“Uno de nosotros escapó de la casa de seguridad y se presentó a denunciar con los federales y le dijeron ‘no te preocupes, te vamos a ayudar’ y los llevaron con Los Zetas y éstos le dijeron: ‘Para que aprendas, te vamos a cortar la mano, cabrón’. Y se la cortaron”.
Este relato, recogido en 2009 por nuestro más persistente defensor de los derechos humanos de los migrantes, Mauricio Farah, encuentra una vigencia aterradora con la masacre de 19 migrantes en Camargo, Tamaulipas.
Un infierno que comenzó hace más de 10 años, cuando Mauricio era Quinto Visitador de la CNDH y demostró que aquí se realizaban secuestros masivos de migrantes, y el trato de los captores era sumamente cruel.
Tres sexenios de gobiernos diferentes después (PAN, PRI y Morena), los migrantes (principalmente mexicanos y centroamericanos) que van hacia Estados Unidos viven el mismo infortunio.
Y hoy (como ayer demostró Mauricio) con la corrupción y colusión de autoridades municipales, estatales y federales, INM, MP: por la masacre de Camargo van 20 servidores públicos detenidos por presunta responsabilidad.
Es de espanto que todo siga como el 9 de junio de 2009, cuando la CNDH presentó su histórico Informe Especial sobre secuestros de migrantes en México. El titular era José Luis Soberanes, y Mauricio, el responsable del Programa de Atención a Migrantes.
El Informe fue posible porque el padre Solalinde denunció seis secuestros (entonces el padre sí denunciaba esos hechos) y sólo Mauricio atendió la denuncia, porque él y su equipo conocían el drama, pues recorrían las rutas del averno de los migrantes.
Demostró secuestros de hasta decenas de migrantes. Mauricio alertó a las autoridades, con un texto demoledor: cuando lo que empezaba como una excepción del delito, no era atendido, entonces se convertía en una industria del delito.
Pero como no hubo respuesta de las autoridades, Mauricio (con colaboración de las casas de migrantes de la Pastoral de la Movilidad Humana) publicó el Informe, que fue una bomba: los migrantes secuestrados pasaban de 10 mil en seis meses.
Las autoridades negaron los secuestros, las cifras, hasta dudaron de la investigación misma, hasta que un día un ecuatoriano llegó hasta un puesto de la Marina para decir que acababa de escapar de un secuestro y de un homicidio masivo de migrantes.
Fue la tristemente famosa masacre de San Fernando, Tamaulipas: bandas criminales habían asesinado a 72 migrantes. Y hoy estamos otra vez frente a una masacre de migrantes en Tamaulipas: no han dejado de padecer abusos y delitos, como denunció Mauricio.
El hecho es irrebatible: México no garantiza seguridad a quienes van de ilegales a Estados Unidos. Y muchos son los que luego nos envían 40 mil millones de dólares en remesas.
No olvidemos eso, eh.