“Este año, más que nunca, las personas han estado usando ‘tóxico’ para describir una gran variedad de cosas, situaciones, preocupaciones y eventos.
“En su uso original, literal, para referirse a sustancias tóxicas, ‘tóxico’ ha estado siempre presente en las discusiones sobre la salud de nuestras comunidades y nuestro medio ambiente (…) pero se ha despegado al ámbito de la metáfora, ya que la gente ha llegado a la palabra para describir lugares de trabajo, escuelas, culturas, relaciones y estrés”.
Lo anterior fue expresado en un video por Diccionarios Oxford para justificar su elección de “tóxico” como palabra del año.
La institución también destaca otros usos que se le han dado a la palabra: por ejemplo, que el movimiento #MeToo ha mencionado el término “masculinidad tóxica”, y que en la política se le ha aplicado “a la retórica, las políticas, las agendas y los legados de los líderes y gobiernos de todo el mundo”.
Según explicó Diccionarios Oxford, en el último año en su sitio web la búsqueda del significado de esa palabra ha aumentado en 45%.
Pero no sólo se trata de un criterio de selección cuantitativo, sino cualitativo: “Se evalúa para reflejar el ethos, el estado de ánimo o las preocupaciones del año que termina y que tiene potencial a largo plazo de convertirse en un término con significado cultural”.
Según se explica en su sitio web, Diccionarios Oxford escoge la palabra del año de una lista breve “extraída de la evidencia recopilada por un amplio programa de investigación lingüística, incluido el Oxford Corpus, que reúne cada mes aproximadamente 150 millones de palabras de inglés actual de publicaciones basadas en la web”.
También la editorial británica destacó que la palabra “tóxico” ha sido acompañada por las siguientes: químico, masculinidad, sustancia, gas, ambiente, relaciones, cultura, desperdicios, algas y aire.
En 2016, en el marco político de las campañas políticas del brexit y de la elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos, el término elegido fue fake news, mientras que en 2017 lo fue “youthquake”, algo asó como “terremoto juvenil, que reflejaba “un cambio cultural, político o social significativo derivado de las acciones o la influencia de los jóvenes”.
En 2015 la institución lingüística escogió no una palabra, sino un emoji, el denominado “lágrimas de risa”.
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