue límite de la corrección, donde es posible tomarse atribuciones para atacar temas como la corrupción, la desigualdad económica y las injusticias sociales.

En esa área, el usuario promedio, que no tiene relación directa con estos grupos coordinados, encuentra elementos que le permiten participar de la campaña, en cualquiera de los dos extremos ideológicos, de mutuo proprio.

Es un gran logro en una campaña con estas características cuando un político de gran perfil e influencia participa, llevando la conversación a una audiencia mucho mayor, pero además, por sí mismo dando pie a que simpatizantes o adversarios, participen.

Ira, miedo y frustración

Llegados a este punto, rotos los límites y restricciones, en un ciclo donde lo que domina la antagonización de la conversación, los troles tienen todo dispuesto para que sus interacciones sean tan tóxicas como lo deseen. Todo vale, además de los mensajes se difunden memes, videos, infografías, que ayudan a presentar ideas complejas de manera sintetizada, sencilla y clara.

Con el estímulo emotivo que se logra, donde se impone la ira desde el extremo donde operan los troles y todos sus recursos a disposición, quienes son objetivo no disponen de la capacidad para responder, por lo que empieza a dominar la sensación de frustración y miedo, ambas, emociones que tienden a la desmovilización.

Los troles como medio propagandísticos disponen de todo lo necesario para sus objetivos políticos. Es ahí donde son pieza fundamental las publicaciones y demás contenido generado por, supuestos, medios alternativos. O bien, la capacidad de amplificar tanto como sea posible las erratas de los medios, masivos tradicionales o alternativos, que no son afines con su ideología.

Los troles siempre se enfocarán en justificar la campaña que apoyan de todas las formas que les sea posible, aunque sea recurriendo a simples falacias. Nunca debe perderse de vista, los troles participan de la conversación en línea para reventarla, recurrirán a todas y cualquier forma de interacción, aun cuando pueda ser hasta ilegal.

Los troles han aprendido a amplificar el malestar como método de persuasión, de manera que su narrativa parece justificable con lo que facilitan que otros la acepten y generar afinidad. Basta recordar los elementos tan simplistas con los que actualmente se polariza la conversación en México, buena parte de ellos emanados de las conferencias mañaneras de Palacio Nacional. Palabras sencillas, simples, pero poderosas, se repiten una y otra y otra vez, de forma que no pierden vigencia y más bien siguen siendo el principal acicate para estas campañas.

Hagamos red, sigamos conectados, pero aprendamos a no alimentar ni ser los troles.

Autor

  • Leo García

    Diseño y coaching de estrategias para manejo de redes sociales. Experiencia en análisis de tendencias en línea.

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