La decisión del Instituto Nacional Electoral para negarle el registro a México Libre, como partido, y dárselo a Encuentro Solidario, dejó a los consejeros en medio de lo que es la política mexicana, fea, ruin y de mal nacidos, con atropellos innecesarios y contraproducentes. Tiene el agravante del rencor epidérmico del presidente Andrés Manuel López Obrador que, sin reparar en los aspectos legales de la decisión, concluyó que votar contra el partido que encabeza Margarita Zavala, cuyo principal promotor es el expresidente Felipe Calderón, los salvó de fenecer por la poca credibilidad que tiene.
La desafortunada frase de López Obrador de que la decisión contra México Libre “fue un triunfo del pueblo”, exhibe un trauma que arrastra desde la elección presidencial de 2006 y su odio incontenible contra Calderón. Como un elefante que aplasta todo a su paso, desconoció el trabajo del INE y dejó la percepción de que los consejeros le tuvieron miedo y lo apoyaron contra su enemigo eterno. La democracia no es algo en lo que cree López Obrador, y al haberse inmerso en tecnicismos en sus votaciones, el contexto hizo del INE un daño colateral.
En contra del registro de México Libre votaron el consejero presidente Lorenzo Córdova, Norma de la Cruz, Adriana Favela, José Martín Fernando Faz, Carla Humphrey, Ciro Murayama y Jaime Rivera. Contra del registro de Encuentro Solidario, Córdova, De la Cruz, Murayama y Dania Ravel. Sólo fueron consistentes en sus votos en contra Córdova, De la Cruz y Murayama, al igual que Roberto Ruiz Saldaña y Beatriz Zavala, que lo hicieron a favor por ambos. Lo que en la superficie parecería una contradicción de algunas consejeras y consejeros, no lo es.
“Los motivos eran diferentes”, explicó Rubén Álvarez, vocero del INE, “injerencia de un ente prohibido (ministros de culto) y dinero opaco (8 por ciento a través de Clip)”. El argumento de Córdova, De la Cruz y Murayama es que un importante número de firmas para alcanzar el registro de México Libre se obtuvieron afuera de iglesias, y que al utilizar la plataforma Clip, el origen de los recursos no era transparente. Calderón denunció inmediatamente la resolución y afirmó que en Clip están perfectamente identificados los afiliados. En lo que compete a Encuentro Solidario, agregó Álvarez, Favela, Humphrey y Rivera “no consideraron que estuviera suficientemente acreditada la intervención de ministros de culto religioso en las asambleas” de ese partido.
El voto cruzado es polémico y alargará la controversia. “Cada caso se debe analizar por separado, más allá de alguna evaluación genérica que se quiera hacer del desempeño del Consejo General”, explicó Hugo Concha, del Instituto de Investigaciones Jurídicas y con amplia experiencia en temas electorales. “En efecto, en el primer caso había violación a un principio constitucional que para varios consejeros no tiene peso. Desde mi punto de vista, sin embargo, se trata de una evaluación a detalle para ver si una organización va a ser partido nacional. Cualquier violación o falta (y hasta presunciones en materia penal o de violación a derechos) debería ser suficiente para no dar esos registros”.
Negarle el registro a México Libre y Encuentro Solidario parecía lo más adecuado, pero se evaluó de diferente manera la participación de los ministros de culto. Fue suficiente en el primer caso que se recogieran firmas afuera de las iglesias católicas para negar el registro, pero no lo fue en el segundo caso, donde ministros de culto evangélicos recogieron firmas para el partido confesionalista que emergió de Encuentro Social, un partido que en 2018 hizo alianza con Morena para llevar a López Obrador a la Presidencia a cambio de su apoyo para que Cuauhtémoc Blanco fuera gobernador en Morelos.
La discusión sobre el voto dividido será llevada al Tribunal Electoral, que decidirá si el INE actuó correctamente. Pero la intromisión salvaje de los políticos es un mensaje ominoso a consejeras y consejeros de lo que se avecina en las próximas elecciones de 2021. Ante la opinión política y pública, no existen discusiones técnicas o legalistas, menos aún interpretaciones diferentes que lleven a votaciones divididas o cruzadas. Ante ellas todo tiene un trasfondo político, como lo dejaron ver sonoramente López Obrador y Calderón, desde trincheras diferentes.
Tan lamentable la declaración del Presidente, como la que hizo el expresidente en contra de Córdova y el INE, suponiendo que la negativa del registro era un acuerdo cocinado tiempo atrás de que se llegara a la votación. Ninguno de los dos está actuando con el temple que deberían tener dos políticos fogueados, ni aceptan el principio democrático de que las reglas son parejas para todos. Si a uno no le gustan, como antes fue López Obrador y hoy es Calderón, que recurran a las instancias legales que correspondan, como será el Tribunal Electoral, pero que no ensucien con exabruptos y sarcamos la muy deteriorada democracia mexicana.
A muchos les parece etéreo hablar de la democracia aquí en México, pero sin ella no habría este tipo de discusiones, aunque sean pueriles, ni habría libre asociación, ni competencia electoral, ni libertad de prensa, ni de pensamiento, ni respeto a los derechos humanos ni a las garantías individuales. Es cierto que en todas ellas ha habido un retroceso en este primer tercio del sexenio de López Obrador, lo que tendría que ser un incentivo para luchar por lo que tanto trabajo costó a dos generaciones, antes que el espíritu autoritario de quien hoy nos gobierna termine con lo que falta –cuatro años sería suficiente tiempo para la locomotora que es él.
Uno puede estar o no de acuerdo con los votos del INE, el viernes pasado, pero tampoco pueden lloriquear algunos consejeros para deslindarse de algunos votos con los que estaban en desacuerdo. Que se preparen y reflexionen qué harán, porque lo del viernes fue una pequeña luz del infierno que probablemente se avecina.
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